Llegados a este punto, tenemos que decir que, a nosotros, nos parece que la inteligencia no tiene clase. Es decir: puede surgir hasta en la cuna más humilde unida a la valentía, el arrojo y otros ingredientes explosivos. Solo se necesita una ideología determinada que la alumbre para que su acción, planeada y ejecutada por unas personas concretas, nos sea agradable o nos parezca horrible.
Así, la masacre de Madrid nos resulta odiosa, repugnante, irraccional, sin sentido. Nos hace apretar los puños de rabia.
Dicho lo anterior, como principio, tenemos que añadir que la comprendemos dentro de una ideología, en este caso religiosa, que, como todas las ideologías religiosas, es irraccional teniendo, como tiene en el punto de mira, como enemigos, a todos los que no comulguen con su fe. A todos.
Y la comprendemos, además, en el marco de la historia que vivimos, donde los palestinos son asesinados todos los días, donde se invade países como Irak o Afganistán, donde se roba las riquezas de los pueblos pobres, al tiempo que se ridiculiza su civilización, sus creencias y hasta su modo de vestir. De modo que, en un arranque de irraccionalidad, alumbrados por su ideología islámica, consideran enemigo a todo aquel que pasa a su lado, sin distinción de responsabilidad o clase.
Es la historia la que los recoge, los junta, los concita y aguza su inteligencia; la religión los ilumina, los atiza, los mueve y los empuja hacia el martirio.
Con estos mimbres, con semejantes elementos, el buscar dinero, explosivos, armas... es pecata minuta.
Si de autores se trata, quienes quieran, con voluntad, mínimamente organizados, pueden ser los creadores de algo tan horrible como lo del 11 de marzo en Madrid.
Empero, si se quiere profundizar, más aún, para que no se vuelva a producir, el origen está en Palestina, en Irak, en Afganistán, en el saqueo de los pueblos por parte del imperialismo, en la miseria, en el hambre, en el llanto que golpea a estos hombres, que los persigue, que pisotea sus cojones hasta que saltan matando sin mirar a quien. Esos son los autores intelectuales de lo que pasó y del aciago porvenir. ¿Que la sociedad tiene que defenderse deteniéndolos, juzgándolos y condenándolos? Pues si. Pero si las causas no desaparecen, tarde o temprano, volveremos a sufrir sus zarpazos. Y si no, al tiempo.
Fdo: Iswe Letu
Fdo: Iswe Letu