"... Fraga es contundente al señalar el éxito del proyecto. Sólo se reforma aquello que se quiere mantener. Con estas palabras tranquilizaba a los militares, a la Iglesia católica y a la banca.
¿Pero en que consiste el mito de la democracia monárquica española?
En dos relatos.
El primero plantea que los españoles votaron la monarquía con la Constitución en 1978 y que su instauración es, por tanto, democrática, ya que la Constitución es democrática, una tautología. Aquí no se separa el origen bastardo acordado en las cortes franquistas y se olvida que por la cadena de sucesión quien debía, en caso de acceder, era don Juan de Borbón, el padre del rey. La carta de Juan Carlos I pidiéndole a su padre dicho acto es significativa. Encubrir esta realidad ha supuesto recrear otra. Se construye un falso demócrata. Emerge un rey forjador del consenso político, lleno de virtudes. Se trata de fortalecer la corona. Conclusión: sin el rey no hay transición democrática. El relato es claro: el entonces príncipe engañó a Franco. Le hizo creer que mantendría los principios del movimiento, los cuales juró, razón por la cual no jura la Constitución si no cometería perjuro. Es decir, no le engaña.
Pero sus acólitos presentan otra versión: aniquiló al franquismo, legalizó a los enemigos de su mentor, comunistas y socialistas. Es un demócrata. Si éste es el primer mito, el segundo está dentro de la contingencia y se refiere a la intentona golpista del 23 de febrero de 1981. En ese instante, se dirá, se mantuvo leal al orden constitucional, impidió que las fuerzas armadas derrocasen a la frágil democracia. Salva a España. Gracias a su persona gozamos de libertades, paz y democracia.
¿Pero es verdad? Lo cierto es que se mantuvo en silencio durante siete horas. Además, mantenerse fiel a la Constitución era su deber; no es tan cierto que su talante fuese democrático. Las pruebas presentadas por los generales y cuerpos de seguridad indican que la casa real dio luz verde. Pero la maniobra se torció. Aun así, en España, una sociedad cortesana, bobalicona y miédica asume que sus monarcas son intocables, por ello censura revistas, lleva a la cárcel a quienes queman retratos y se retrotrae al siglo XVIII, quizás porque nunca ha salido de él, aunque lo crea, sigue siendo provinciana y caciquil, por ello monárquica.
Ni la monarquía ni sus mitos se sostienen. Es tiempo de la república, así sólo sea por memoria histórica y por dignidad democrática. Su pueblo se lo merece."
(Análisis de Marcos Roitman Rosenmann en La Jornada 'México'
"Ni la Monarquía ni sus mitos se sostienen. Es tiempo de la República". En el párrafo último)
05:53h. del Domingo, 14 de octubre.
(TOMADO DE http://www.larepublica.es/spip.php?article7399)