Austero Palacio de El Pardo
Austero vestíbulo del Pazo de Meirás
Austero vestíbulo del Pazo de Meirás
Se oye el zumbido de un avión que pasa. Pasó. Desapareció. Se fue. El avión. Pero permanece el zumbido, aunque no se oiga.
Nos ha recordado este zumbido a ese otro de estos días, con respecto al sanguinario dictador que tuvimos en España, Franco. Que pasó. Desapareció. Se fue. Pero permanece aunque no se vea. El dictador.
Han vuelto a hablar de él en relación con el llamado Pazo de Meirás, donde pasaba los veranos de vacaciones, pazo que fue de la escritora Pardo Bazán.
Quieren que sea devuelto al pueblo. La familia del extinto dictador se resiste a cederlo. Dicen que allí está el espíritu de su pariente dictador. Que fue ejemplar no sé si por matar españoles, peces o avecillas. Y que fue austero, muy austero.
Y esto de la austeridad se ha ido oyendo como el zumbido del avión que pasó. Como el sangriento dictador. Mas el zumbido: austero, austeridadddddddd... permanece. Se nombra como una virtud: 'ha sido austero'.
Ha sido.
Como Carlos V, el emperador y su hijo, el rey Felipe II. Ambos austeros... a su manera: el uno, Carlos V, tenía al Monasterio de Guadalupe para él solito y servido por frailes, ¡muy austero!; el otro, Felipe II, tuvo el Monasterio de El Escorial a su servicio, ¡austerísimo!
Con semejante ejemplo de austeridad, no nos extrañan nada las maldiciones e insultos que les dedicara, por ejemplo, Lope de Aguirre. Ellos, los que estaban explorando tierras en América, si que eran austeros a la fuerza y las pasaban canutas para honor y gloria de ilustres austeros tan comodamente repantingados en sus sillones, como esos dos.
Siguiendo su ejemplo de austeridad, Franco, el mata españoles, también hizo sus pinitos austeros de palacio en palacio, de castillo en castillo. No hay más que ver el austero Palacio de El Pardo o el Pazo de Meirás de miles de metros cuadrados...
Y es que la austeridad, bien entendida, como la caridad, empieza por vivir lo mejor posible uno mismo. Luego, ya se encargarán los charlatanes o bufones de elevarlo, todo, a la categoría de virtud superlativa.
¡Gilipollas!