Tras el 11 de septiembre, que dio por tierra, como castillos de arena, a las Torres Gemelas (habría que ver también como se calculó su resistencia) se esperaba la destitución de los jefes de los servicios secretos que no captaron nada; hecho lo cual, era de suponer que, la policía del Imperio de los EE.UU, con la colaboración de otras policías (casi nadie en justicia se hubiera negado) averiguaría quienes eran los culpables; y, dada orden de busca y captura, se les juzgaría; y, con arreglo a sus responsabilidades, serían condenados (o absueltos) de acuerdo con las leyes.
Pero no, nada de eso ha sucedido. Se ha declarado el hecho como un acto de guerra. Se ha señalado un culpable; y se ha apuntado como cómplices a todos los pueblos o estados del mundo que no estén con el Imperio de los USA. Entendiendo, éste, que “El que no está conmigo está contra mí”(pág. 354; Babbitt de S. Lewis: Madrid, Cátedra, 1985) Y envuelta la USA en una aureola de patriotismo <<“one country, one language, one flag”: Evans, fundador del K.K.K>> han bombardeado un país de campesinos y pastores pobres.
Han impuesto normas militares. Han restringido libertades. Patrullan calles y plazas. Cachean. Detienen. Y harán juicios sumarísimos... a delincuentes. Pocos han protestado por allí... y por aquí. El miedo ha inundado las gargantas de silencio. Los muertos... muertos están, en la zona 0, entre escombros polvorientos de metal. Afganistán ya tiene sus miles de muertos; y los muertos... muertos están, en la zona 1, entre escombros polvorientos de adobe.
El adobe y el barro, los campesinos y pastores afganos nos recuerdan a nuestros pueblos, padres y abuelos, a pie o en burros, camino de la arada por la llanura castellana. ¡Dios! ¡Qué terroristas!- exclamamos; e inmediatamente algún jefe del Imperio se asoma por la ventana diciéndonos: “¡ojo! ¡mucho ojo con lo que se dice! ¡eso es apoyar al terrorismo!”.Y, claro, nosotros aquí sin movernos y con el nudo en la garganta. El espíritu de Babbitt nos ha paralizado (“Las mentes uniformadas son el enemigo más temible”; pág. 142, o.c): espíritu colectivo del país donde se reivindica el individualismo... de los corderos de un rebaño; decía Marx que “las patatas de un saco, lo son, porque son un saco de patatas”.
Pero, ¿quién y que es Babbitt a quien ya hemos citado en otros artículos?: Babbitt, novela yanqui de S. Lewis (Premio Nobel) 1922, se titula así por su personaje principal, George Babbitt: empresario que se dedica a la venta de pisos; y cuyos objetivos en la vida son el Dinero, el Dinero y el Dinero; cuanto más mejor y al precio que sea. Cuando cambie, tímidamente, de comportamiento, le recordarán que es “tan liberal y tan tolerante como una navaja de afeitar” (pag. 321, o.c).
Su morada es de estilo colonial holandés situada en el barrio de Floreal. Pasa su vida entre ella, la oficina, los clubes y la iglesia presbiteriana a la que pertenece. Se dice, de él, que ni fabrica mantequilla, ni hace zapatos, ni escribe poesías... pero es un lince vendiendo casas por un valor superior al que las gentes pueden pagar. Se interesa por los proyectos municipales, y los conoce al dedillo, para comprar casas y terrenos... en los lugares que luego serán revalorizados; y al cacique político, Jake Offutt, mascador de tabaco y jugador de póquer, en recompensa por la información... le asigna el 10% de los beneficios del negocio.
Piensa que, los sindicalistas que luchan por la unión de los trabajadores... deberían ser ahorcados; en cambio, estima necesaria una asociación de hombres de negocios; y el que no quisiera entrar... meterlo a la fuerza. Su pensamiento, con respecto a las elecciones, es que no necesita el país un Rector de Universidad que visite países extranjeros y debata con intelectuales liberales, maestros o profesores, barbudos (a los que habría que echar de la enseñanza... de una patada en el culo), sino un buen gestor que lleve a cabo una buena y sana economía... que active los negocios como piensa Berlusconi, ahora.
