5.
Después de darle vueltas y mas vueltas al por qué de mi estancia aquí, en la tierra, o en otro lugar, o en ningún sitio, he concluido con esta pregunta existencialmente angustiosa de Omar Khayyam:
Después de darle vueltas y mas vueltas al por qué de mi estancia aquí, en la tierra, o en otro lugar, o en ningún sitio, he concluido con esta pregunta existencialmente angustiosa de Omar Khayyam:
--¿Y... yo qué le voy a hacer... qué culpa tengo yo... si me traen así porque sí... desde un lugar cualquiera del mundo... de aquí para allá, de allá para aquí... igual que un recadero, como un monaguillo, sin pulsar, jamás, mi opinión o mi libre albedrío?...
¡Y si, en lugar de rayos y diluvios, fuegos e inundaciones, el cielo, al menos, nos quisiera enviar, chaparrones de buen vino; porque es necesario el vino para ahogar miedos, temores o zozobras, o recuerdos que, horadando, la mente nos lacera!
3 comentarios:
Yo desde luego soy un buen seguidor de Omar Khayyam, demasiado bueno, y entiendo perfectamente lo de que el vino ahoga miedos y zozobras... Hoy he leído que un escritor norteamericano, William Styron, muy aficionado al alcohol, llegó un día que su organismo lo rechazó totalmente y no pudo beber más. A partir de entonces se le desarrolló una depresión severa que lo puso al borde del suicidio. El vino lo liberaba de angustias, fobias y temores. Es lo que nos viene a decir el poeta persa. La imagen que lo acompaña es muy hermosa.
Lástima. Yo, tengo suficiente con una simple copa de vino. Dos a lo sumo. Más me embotaría la mente y me anegaría el cuerpo.
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