martes, 24 de junio de 2008

Iswe Letu: La Venganza del Kapital Bodeguero

Cuando uno bebe un baso de vino del 'Señorío de Noséque', o del 'Conde de Nosecual', o tal vez del 'Palacio de Mengano', quizás del 'Marqués del Tiosabido' o a lo mejor de la 'Abadía de Perengano'... el vino adquiere siempre, intrinsecamente, un poder revolucionario en nosotros: entra en el estómago, ayuda a triturar el alimento más pesado y se disuelve entre nuestra carne elevándonos.


En realidad es nuestra intención de liquidar señoríos, condesados, marquesados, abadías... desde la mesa.

La verdad sea dicha, es que solo logramos embriagarnos, encurdelarnos, un poco unas veces y un mucho otras. Y de paso olvidarnos de que, tal poder subversivo, mezclado con el vino se va barriga abajo hasta el retrete.

Luego, hecha la digestión y expulsados los últimos vapores etílicos con sonoros eructos, la realidad se impone, el espíritu reaccionario vuelve, los opresores reaparecen en los rótulos de botellas y en los frontispicios de las bodegas, desde donde, esos señores de horca y cuchillo, sambenito y hoguera, se reencarnan en los nuevos ricos, en la burguesía de principios del s. XXI quien, no siendo capaz, en su momento, de cortar cabezas nobles y eclesiásticas y manteniéndose sumisa a iglesias y castillos, hoy rinde culto, tributo, pleitesía..., a las orgías y borracheras que, sus antepasados, pobres de solemnidad, no pudieron realizar, contentándose con unas solas pinticas en la bota.

Y, hoy, lo hacen rotulando sus negocios alcohólicos con letras de humillantes reminiscencias: Señorío de la Verguenza, Monje de los Lenocinio, Marqués del Berraco, Real del Ansia, Conde de Donsimplón, o Abadía de la Borrachera.

Además, es la venganza del Kapital bodeguero porque, cuando bebíamos, el vino adquirió un tinte de revuelta evasiva empinando el codo. Y, para más inri, nos incrementa el vino con el iva. ¡Qué cabrones!