Está a favor de la ley que prohíbe el alcohol... de puertas afuera; pero bebe como un cosaco pensando que dicha ley va contra la libertad personal... de puertas adentro. Declara, riéndose, que sabe varios idiomas: el americano, el póquer y el béisbol... que da salida a los instintos asesinos que él llama “patriotismo”.
En cuestión de razas, no tiene prejuicios: no le importa que el negro se gradúe en la universidad... con tal que no suplante al blanco. Está, por supuesto, contra la entrada al país... de “cochinos extranjeros”.
En fin, es uno más de su clase media americana, de nuevos ricos, que desprecia a todo el que no tenga tantos y tan buenos coches, tantas y tan buenas cafeteras, radiadores, frigoríficos, enchufes, consolas (cuanto más grande, mejor), toalleros transparentes, lavabos con una multitud de cepillos, jaboneras, esponjeras... todo reluciente como repisa de laboratorio.
Ahora, eso sí, le gusta servir bien al público, tratar bien al cliente; es, a su modo y manera, un empresario honrado; uno de los personajes se lo reprocha diciéndole: <<-A mí me gusta la honradez, siempre que no me resulte muy cara->>.
Efectivamente, George Babbitt tiene su pequeño coranzocito que le hace dudar de muchas cosas; y sueña con el hada del pensamiento libre apartándole del “enemigo más temible”: el pensamiento único. A veces, se escapa de la familia, y de la sociedad, con su amigo Paul, al monte; u otras valentías... una manera, como otra cualquiera, de liberarse de los que dictan que “el día es templado, los jornales caros y los intereses hipotecarios bajos”.
Pero tuvo que venir un cataclismo social... ¡la huelga!... para atreverse, tímidamente, a decir: que el abogado Doanne, antiguo compañero de clase, también es americano... aunque defienda a los huelguistas; que no ve razón alguna por la que haya que echarlo de la ciudad, aunque... él no esté de acuerdo con sus ideas; que, tal vez, tengan algo de razón los huelguistas, aunque... él esté contra las huelgas; que está contra los que alteran el orden... pero habrá que juzgarlos conforme a la ley y no condenarlos a priori...
Fue una leve brisa. Tan tímida que no pasó a más. El mundo de los negocios le retiró los créditos, los empresarios le dieron la espalda, la iglesia le negó el visto bueno espiritual. “Babbitt se encontró sitiado” Recibe la visita de varios amigos de clubes proponiéndole se adscriba a una nueva asociación. Él duda. No lo ve claro. Lo tiene que pensar... Uno de ellos le espeta: <<--Cuando se trata de una lucha entre la honradez y seguridad de nuestros hogares... y las exigencias de unos canallas revolucionarios, hay que abandonarlo todo, hasta las enemistades. “El que no está conmigo está contra mí”>>. <<--Si, supongo...>> (Pág. 354, o.c)
Titubea, con miedo; y todos titubeamos, con el miedo taponándonos la garganta. “Todos”, universalizando a los personajes de S. Lewis. Como lo hace Juan José Coy, quien al final de la introducción de la novela (pág. 38), se expresa así de tajante: “Los americanos pueden quedarse tranquilos si piensan que a este lado del Atlántico, en Europa y en África, o en cualquier parte, no se dan vendedores de viviendas ladrones, especuladores descarados o caciques pueblerinos que no saben sino responder con el insulto a las razones, con la amenaza a las protestas documentadas”.
2 comentarios:
Tengo que leerlo, desde luego!! Gracias por el avance. Increible como siguen siendo las cosas más de 80 años después. "Pensamiento unico", es una cosa interesante para estudiar.
Gracias!!! Mil gracias de nuevo!!
Y todo tendrá que cambiar. Irremediablemente.
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