lunes, 6 de agosto de 2007

Artenavas 07: Las Navas del Marqués, varios olvidos y un inciso

Por José Mª Amigo Zamorano

Cuadro de Aute en Artenavas 07

Las Navas del Marqués


En el post anterior hablamos de una visita que hicimos a una exposición de arte contemporáneo que, con el rótulo de Artenavas, comenzó allá por el año 2002, con ínfulas de feria de arte, en Las Navas del Marqués y que ha terminado con tan solo 14 expositores.

Fue, como acabamos de decir, en la villa abulense de Las Navas del Marqués. Villa que está situada, casi, en la Sierra del Guadarrama, a pocos kilómetros de El Escorial. Lope de Vega en unos versos decía: “Yacen al pie de Guadarrama helado / Las Navas del Marqués ese es su nombre / donde el florido prado viste un prado / que no hay escarcha o nieve que lo asombre”. Un pueblo que mas que mirar para Ávila, se inclina hacia Madrid de donde le vienen los forasteros en el verano y el trabajo todo el año. Se hizo tristemente célebre a últimos del pasado año y principios de este, pues el Ayuntamiento del PP (el alcalde y el secretario están imputados) Al parecer desde el Ayuntamiento consintieron la tala de 4 o 5.000 pinos cuando ya el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León había prohibido construir, una denominada Ciudad del Golf, en ese sitio protegido donde anida la cigüeña negra y otras aves. Ya en años anteriores, su castillo (tiene uno llamado Magalia) recibía la visita del que fuera presidente del gobierno de España, Felipe González. Y como se viera, aquel, por entonces, envuelto en casos de corrupción, algún que otro malicioso dio en llamar al castillo, la cueva de Alí Babá.

Por otra parte, por aquí anduvieron el escritor Lope de Vega (citado más arriba) y el humanista, asesor de Felipe II, Arias Montano. En el año 1917 se encontraron, veraneando, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Se hicieron amigos y Dámaso Alonso inoculó el veneno de la poesía a Vicente Aleixandre. Todos sabemos el resultado: V. Aleixandre, premio Nobel. Por los años cincuenta, pasaron por él pueblo numerosos personajes, de los cuales destacamos, porque nos da la gana, al escritor extremeño Eusebio García Luengo o al director de cine Bardem, donde escribió el guión de una de sus películas más emblemáticas: Calle Mayor.

Varios olvidos:

Bien, cuando hicimos esa rápida mirada a Artenavas 07 se nos pasaron por alto, en un primer momento, 3 artistas que exponen en la exposición que membramos: Aute, Canogar y Casañé. Un olvido no intencionado, pero injusto sino lo remediáramos. Es lo que tienen las prisas, que son como miradas a medias y, como dice el refrán: las medias, no son buenas ni para las piernas… Olvidarnos de ese Aute, tan famoso… y por tanto de sus círculos concéntricos del dolor que manan lágrimas… de este Diego Canogar, ¡Ah, Canogar!... de casta le viene al galgo… sus esculturas de hierro se tienden en el espacio como telas de araña. O ese Albert Casañé, cuyo hierro sale de sus manos adquiriendo blandura algodonosa.


Un inciso sobre José Luis Menéndez:

Curioso, que fueran, sobre todo, escultores del hierro,herreros modernos del Arte, los que se nos olvidaran ya que su buen hacer, sin menospreciar a los restantes artistas, nos había complacido. Particularmente José Luis Menéndez. El de raíces férreas, cabellos de hierro al viento, endurecidas entrañas y nervios de acero que se hunden en la tierra.

José Luis Menéndez que, suponemos, al tiempo que trabaja, medita. Y sus meditaciones nos llegan con esas claves metafóricas, con esos sms que se van introduciendo en el ordenador de nuestro cerebro. Nos gusta creer que son el espíritu de su creador, José Luis Menéndez hecho Hombre: El Hombre fuerte como el hierro. El Hombre, creador del mundo en que vivimos, desafiando a los cielos de donde procede el rayo destructor. El Hombre, con mayúsculas, hecho además Mujer que se enfrenta, al tiempo que se ofrece, (recordamos otra mujer: la del monumento al poeta Curros Enriquez, en La Coruña, quien, con el torso desnudo, desafía al Destino, quizás al Mar Incógnito) Decimos que se ofrece, porque lo engendra con placer y lo pare con dolor. Esa mujer, que desafía los vientos tormentosos de la Vida, con sus cabellos al viento y la mano abierta para seguir abonando y sembrando la tierra, es capaz de sacrificarse, si fuera preciso, en acto heroico de pervivencia de la especie; no por casualidad el corazón lo tiene a la altura de la vulva y los testículos. Homenaje, pensamos, de José Luis Menéndez a su padre, a su madre, o a él mismo.

Una conjunción de barras de hierro, retorcidas, que se engordan y adelgazan para lograr, como un mago del hierro, de la materia inerte un acto, vivísimo, de objetivo dramatismo.

En fin, asi es el Hombre de grandioso. Y lo sabe. Y es consciente de esa elevada estatura, capaz de las más grandes hazañas.

Mas, no queda ahí su reflexión, sino que la transforma en meditación dialéctica. Lo decimos porque el Hombre, lo mismo que se eleva a las alturas, se abaja hasta las más repugnantes y criminales acciones: ama y odia: acaricia o hunde a sus semejante, con la daga asesina, en la más negra noche que es la muerte: señor, por tanto, de la Vida y de la Muerte: de la Paz y de la Guerra. Así nos habla, nos grita, José Luis Menéndez en sus creaciones: ¡mirad al Hombre!

Sobre el hierro vuelca sus reflexiones, sus inquietudes más profundas, porque le parece la materia más apropiada: permanente y degradable: hueso y carne: igual que el artista como individuo: podrá pervivir en el recuerdo de las generaciones futuras, enraizarse en el recuerdo de la Humanidad; o, como las raíces, hundirse en el polvo, en la tierra y desaparecer: es la caducidad: el final de todo ser vivo: volverse elemento químico: hacerse Nada creadora para seguir alimentando la Vida a las futuras generaciones.

Eso significan sus esculturas de hierro hechas raíces, convertidas en cabellos, transformadas en huesos y vísceras... Es el Hombre: fuerte como sus huesos, débil como su carne y quebradizo como las finas hebras de pelo.

Aunque, tal vez, por qué no, este artista, al que no conocemos de nada, al que no hemos tratado en ningún momento, no haya pensado, jamás, en estas cosas, ni haya visto, no oído, nunca, nada sobre el monumento a Curros Enriquez. También podría ser. Sin embargo, nos gusta verlo así... Qué se le va a hacer. Alguno tenía que laborar sobre los grandes temas del Arte...

1 comentario:

Concha Pelayo/ AICA (de la Asociación Internacional de Críticos de Arte) dijo...

No sé si al Aute que te refieres es a Luis Eduardo Aute. Le conozco desde que yo era estudiante en Madrid allá por 1968 y su mujer fue compañera mía de estudios. Se llama Maritchu Rosado. Nos hablaba de un tal Eduardo por el que estaba loca perdidaa. Al cabo del tiempo resultó el Aute que todos conocemos. Era muy frívola y me sorprende que todavía sigan juntos.
Si por casualidd no es ese Aute, lo que te he dicho como si no te hubiera dicho nada.

Un abrazo.