miércoles, 6 de junio de 2007

Iswe Letu: La lucha por la chuleta


El diario El País del 2 de junio del 2007, Julio Llamazares, conocido escritor leonés, analizaba en un artículo el por qué del escoramiento del voto madrileño a la derecha. Daba por sentado que el PSOE es un partidos de izquierdas. Y aquí y ahora no hay que dar por sentado nada. Divergencias aparte con este magnífico escritor (y poeta: La Lentitud de los bueyes es un magnífico poemario) creo que en algo tiene razón: Madrid se ha cerrado ante el empuje de nuevas fuerzas. Pero creo que son económicas sobre todo. Daría para un debate porque yo no tengo datos de la nueva situación económica.

Lo que me ha hecho reflexionar acerca de esto es ese continuo sonsonete ¡España, España, España!, ese, pudieramos decir, centralismo de Estado, cada vez más furibundo, por parte de la extrema derecha: por parte del PP. Lo ilustra perfectamente el ataque al Estatuto de Cataluña y ahora con Navarra y Euskadi.

Pero, ¿por qué tanto griterío?: refleja el miedo, creo yo, a perder influencia ante las nuevas fuerzas agrupadas o reagrupadas en torno a la nueva realidad creada con los estatutos de autonomía de las nacionalidades históricas y del resto de regiones autónomas.
Es lógico que esos complejos económicos capitalistas quieran coger lo que más puedan para ellos. Es así el ansia de dinero del Capital. Y entran en colisión frontal con otros complejos económicos surgidos, o mejor dicho fortalecidos, con el franquismo. Estos imperios económicos, y otros venidos del extranjero que han engullido a algunos de los anteriores, quieren barrer para dentro de su casa. Antes lo hacían desde Madrid. Allí estaban sus sedes principales. Cerca del poder político.

¿Y Ahora, qué?: ese poder se ha dispersado, no todo lo que las fuerzzas del nacionalismo periferico querrían, pero se ha dispersado. Se ha aflojado un poco la cuerda centralista, españolista; es decir del nazionalismo gran español. Ha perdido fuerza. Y puede romperse quedándose, una parte de ese Capital, sin un trozo del botín. De ahí el lema ¡España se rompe!. Pero lo que puede romperse, y volar a otros nidos capitalistas, es la parte del beneficio que sacaban de la explotación del pueblo español, esas fuerzas centralistas. En Madrid se atrincheró ese estado centralista, españolista, gran español; es decir: fascista. Ese Madrid se ve en peligro. El peligro lleva consigo el miedo, arrastrándolo hasta esa cohorte de miles y miles de funcionarios, de obreros servidores de ese capital que ven peligrar sus puestos de trabajo. Es la masa que se mueven acicateada por ese miedo. Peligra -eso creen- su modus vivendi y modus tragandi.

El Madrid, de 'rompeolas de todas las Españas', recuerda Julio LLamazares, se está convirtiendo en fortaleza de una sola España: la de ellos. No es más que la lucha por ver quien se lleva la chuleta más grande. Luego, quien la consiga, le echará los huesos a los votantes. Así de simple.