jueves, 20 de septiembre de 2012

Antaño y hogaño unidos por pañuelos


Libro: El tiempo detenido: historia gráfica de Las Navas del Marqués
Autores: García Yebra, Tomás; Manzanero López, Pedro Antonio, (aut.)
Ediciones JC Clementine
1ª ed., 1ª imp.(05/2012)
256 páginas; 29x21 cm
Idiomas: Español
ISBN: 8495121956 ISBN-13: 9788495121950
Encuadernación: Rústica



El tiempo detenido. Historia gráfica de Las Navas del Marqués. Así reza el título del libro, cuyos autores son P. A. Manzanero y T. García Yebra

Podían haberlo rotulado 'El Tiempo Pasado'. El vocablo 'pasado' ya previene de que se quedó añejo, con mal sabor y olor. Y otro habría de continuar fluyendo joven, dulce y fragante. Un matiz, además, que implica un presente originario y un futuro problemático, pero futuro al fin y al cabo, aunque se intuya oscuro. Como lo es. Casi siniestro.

El tiempo es un movimiento continuo que se lleva fatal, casi como el perro y el gato, con la fotografía. Esta pretende detener el tiempo, si bien solo consigue detener el instante. Mas, ella, erre que erre, sueña con ser una barricada a la riada del tiempo para así detenerlo. ¿Para qué? Pues para recrearlo. O nostalgearlo, si se le permite a Ma Galio ese palabro sacado de no se sabe donde. Igual pensaba Jorge Manrique cuando nos deleitaba amargamente diciéndonos: 'Recuerde el alma dormida,  / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando, / cuán presto se va el placer, / cómo, después de acordado, / da dolor; / cómo, a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado /fue mejor'. Él no tenía cámara fotográfica. Poseía, eso si, todo un carrete impreso en su memoria. Nostálgica, añorante, del tiempo ido.

La técnica fotográfica si no puede detener el tiempo que fluye constante y se convierte en imparable inundación, al menos logra retirar o extraer o salvar de la corriente, de ese oleaje impetuoso, el momento, el instante, el segundo que, siendo por su naturaleza fugaz lo convierte, milagrosamente, en tiempo detenido eterno.

Aunque, para qué negarlo, lo castra convirtiéndolo en un muñeco plano, sin vida. Por tanto sin volumen y sin matices. Sin cuerpo y sin alma. Nada nos dicen esas fotos de cómo había llegado el retratado o lo retratado a ese estado. Su nacimiento y devenir nos quedan sustraidos.

El tiempo detenido. Historia gráfica de Las Navas del Marqués. Lee Ma Galio. Mira la foto de la portada: unas mujeres han ido por agua a la fuente. Al lado de ellas, dos vacas jardas lecheras beben agua en el pilón de la misma fuente. Idílica estampa de convivencia de personas y animales, ajena a la preocupación de hogaño por la higiene, la seguridad sanitaria que parece querer separar a ultranza de la sociedad al mundo animal. Olvidando quizás que todos somos naturaleza.

Salta a la vista casi de inmediato que la foto se da de hostias -piensa nuestro guardia civil- con el tiempo detenido pues, este, para desmentir la posibilidad de su detención ha seguido su curso cuarteándola a la foto. Está seguro que, en el instante de sacarla, saldría lisa, brillante y pulida. El tiempo imparable se ha vengado, arrugándola, ajándola, de los que quiseron aprisionarlo.

Tan cuarteada aparece la foto que, Ma Galio, no se resiste a soplar sobre ella, cerrando los ojos y, en su imaginación, ve levantarse polvo y desaparecer la escena bucólica navera.

Un detalle le podría hacer pensar, a nuestro guardia civil, particular e intransferible, en eso que denominan 'eterno retorno' o vuelta de la Historia que logra la foto. Y se sonrió. El detalle que menciona es mujeres con sus pañuelos en la cabeza, uno negro y otro blanco; imagen muy actual; en Las Navas, aquí y ahora, hay numerosas mujeres con sus pañuelos; son, supone el miembro de la Guardia Civil, de religión islámica, marroquíes sobre todo. Ese 'eterno retorno' o vuelta de la Historia se refiere a que, en un momento de la Historia de España, hubo mayoría de musulmanes y minoría de cristianos, luego, con el paso del tiempo, se invirtió la composición: minoría de musulmanes y mayoría de cristianos. Fueron tiempos en los que, en nuestra tierra, hubo tres culturas: musulmana, judía y cristiana. Eso se borró tras la marcha obligada de los judíos y los moriscos.

Y en el momento actual se da una situación similar. Una minoría de musulmanes, con sus costumbres, se ha asentado en las tierras de Las Españas y no parece que se vayan a marchar. Faltaría la minoría judía. Mas, aunque en menor número que la musulmana, también los judíos han regresado, sobre todo sefardíes. Ma Galio ha conocido al que, hoy, es Presidente de la Comunidad Judía de Madrid, Jacobo Israel Garzón y además acompañó a las simpáticas hermanas Kohen, fundadoras de Raíces, revista judía de cultura, por las calles naveras.

Velos, pañuelos... Costumbres de antaño para algunos, hoy continúan con fuerza para otros.
Ma Galio se pone serio al recordar, como lo ha hecho, que se invadió Afganistán, con el pretexto, poco consistente, entre otras cohartadas, de liberar a las mujeres de burkas o velos o pañuelos. Las bombas han caido, posiblemente, sobre mujeres, como esas de la foto que llenan sus cántaros de agua en la fuente. Y la sangre ha regado hontanas, manantiales y ríos. Con la anuencia del Gobierno de España. Allí está el Ejército Español. 

Por cierto, que, a las mujeres, en vez de liberarlas, luego de ocupar su territorio, se han olvidado de ellas y de sus velos y burkas y...

-¡Milagro! -exclama Ma Galio- el tiempo ha sido detenido: el antaño se unió al hogaño mediante pañuelos, velos, burkas...

Gracias P. A. Manzanero. Gracias T. G. Yebra. Habéis logrado lo imposible: detener el tiempo con la historia gráfica. Como reza el título de vuestro libro.