viernes, 16 de febrero de 2007

José Mª Amigo Zamorano: El Cagasangre(1)

Castillo de Puebla de Alcocer


El Cagasangre

"- ¿Se sabe alguna otra cosa de su conducta aquella noche?
- El novio sudaba mucho y parecía enfermo.
No conozco exactamente sus reacciones y demostraciones.
(...)
- ¿Y qué conjeturas se hicieron?
- Claro está que se habló de impotencia."

(De la novela "No sé" de Eusebio García Luengo; Editorial Anthropos; capítulo X; páginas 58, 59 y 60; Colección: Memoria rota 'Exilios y heterodoxias')




1) Corbata

Fue en septiembre.

"Virgo y Balanza se reparten este mes y, en correspondencia mitológica, Astrea hija de Zeus y Themis, hermana de Pudor, trajo a los hombres sentimientos de justicia y de equidad en la Edad de Oro, y marchó al Olimpo cuando aquellos se convirtieron en criminales"*.

Segismundo Amoroso, que no sacó conclusiones del entorno carnívoro donde desenvolvió su existencia gris, casi opaca, que conservó la inmaculada inocencia de su medrosa niñez, se mantuvo interiormente en desacuerdo y lucha permanente con sus deseos como si eso fuera tan trascendental, tan sumamente importante, que todos, absolutamente todos, los seres humanos estuvieran pendientes de su boxeo espiritual. Y, por mas que se sepa, a ciencia cierta, la inocuidad de tal conflicto en el ámbito mundial, nacional y provincial, e incluso que esa inoperancia, obviamente, tampoco iba a trastocar, lo más mínimo, al capullito de Puebla de Alcocer, no se puede esconder ese litigio, esa discrepancia entre lo que hizo y lo que pensó, ya que él era así; y porque no debe darse al olvido un desenlace que conmovió a mas de uno aunque no fuera más que el instante de un batir de párpado.
Segismundo era una contradicción plena, y, con respecto a sus anhelos más escondidos, más íntimos, más recónditos, semejante a las líneas paralelas que por mucho que se alargan nunca se juntan; caminaba partido y equidistante hacia la escisión final, hacia la desintegración fatal.
Así como dos imanes enfrentados por polos de distinto signo se juntan conformando uno solo -lo que para él podía ser evidente: madera de cajón de tabla de encina- para la realidad objetiva del mundo exterior, encarnada en sus convecinos, tal personalidad, íntimamente dividida en dos polaridades, aparecía como una sola, inconfundible e indivisible denominada, Segismundo Amoroso -- "Segis" para los exiguos amigos -- sin mas.
El desacoplamiento, no obstante, tenía que manifestarse por cojudo, por macho, ya que cuando a uno le aguijonean en su ego, salta como un muelle mostrando el poder que tiene esa esfera particular, individualísima, por demás importante, ya que no hay otra: los otros no existen llegado el momento de máxima carga eléctrica; y "Segis" saltó, sin duda: dio un brinco definitivo y se deshizo en mil pedazos.

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