Nunca compres un espejo
(Collaje* 2)
Ignoro todos los senderos del mundo –dijiste- pero tengo la paciencia del peñasco. Me sentaré de noche /en la frente de los nenúfares. En su corteza /descubrimos /un camino secreto que ignoran las ramas. Y con la cabeza vuelta al alba naciente, reconoceré cada recodo del camino para encontrar en el viento /los senderos que llevan al bosque natal.
Y como / esa arena fina /en el hueco / de una mano /en el pasado /donde el espíritu/solo /puede espigar. Y te alejaste de ti /hacia malezas /donde ya no te encontrarán. Y la noche te rodea como el mar que te fascina. Y la muerte a los ojos sube con la espuma. ¡Ah, lo que nos pasa siempre –a nosotros, los alucinados del azur- pero no de lo que somos simientes, amigo! El mar cuenta todavía el infinito /meciendo su péndulo.
¡Oh, Indira, el universo le parece honesto a las gentes honestas porque tienen los ojos castrados!
Pero tu ejecuta delante del espejo una danza hierática y violenta. Ante esto declaraste: pido la paz, la paz para el día, para el camino de las lavanderas bajo el orgullo negro de los pinos…
Paz para Rama Kam: tu cuerpo es la pimienta negra /que cantar al deseo; cuando amas Rama Kam /es el tornado que tiembla /en tu carne de noche de relámpagos / y me deja…
Pero recuerda, alguien te advirtió, a ese hombre que se va bailando /descalzo /por los senderos donde aún pinchan las espinas /de irritación. Y no olvides tampoco que las balas todavía decapitan las rosas /en las mañanas de sueño. Y que mañana, ¡ay! muchos párpados estarán /cerrados /para el día. Entonces no pudo tu lengua contenerse y grito:
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