El ha de morir y ya se acaba el día
No se trata del kapo, ni la traba, ni el tonel... ni, tan siquiera, del bozal puesto en la boca como a un perro, no...
Ni de esclavos, atados, a lo largo de los eslabones del ancla, en racimo, como las uvas, y luego sumergidos hasta ahogarlos en la mar, no...
Es que la savia, imaginada en el deslizamiento de su lengua, por los labios resecos, no sube hasta sus ramas quietas...
La única, la que es alegría pascual para los otros, la perciben, sobre todo, adivinándola, por medio de sus párpados voraces...
Para la esperanza del hambriento, el plato es palabra tan fuerte como alcohol de mijo; se desliza, garganta abajo, como víbora, silbando de contento.
Pero no, no es eso, tan solo barcas rotas y ratas deslizándose cubren mis despojos, adictos ya al arrojo desesperado de la hambre viva
He de morir y ya llegó mi día
1 comentario:
Talin. Verdaderamente, estás retratando el trasfondo de esta sociedad en que vivimos. Toda ella es apariencia, pero en cuanto se la rasca un poquito, aparece todo eso que describes. la cloaca de Occidente.
Abrazos amigo.
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