domingo, 24 de junio de 2007

Adem Istrefi: Las campanadas de la ira



Antes de proseguir con poemas del 'Homenaje a las Víctimas del Franquismo' quiero recordar dos cosas: una la muerte, hace pocos días, de Ousmane Sembene el gran cineasta africano, natural de Senegal; Internet tiene numerosas noticias acerca de él; yo solo quiero recordar a un comunista consecuente que diose cuenta que era el cine desde donde podía llegar a más trabajadores africanos y no la escritura, porque la gran mayoría no sabía leer; y es que él empezó de escritor y tiene varias novelas y cuentos; en España, creo, solo se ha publicado una obra suya; la otra cuestión es, melo había prometido a mi, el escribir un poema del albanés Adem Istrefi que me pareció muy bueno. No sé quién lo tradujo al español aunque me supongo que sería Sanchez Lizarralde que es el traductor de las obras de Ismael Kadaré y por entonces, cuando yo lo pegué en mi cuaderno, estaba en Tirana y yo tenía alguna relación con él. El poema dice así:



Las campanadas de la ira

Sobre los helados hierros de la ventana
he apoyado mi frente tierna
y mis ojos
clavos horadando la nieve
que el viento azota con furia.
La ventisca vapulea la nieve
como las olas la tempestad,
y mi pensamiento se enreda como un ovillo con ella.
Tras la ventana acecho quietamente la vida
y me aferro con ahinco a los barrotes
que hielan y trituran mis manos endebles.
..................
Está la noche hoy repleta de susurros.
Su silbido siembra tinieblas entre murmullos hondos.
La melodía medieval se derrama entre las rendijas.
Rostros desencajados y desdentados
a golpes de hierro
hacen guardia ante nuestras puertas
a la puerta de nuestros números,
pues nosotros ya no tenemos nombre.
Yo soy un número.
Soy el miltrescientosuno que habla solo.
El miltrescientosuno con las costillas rotas
y sin dientes en la boca.
Todo porque mi risa es más fuerte que mis dientes.
Soy el miltrescientosuno colgado de la puerta de la celda
como cuelga el gorro del muerto a la cabecera de su tumba.
Sou un número entre los dientes metálicos del miliciano,
un número en su bolsillo,
un número bajo sus botas,
y no obstante yo no soy un número.
¡Eh, miliciano!
Oyeme, miliciano... Yo no soy un número.
Escucha los golpes en las puertas de las celdas.
Escucha nuestras llamadas
arrancando a la noche de su sueño.
Son estrechas para nosotros estas celdas,
no pueden siquiera contener nuestros corazones.



Hasta aquí el poema. Y debajo ponía lo que he colocado por título:


ADEM ISTREFI. "Net kosovar". Tirana, 1967.