jueves, 18 de octubre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Velos, pañuelos... Cortinas de Humo

Hutintong profundamente
satisfecho de sus carniceríasLuchando contra el racismo
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De una parte acá se está hablando, demasiado, de vestimentas: pañuelos, chaqué, velos, burkas, turbantes... Es ciertamente sorprendente que estos ropajes que, por sentido común, nos atrevemos a decir son elementos superficiales, sean presentados como algo esencial. Y, ¡coño!, de esenciales nada.

Pero, ¿por qué, ahora, cobran tanta importancia? Pues, por eso, porque sirven, como cortinas de humo, para esconder las vergüenzas. Y el apellido Huttintong http://es.wikipedia.org/wiki/Samuel_Phillips_Huntington nos viene a las mientes. Pertenece, este apellido, a un alto personaje de la administración yanqui; intelectual y profesor de no sé que universidades. Autor (quizá no solo él) de la llamada lucha o choque de civilizaciones http://es.wikipedia.org/wiki/Choque_de_civilizaciones. Un arma ideológica del imperialismo para apoderarse de la riqueza de los países pobres, sobre todo de sus gases e hidrocarburos.
Para ese robo todo vale: el burka, la democracia, la guerra, el terrorismo... Conceptos que, bien cocinados y mejor aderezados, pueden llegar a demostrar que la civilización, creada por esos pueblos donde existen esas riquezas naturales, es horrible en todas sus facetas, con el agravante de que se está preparando para derrotar a la otra en todos los frentes. Por todo lo cual que hay que combatirla, primero con la palabra, después… con métodos menos blandos.

Ahí es donde emergen, al primer plano de la actualidad, lo más común o vulgar, lo más cotidiano, adquiriendo características preocupantes y amenazadoras para la otra civilización: en este caso la civilización cristiana occidental; civilización que ansía el tesoro que se esconde en el subsuelo de los pueblos pobres.

Una vestimenta, detrás de la cual las mujeres afganas esconden sus vergüenzas, se eleva, como monstruo gigantesco, hasta el pedestal demoníaco: el burka: ese vestido de las mujeres afganas se convierte en una amenaza a la libertad, a la libertad de las mujeres del mundo, a la libertad de expresión, y de manifestación, a los avances democráticos, a la civilización occidental, en pocas palabra: a la felicidad del hombre total: ¡El burka! ¡Ahí es na! ¡Arma temible de destrucción! : un eslabón de la cadena que la civilización musulmana quiere lanzar al hombre occidental para atarlo de pies y manos. Pero éste es solo un eslabón, hay más: el velo, el pañuelo en la cabeza…De modo que, ante el peligro del burka, del velo, del pañuelo en la cabeza… armas todas de destrucción masiva..., hay que invadir, someter esos pueblos, aplastarlos si fuere necesario mediante la fuerza: ¡guerra a las vestimentas árabes... que detrás están las carnes!

Y la guerra llegó. La llevaron a varios países.

El más sonado de ellos, en un principio, fue Afganistán. País de un pueblo de campesinos pobres, pero rico y codiciado por numerosos motivos.

Bien, lo demás (incluidos los soldados muertos que de vez en cuando regresan a sus casas) es de todos conocido: fue invadido, masacrado, ocupado... y, como ejemplo de democracia, le pusieron a un títere por presidente... para mayor ornato pusieron un rey exiliado del que nadie se acordaba y no ha pintado nada mas que para seguir comiendo a cuerpo de rey, en un pueblo de gentes hambrientas.

Si, han conseguido lo que querían, de momento, hasta llevar, muertos, a sus países, a jóvenes soldados, para mayor gloria y honor de los ejércitos invasores; y, de momento, están bien situados, los agresores, para un control de las riquezas, para un saqueo y para una vigilancia de los pueblos y países que rodean Afganistán.

-Y del burka, de las mujeres, de la democracia, del bienestar del pueblo, del desarrollo económico... ¿qué?

-Una pregunta estúpida, tí@. ¿Qué les importa a los ladrones armados todo eso? Nada, coño, nada, que no te enteras. Todo lo que has nombrado, no son mas que vestimentas, cortinas de humo, para esconder el ladronicio: las vergüenzas del ladrón.

Fdo: José Mª Amigo Zamorano