-Cuentecillo en memoria de Concha Tristán que militó en el FRAP por la República, por la Libertad-
(procede de anteriores textos)
...
-¡Oye!, ¿no eres tu una golondrina?
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-Ya se ve.
-¿Y no serás por casualidad una de las 100?
-Estuve en aquel suceso. Ahora me encuentro encerrada en esta prisión.
Y le contó su desgracia.
-Hemos oído que cuatro del grupo de las 100 te están buscando. El resto emigró hace tiempo. Se lo voy a decir a mis parientes. Se alegrarán.
-¿Los tienes aquí?
-Si. Somos 3 hermanos y 2 primos. Yo me llamo José Humberto y mis dos hermanos se llaman José Luis y Ramón. Y los primos Txiqui y Otaegui. En realidad todos somos claveles...
-¿De dónde vienen esos nombre?
-Como te digo todos somos claveles. Pero la estudiante que ha aprobado la carrera nos ha bautizado así dándonos un beso. ¿Sabes qué día es hoy?
-No.
-27 de septiembre.
-¿Y?
-¿Y?... ¡Ah! ¡Ya entiendo! Tu desapareciste antes de que ocurriera esta historia. Te la contaré con brevedad: hace unos años vivió un hombre malo que tenía por nombre Franco y no porque fuera sincero y abierto. No. Dirigía una dictadura cruel y sangrienta contra el pueblo. Mucha gente, la mayoría, lo odiaba. Luchaban como podían contra él. Contra esa dictadura militar. Entre ellos los jóvenes. Cinco decidieron combatirla con todas las armas en sus manos. Otros muchos también. Y se opusieron, legítimamente, a la violencia dictatorial con la violencia de la libertad. Eran débiles. Eran pobres. Eran pocos. Pero eran puros. Marcaban camino al andar. Pero los apresaron, los torturaron y los asesinaron un 27 de septiembre de 1975. Y todos los 27 de septiembre se celebran actos en su memoria. Colocan claveles rojos en sus tumbas que los malos arrebatan de ellas. Golondrinas en guardia se encargan de reponerlos en recuerdo y homenaje a esa golondrina generosa y a su generosa hija que sacrificaron su vida por los demás. Este año tocaba a las 5 últimas golondrinas del grupo de las 100. Es importante este simbólico acto porque, muchas, han ido perdiendo el recuerdo de aquello o se han dejado llevar por el desengaño o porque las tareas le ocupan tanto tiempo que las agota y cuando llegan al nido permanecen mirando como espectadores hasta que se duermen.
-Tal vez muchas, como yo, contemplan prisioneras el devenir de los acontecimientos sin poder hacer nada. O son prisioneras porque nadie les ha enseñado el modo y manera de contribuir con su acción a transformar las cosas. Paralizadas por la ignorancia. Se encuentran metidas en la mazmorra de la impotencia.
-Por eso es imprescindible tu concurso para mantener viva la llama de todo lo que es hermoso y justo y por lo que merece sacrificarse. En nosotros, los claveles, se halla la sangre de todos los héroes que en el mundo han sido y su aroma se expande en amoroso recuerdo.
-¿Y yo qué puedo hacer?
(seguirá)