raspa con tu almocafre /
que de la playa minera
arrancará tu miseria
el ínfimo grano esquivo
del rubio metal, ¡tan hondo!
Raspa, raspa, mueve negro,
dale a tu mazamorreo,
bajo ese sol implacable
que es de tu cabeza un hierro.
Arroja el cascajo inútil
deja la arena y la jagua,
ceba y busca si en el fondo
pinta el metal codiciado.
No importa que estés cansado
ni que el sudor ilumine
el ébano de tu cara
dura y lisa como chonta.
Si las piedras de la playa
queman y arden como brasas
tú tienes callo en las plantas
que hace que nada las sienta.
Quiebra tu cuerpo en la orilla,
hunde en el agua tus piernas,
Y entre tus manos nudosas
remueve la tibia arena,
para que cuando el bujío
llore su primer lamento
a lo lejos, entre el monte
en lo más alto de un cedro
haya en tu mente siquiera
un poco del rico polvo
premio para tu cansancio.
Suda, negro, suda, suda,
que se te alborote el grajo;
el metal está muy hondo,
tú tienes fuerza en los brazos
y allá en el rancho tu negra
te espera con la merienda.
¿No ves que por el bojeo
Vienen subiendo las dragas?
son gringos de piel rosada
que sin sufrir tu cansancio
roban a tu tierra el oro,
sin tener callo en las plantas,
sin sufrir del sol el hierro
que tu cargas en la espalda.
¡Verdad que el negro es de malas!
¡tanto sufrir para nada!
Tanto sufrir todo el día
buscando el maldito grano
que el gringo con un mordisco
de su voraz maquinaria
recogerá sin trabajo
llenando los canalones
del monstruo que no se cansa.
De ese monstruo que no sólo
te roba el metal preciado
sino también el sustento
quebrando los platanares
que en la otra orilla del río
sembraras con la menguante.
Ahora, duerme, negro, duerme
estírate en la damagua;
a tu lado está tu negra
para refrescar tus ansias;
tus brazos están cansados
de tanto mazamorreo.
Tienes dolor en el cuerpo,
Y la chitra que no deja
siquiera dormir un rato.
Duerme y sueña que en el mundo
se levanta un solo grito
de negros que como tú
trabajan como animales.
Buscando el metal maldito
¡siempre tan hondo: tan hondo!
que armados con almocafres,
rompan y asalten las dragas;
que tu sudor en la playa
es lava que arde y abrasa
todo lo que el gringo malo
le roban a tu ignorancia.
Sueña que entre tus maizales
la roja mazorca canta.
Y que la yuca en la tierra
se retuerce poderosa.
Que el oro que antes buscabas
Con tanta y tanta constancia,
pero que siempre cobarde,
sobre la orilla se esparce
Y flor de arena cual juaga.
Y que de tu sueño, negro,
surja con furia la guerra
contra todo aquel trate
de mancillar tus derechos,
robando el oro y la tierra
que el negro sudor esclavo
de tus padres fecundara.
Que tus manos cual bejucos
se anuden a la garganta
del invasor mercenario.
Que en tus orillas se plante
y que con tus pechos fuertes
De tus hermanos en raza,
firme muralla se alce
negra y dura como roca:
para defender la tierra
¡que toda te pertenece!
Armando Orozco Echeverri, poeta colombiano (Quibdó,1915-Bogotá,2002
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