La serenidad de los cactus
Montada en una mimbre, alazana sobre todo, la Serenidad se ve a ella misma mirando en derredor, en la llanura del destierro.
En un bosque, de tiesos e indiferentes cactus, recoge una cosecha de orgullo, donde, junto a la Espera, se recorta como uno mas de ellos.
Y, sin lugar a dudas -se le nota enseguida por la soberbia- no quiere que sea precisamente el bosque lo que aquí se destaque
El ensueño rebelde, encabritado en las lágrimas de su pensamiento iracundo, escora hacia el viento agreste de los filibusteros.
Y ya se adivina, por el lugar inhóspito en el que vive, que son las milicias unidas del exilio su visión.
Y es el latido mas señalado y mas profundo y mas indivisible de su singularidad la trágica división que lo desgarra:
La del pensamiento virtual y con mayúscula: de certero y muy seguro porvenir (la tumba): libre de rebabas: puro.
La creencia firme, de su sueño rebelde, inclinándose a pensar que, la Espera y la Serenidad, han encubierto al Deshonor.
Y... ¿para qué decir nada del mañana?... No vale la pena al quedar aherrojada en sus instantes.
De momento para siempre.
Montada en una mimbre, alazana sobre todo, la Serenidad se ve a ella misma mirando en derredor, en la llanura del destierro.
En un bosque, de tiesos e indiferentes cactus, recoge una cosecha de orgullo, donde, junto a la Espera, se recorta como uno mas de ellos.
Y, sin lugar a dudas -se le nota enseguida por la soberbia- no quiere que sea precisamente el bosque lo que aquí se destaque
El ensueño rebelde, encabritado en las lágrimas de su pensamiento iracundo, escora hacia el viento agreste de los filibusteros.
Y ya se adivina, por el lugar inhóspito en el que vive, que son las milicias unidas del exilio su visión.
Y es el latido mas señalado y mas profundo y mas indivisible de su singularidad la trágica división que lo desgarra:
La del pensamiento virtual y con mayúscula: de certero y muy seguro porvenir (la tumba): libre de rebabas: puro.
La creencia firme, de su sueño rebelde, inclinándose a pensar que, la Espera y la Serenidad, han encubierto al Deshonor.
Y... ¿para qué decir nada del mañana?... No vale la pena al quedar aherrojada en sus instantes.
De momento para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario