jueves, 16 de junio de 2011

Unas palabras a los relatos de Seeber Bonorino

Libro: Un paquete para el mánager. Relatos negros de boxeo.
Autor: Arturo Seeber Bonorino
Editorial: El Garaje Ediciones S. L.
Primera Edición: Mayo 2011
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¡Qué cosas tiene el boxeo! 

En el transcurso de la lectura recordé a Cestona, a Urtain, a su tímida esposa y a su hijo. A Iraeta, el barrio de Cestona donde vívía el boxeador. La chuleta que cenamos mi compañero y yo aquella noche en el bar de Iraeta. Allí estaba el campeón cenando con su cuadrilla. 

Esa lectura, que acabo de terminar, es 'Un paquete para el mánager. Relatos negros de boxeo' de Arturo Seeber Bonorino. Título de la primera de las narraciones. Dies relatos con prólogo y un 'Glosario', componen el índice de estas 159 páginas. 


Y un glosario, ¿para qué?, preguntará, sorprendido, el lector de estas letras. Pregunta muy pertinente y respuesta necesaria: los relatos están redactados en el castellano particular de Buenos Aires y hay palabras, pocas, pero las hay, que son desconocidas del  público lector de las Españas, como por ejemplo: 'ababatar' (avergonzar), 'colectivo' (autobús), 'garpar' (pagar)... 

Redacción porteña de un escritor bonaerense afincado, aquí, en España, hace ya mas de veinte años y al que prometí, en Facebook, escribirle unas palabras sobre su obra. Sin que él me las pidiera. De su vida, algo se trasluce en la introducción, pues además de darnos una explicación del origen de estos relatos negros, a veces negrísimos, que surgen de ganar un premio literario... 

(ojeo la introducción y... no... no es aquí donde lo dice)... 

Sigo: de esa presentación saco que nació en Buenos Aires, que fue aficionado al boxeo, que participó en peleas, que conoció a Bonavena (de quien yo, que no tengo ni puta idea de boxeo, oí hablar antaño) y a otras figuras de Argentina, que estudió en colegios religiosos católicos de los que fue expulsado, que de su educación religiosa le ha quedado una rebeldía contra ella (o eso extraigo) porque asfixia las mentes y divide a las familias. Pone el ejemplo de un miembro de su familia (un tío suyo) separado de su esposa ('no existía el divorcio vincular') al que 'por severa imposición del párroco' prohibió que 'fuera recibido en casa de sus padres', de sus propios padres.

Esa rebeldía contra la educación católica la eleva a alegría y gratitud hacia la enseñanza laica cuando recuerda al boxeador Accavallo: se estaba examinando en un colegio laico y un compañero tenía una radio pegada al oido y oyó que decía ¡ganó Accaballo!: "con la bolilla en la mano, pegué el grito de: ¡Hurra!, un hurra que debe de haber hecho retumbar el aula. No obstante, por uno de esos raros milagros, se me permitió rendir el examen, y aprobé".

Rebeldía que se posa en sus relatos hechos de diversa factura en las que, en unas, domina el diálogo y en otras no tanto; la mayoría, escritas en tercera persona; la rebeldía contra la iglesia católica, apostólica y romana se va extendiendo a toda la sociedad tal y como está establecida: rebeldía contra los prejuicios machistas, contra el maltrato de los mujeres, contra la represión policiáca, contra la corrupción de esas fuerzas, contra el mismo destino que empuja a esos 'negros de mierda' a la miseria, a la muerte; rebeldía contra el racismo, pues esa expresión, 'negros de mierda', refleja todo el racismo de la sociedad argentina; rebeldía contra la dictadura de los 'milicos' que hizo desaparecer, asesinándolos, a mas de 20.000 personas...

Así lo veo yo.

Si bien, los relatos no son político-ideológicos, sino 'relatos negros de boxeo'. Y si cuenta algo de todo lo anterior es dentro del ambiente del boxeo. La política, la ideología, llega muy atenuada  porque los que andan en los relatos, son gente pobre cuya meta es salir de la pobreza, soñar con otra vida mejor y no militantes políticos. De allí salieron las figuras del boxeo argentino. Ya lo dice el autor nada más abrir el libro: 'El boxeo no es un deporte de señoritos'. 'El boxeo -añade a continuación- es una suerte de revancha de los que poco o nada tienen, una forma de civilizar el resentimiento y la violencia'.

Diez relatos, duros, negros, negrísimos, no aptos pios, acobardadicos... de los cuales resalto, porque atenúa la cruda realidad, uno casi tierno, el relato titulado 'El mortal gancho de derecha' y su personaje 'El Rulo' recordando lo que el autor dice: 'debo reconocer que al gestarlos (los relatos) me ha movido un poco la comprensión; acaso la realidad no sea tan clemente'.

Decia al principio que en el transcurso de la lectura recordé Cestona donde estuve de maestro y a Urtain, campeón de Europa de los pesos pesados, y a su tímida esposa y a su hijo, al que di clases. A Iraeta, el barrio de Cestona donde vivía el boxeador. Recordé la chuleta que cenamos mi compañero y yo aquella noche de 1970 en un bar de Iraeta. Lo hicimos porque al llegar a cenar, la patrona, emigrante extremeña, nacida en la pura misería, en la mas absoluta pobreza, como los personajes de esta lectura que comento, se había acostado y nos había dejado un poco, una pizca, de queso de cabra que le enviaban de Extremadura. Y no, la verdad, no nos apetecía cenar ese poco, esa miaja, de queso de cabra y nos acercamos, con el coche de mi compañero, Joaquín se llamaba, espero que no haya muerto, hasta Iraeta a tomarnos una buena chuleta. Allí estaba Urtain, el campeón de Europa, cenando con su cuadrilla. Allí nos enteramos de su triunfo. Y de que no se había acordado de su hijo. Ni de su hijo, ni de su esposa, a la que ni siquiera había ido a saludar al caserío, que estaba al lado, a unos pocos metros. Que Urtain no caminaba ya, cegado por la fama y el dinero, que levitaba, lo supimos enseguida, cuando, en medio de la plaza, ante sus vecinos, firmaba autógrafos a los guardias civiles, riéndose con ellos, olvidándose de que, unos días antes, la Guardia Civil había entrado a saco en esa plaza, donde estaba reunido el pueblo, disolviéndolo sin contemplaciones. De modo que, al enterarme, años después, que se había suicidado, tirándose por una ventana, en Madrid, no me sorprendió lo mas mínimo. 

¡Cosas del boxeo!