...Viene del post anterior
F)
Pero ya antes de que la señora Rosario se cruzara con él, su mente se quedó vacía. Fue nada mas avanzar unos pasos, tras despedirse de Mohamed. Posiblemente le ocurrió algo parecido a lo que un día de niebla, allá en su tierra, le había acaecido cavando en torno a las cepas de una viña: de repente se preguntó quien era, dónde estaba... se le borró todo recuerdo. Fue poco tiempo pero le ocurrió. De modo que, cuando la señora Rosario le saludó, estaba en el limbo del olvido.
No le sentó, por cierto, nada bien a esta señora y según se marchaba el Padre de Husein mascaba todo un rosario de las mas lindas frases:
-'Moro de mierda', 'muerto de hambre', 'piojoso'... 'a la mar, de donde viniste, te tendrían que echar', 'te vas tu a enterar de quien soy yo cuando te suba el alquiler, ¡jilipollas!'...
Debió estar en el limbo del olvido decimos. Y en ese estado debió de andar y andar perdido entre calles y callejas. Lo decimos porque todas las referencias de la señora Rosario indican que no era esa la dirección hacia el Risco San Tuno, que está en el este, sino rumbo al sur y al suroeste.
Hasta que, suponemos, de la misma forma que le vino el hueco se le iría esa vaciedad de la mente y se le llenaría de recuerdos, hasta encontrarse a si mismo volviendo a la idea original de ir a encontrarse con el Padre de Husein; a quien había visto morir despeñado y devorado por los buitres. Debió ocurrir eso a la 1 o 1'15, pues a esa hora lo vieron dirigirse presuroso al parque, saltar la valla, beber en la fuente y subir el sendero cuya meta era la cima del Risco San Tuno.
La inclinación de la cuesta se hace en el último repecho mas pronunciada, teniendo que apoyarse, seguimos suponiendo, en el cayado de punta de acero. Al llegar arriba subió al peñasco, el mismo donde se había subido el Padre de Husein. Incluso extendió los brazos, miró abajo, a la valla del parque: desde arriba no se distinguía apenas, pues la nieve, posándose en los hierros durante la noche, los escondó en la blancura de la nevada. Solamente la fuente se erguía con un penacho de blancura, con un gorro de nieve en su cima y unos carámbanos de hielo se deslizaban del gorro como hebras de plata brillando al sol.
Iba a lanzar el grito de 'Alá es grande' pero su boca se movió mecánicamente y le salieron las tres palabras apenas audibles, como si en la mitad de su recorrido se hubieran extraviado por intrincados dédalos, perdiendo en el trayecto su contenido y su fuerza. Sus ojos quedaron prendidos de lo que le rodeaba, todo blancura, sin poder aferrarse a algo conocido. La tierra había desaparecido. Ya ni siquiera se preguntaba quien era. Ni tan siquiera podía angustiarse, como cuando cavaba alrededor de las cepas, ante la ignorancia de quien era, ni donde estaba, ni por qué manejaba la azada alrededor del arbolito. Ni eso: su mente se hallaba en blanco como la nieve. Incluso es muy posible que se estuviera volviendo gris, como la niebla que estaba sustituyendo al sol aceleradamente. Bajó del peñasco y subió lentamente a otro sin ningún sentido de la orientación y abrió los brazos sin saber la razón. Como un muñeco sin alma. Y al subir los brazos se resbaló. Las piedras estaban heladas.
(seguirá) ---
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