5º Arregosto
Sin embargo, y aunque él no lo sabía, aquella noche, cambió mucho a la maestra interina. Sus esquemas cobraron todo el valor carnal que los rayajos le habían escondido. Su carne hizo la luz en su cerebro como atravesado por un prisma. Y explotó saliendo todos los colores del espectro solar.
Nada mas retirarse él a su cama, viéndose sola y libre de ataduras varoniles, de miradas extrañas, bajó la guardia, guardia inútil, ya que no obedecía a necesidad alguna; derrumbó su resistencia heroica; su baluarte quedó desarbolado; circundó su cabeza una arcoirisada crestería, pájaros cantores embriagaron sus oídos, mientras millones de mariposas acariciaban su cuerpo.
Se ofreció al universo. Comulgó con el cosmos. Desnudó su inocencia al sol primaveral. Y abrió, poco a poco, sus pétalos de rosa:
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