La sangre en acecho cubre los rosales: Recuerdo la danza de las núbiles como si la estuviera viendo ahora mismo.
¡Qué tiempos aquellos!: los de ahora.
Núbiles que luego fueron muriendo de hambre o de sed por los caminos... o en los prostíbulos paradisíacos del Oriente o del Occidente.
Mis hermanas. Fuego puro. Su recuerdo enciende mi odio: un odio grande, inmenso. Tan grande, tan inmenso, o más... O más que un delirio de avispas en torno al límpido rosal:
Y es que la sangre en acecho aun cubre los rosales.
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