martes, 2 de febrero de 2010

Leemos y nos leen


He estado leyendo dos blogs que sigo asiduamente y algunos blogs más cuyas ligas encuentro en los primeros. Uno se titula "Africano" y el otro "Iswe Letu". Desde la roca marina en la que remo encuentro de pronto muchos compañeros que bogan con el mismo rumbo y mi roca se convierte en barca. Y la soledad en que me sentía se va llenando de esforzados remeros que me tienden lazos, sin que ellos mismos lo sepan.
"No estás solo" me dicen sus escritos. "Da otro golpe de remo que, aunque lo haces con tu estilo propio y desde el otro lado del Atlántico, el impulso es en la misma dirección".
Me animan así sin ellos saberlo.
Y mi mente afiebrada y mis cansados brazos renuevan su esfuerzo.
Yo, como un imbécil atolondrado por los golpes propagandísticos del capitalismo, pensé tontamente que era el único marxista que quedaba en la tierra. Era así el único comunista sobre el orbe. La idea era tan absurda que la sabía absolutamente falsa, pero el sentimiento de soledad ahí seguía.
De pronto encontré acá, en México, un grupo de marxistas que me dio esperanzas, pero demasiado pronto descubrí que no son sino marxólogos que sin aplicar el método marxista de análisis de la realidad pretenden catalogar a ésta como si todavía fuera la misma en que vivieron Marx y Lenin. Llegaron así a la aberración de descalificar a quienes, sabiéndolo o sin saberlo, lo mismo da, son un grupo que pensando desde su realidad y su cultura y con cabeza propia, han dado desde hace más de quince años el paso fundamental que Marx y Lenin señalan para vencer al capitalismo: Han convertido en propiedad colectiva, propiedad social, el principal medio de producción con que cuentan: la tierra. Son campesinos y el grupo de "marxistas" al que me refiero al inicio de este párrafo, por no ser obreros quienes se levantaron en armas y no haber podido expropiar fábricas que no existen en los territorios en que habitan y de los que viven, clasificaron como "pequeñoburgueses" a los rebeldes del sureste de mi patria.
Otra vez el sentimiento de soledad se instaló en mi ánimo. Quienes se levantaron en armas y al hacerlo se apoderaron de los latifundios que los mantenían excluidos y los hicieron propiedad social y sobre esa propiedad social, sobre esa estructura no capitalista, están reconstruyendo su sociedad y su política, están muy lejos geográfica y culturalmente de mí. Son, aquí en mi patria, mi ejemplo y mis hermanos mayores. Quisiera imitarlos pero no encuentro ni cómo ni con quién y sé que no es sano huir de mi realidad para refugiarme en la de ellos, aparte que también sé que no necesitan mi ayuda allá.
Poco a poco descubro los blogs que nombro al principio de este escrito y sus últimas entradas son una explosión de luz y compañía: desde el otro lado del Atlántico sus autores y colaboradores me dicen: "Cuidado con el sectarismo y el dogmatismo" (Iswe Letu: "Para un debate contra el sectarismo). Afirman también: aprendamos de Haití, primer país en el mundo que abolió la esclavitud y que por ello ha sido tan castigado (4 entradas en "Iswe Letu" de Guillermo Fernández Ampié, Eduardo Galeano, José Mª Amigo Zamorano y poesía "como arma cargada de futuro" y once entradas sobre Haití en "Africano") y sobre todo logran que sienta la compañía de muchos que piensan como yo: si en el mundo de los blogs encuentro a tantos compañeros, muchos más son los que caminan por las calles sin manifestar su ideas por medio de un teclado. Cuando logremos unirnos, capitalismos y monarquías se derrumbarán estrepitosamente.