martes, 20 de noviembre de 2007 | |||
Llevo un temporada peleándome con el colesterol y los triglicéridos. Es por ello que me he propuesto dejar un rato el ordenador e Internet, para caminar. Dicen que es la mejor manera de combatirlos. Hoy, una tarde otoñal con viento sur, como a mí me gusta, todo despejado, ambiente limpio, dejando ver el horizonte, me he ido a dar una vuelta a Fuenterrabía que ahora algunos nombran Hondarribia. Ya allí, me he acordado que hacía muchos años que no iba a charlar, un rato, con José Bergamín. Ese desconocido, para la inmensa mayoría de los españoles, tiene su tumba, aquí, en este pueblo hermosísimo de la Euskadi marinera. Político, poeta y quemado de la España mentirosa y traidora. Pero, sobre todo, para mi, aficionado. La cuesta que lleva al cementerio de la ciudad marinera, es dura, se suda y a fe que se pierden muchos puntos del colesterol y de los triglicéridos. Justo en la puerta se encontraba un viejo conocido de los años de curro en la Palmera. Hacía muchos años también que no nos veíamos y hemos charlado de ellos. Nada más entrar, miro hacia la tumba del poeta y, sorpresa, me encuentro con el alcalde de Fuenterrabía (Hondarribia para algunos) y varias personas más: guardaespaldas que velan por la seguridad de nuestros elegidos. Demasiados. Una sorpresa mas me espera, esta vez mayúscula: al irme acercando reconozco al ex president Pascual Maragall. Me ha dado un vuelco el corazón: es una persona a la que admiro desde que tengo uso de razón política. No se ha portado muy bien la vida con Pascual: le ha dado una puñalada trapera después de haber hecho tanto por este país de locos. Paradójicamente, dos personajes unidos por un parecido ideal, con caminos distintos para conseguirlo: José Bergamín y Pascual Maragall. Quiero pensar que, este último, ha ido a rendir tributo a uno de los pocos españoles íntegros que terminó hasta las narices de la España traidora y de la España consentidora.
Los dos han terminado hartos de esa farsa de España que solo es de unos pocos, aunque, estoy seguro, se sienten mas españoles que muchos de la derecha reaccionaria; pero, eso si, de la España de la diversidad, de la España de todos, no de la de unos cuantos. Pero también, paradójicamente, se han encontrado el Político que no ha hecho nada por la tauromaquia (Pascual Maragall), con el Político y poeta que amaba la fiesta (Pepe Bergamín) y que dejó escrita una ingente obra sobre el arte de los toros. No he sido capaz de estrechar la mano de Pascual y de agradecerle el gesto de venir a la tumba de José Bergamín; como no he sido capaz, así mismo, y sobre todo, de agradecerle el que, toda su vida, la haya entregado a la justicia social: en definitiva al socialismo. Ahora que todo el mundo se apunta a demócrata, ahora que muchos se apuntan a esa España que a otros tanto nos costó conquistar, me he alegrado de estar al lado de dos de los grandes de nuestra historia española: socialista y republicana. Bueno, pues eso, que con la emoción, casi no he podido charlar con José Bergamín, el aficionado a los toros. Otro día será. Hoy no tacaba toros... ¿o si? |
(tomado de la página web: http://www.elchofre.com/)