miércoles, 16 de noviembre de 2011

Lardeados como negros fugitivos


Que me lardeen como un negro fugitivo

Miguel de Cervantes enLa gitanilla
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-“Que me lardeen como un negro fugitivo”, propone ‘La gitanilla’ si no sucede tal cosa como ella dice. 

Que la castiguen de ese modo. 


Debía de ser muy común hacer eso en tiempos de Cervantes. Lardear a los negros. En los primeros años del siglo XVII escribió ‘La gitanilla’. 


Lardeaban, suponemos, a los ariscos, indómitos, rebeldes… En aquellos tiempos. En lo que llamamos hoy España había esclavos negros. No en el Congo, ni en Lousiana, sino, aquí, en la Península Ibérica

-¿Qué fue de ellos? ¿Qué fue de su rebeldía, de sus gritos de dolor, de sus angustias, de sus zozobras? ¿Dónde quedaron?: 

-Se perdieron en el tiempo. Como si no hubiesen existido. Queda eso: alguna frase de los testigos fieles de su época, de los clásicos de la literatura castellana. Y poco mas. La Historia no habla de ellos. Bueno, ni de ellos, ni de los esclavos blancos, cobrizos o aceitunados que todos los días derramamos nuestro esfuerzo, nuestros desasosiegos, nuestra rebeldía. 

-¿Por qué? ¿Por qué la Historia no habla de los pueblos?:

-Pues porque la escriben los vencedores. Ellos la dictan reflejando su verdad. Y el resto, la mayoría, los esclavos de todos los tiempos, la repetimos como papagayos. Atentos, muy atentos, a lo que proclama ese oráculo de los dueños y señores del cotarro, no sea que nos ‘lardeen como a negro fugitivo’. 


Transforman en héroes de todos nosotros a sus emperadores, reyes, presidentes, generales, obispos, banqueros… De los ariscos, indómitos, rebeldes… De los Comuneros, de los Hirmandiños... se pasa rápidamente. 


De los dirigentes de esos insurgentes de antaño solo quedan Espartaco o Viriato y pocos mas. Como ejemplos, para las generaciones venideras, de lo que les suele acaecer a los que no admiten el sistema, este, de ricos y pobres, explotadores y explotados y se levantan contra él: la muerte, el asesinato. O como poco ser lardeados como negro fugitivo. O expulsados del trabajo y arrojados al paro. Al hambre. A…

-¿Qué podemos hacer?

-Resistir.

-¿Pero queda alguna otra salida con vislumbres de éxito?

-Si: un frente unido de todos los esclavos negros, blancos, cobrizos o aceitunados, organizados con una ideología revolucionaria clara y sencilla para dar la batalla a este sistema de unos pocos.

-¿Dónde está ese frente que me apunto?

-No está, no existe, no hay.

-Y… mientras tanto, ¿qué hacer?

-Ajo y agua. Cada cual, metido en su chiringuito político-ideológico, mas o menos consistente, resiste sin tomar nota de los movimientos de los esclavos indignados.

-Y así nos lardean continuamente, claro, ‘como a negros fugitivos’.

-Si. De momento es así. Para qué negarlo.