(f)
Vi con gozo al evanescente abril
En los tiernos brotes de los chopos.
Conozco certeramente las esperas
En las fallidas citas de las fuentes
Con el anhelo de la sed insatisfecha.
Me acariciaste a la fuerza largo tiempo
Con intención de lograr una tregua
A la promesa arrancada a aquel otoño
Que fue certera angustia de lo porvenir.
Pero el viento continuó con la memoria
Y aúlla salobres pasajes de desconfianza
A los árboles extraviados en la tormenta
Para así quebrar su valiente resistencia.
Lo indecible ya no podrá llevarme más
Como a un invidente a abismo insondable.
Dame el soplo a fin de filtrar los silencios
Para obstaculizarle al viento su mensaje.
-Préstamos de nuevo
Ya nada te pertenece.
(g)
Estoy ciertamente perdido por deudas
Que muy pronto, creo, lograré saldarlas.
Falté a la cosecha de volubles estaciones
Cuando más imprescindible era mi mano
Para la necesaria recogida de los frutos.
Y mírame, tú, si, allí, en la noche usuraria
Vendido a las luces de neón de la lujuria.
Huida fue, sin duda, que no otra cosa era,
punteada por aquellos furiosos ladridos.
Me persigue a todas horas ese tal Shylock
Con su ansiosa y pertinaz insistencia
Para cobrarme si fuera preciso en carne
El exiguo jornal con el que me alimento.
Siento ya como husmea su cánido olfato
En la pista certera de mi último reducto
De mi muy chulesca resistencia individual
E intransferible, mientras mi ego aguante.
Frotado sin cesar a mis aguzados sentidos
En la fatua soledad de jornalero sin zapatos.
Para más inri estoy vestido de cascabeles
Parapetado tras un breñal lleno de oídos
Donde habita además el felino talismán.
-Toma por testigo atajos
Fraudulenta presencia.
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