16.
De cuando en cuando, como un fogonazo a su conciencia, le viene a Omar Khayyam el recuerdo del platero, expulsado de su gremio, implorando a los cielos con lágrima tan estremecedora o más que el llanto ancestral de un chiíta; y entonces, solo entonces, desde su palacio expresa a su amiga del alma, un deseo que no se le ocurre decir a los demás:
--Querida mía, si fuera posible que el Destino nos dejase disponer del triste plan del mundo a nuestro antojo, querríamos, sin duda alguna, ¡buum!, dinamitarlo, explotarlo, reducirlo a pedazos, como aquellos rebeldes zang, esclavos que trabajaban de sol a sol en las zonas pantanosas dirigidos por Alí b Muhammad, al-Burqui.
--Lo haríamos de nuevo y acorde con los deseos de los que se han movido en torno a las llameantes banderas de la rebelión a lo larga de la historia; desde Kawe, el herrero, con su mandil de cuero por bandera, pasando por Hamdam Qarmat, que poco después de ser ahogada en sangre la rebelión de los esclavos negros zang, ya enarbolaba la bandera de la justicia y de la igualdad entre Kufa y Wabit; hasta desembocar en mi amigo, bueno, mi amigo de antaño, el hoy considerado, por los cristianos, Viejo de la Montaña, en Alamut. Por cierto, que sus ideas le vienen de Hamdam Qarmat, pues al triunfar en Daylam le prepararon el terrero.
3 comentarios:
Perdona Talin. Borré el comentario anterior.
Te decía que sí conocía un poco a R. Torices pero no sabía que tuviera tanto publicado. Creo que he visto algún artículo de él en el periódico.
Pero todavía no sé cuál es tu nombre. Me sigues confundiendo.
Dime, hombre, ¡coño! quién eres. Estoy muy intrigada.
Un abrazo zamorano.
Bueno, me parece que para poder decir algo con sentido, no me basta con el leer el "16" sino que me faltan los 15 anteriores.
Así que, calladita, voy leyendo.
te dejo las pastas que traje de Martina Zuricalday (me parece que eres del mismo norte norte que yo) para que las comas cuando quieras.
Un beso.
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