Cuando nos hicimos cargo de la biblioteca de Las Navas mi esposa y yo, recibimos un libro de Urbano Blanco Cea. Entonces yo escribí una letras que he encontrado por casualidad en un anuario. Sé que se las envié al corresponsal de 'El Diario de Ávila'. Supongo que lo firmaría él como si fuera su autor. Por entonces hice muchos escritos que luego firmaban los corresponsales. Fui una especie de 'negro'. No me importaba. Lo que quería es que se hiciera público lo que hacíamos en la biblioteca. Lo de menos era la firma del autor.
Lo recuerdo ahora que Urbano Blanco Cea me ha enviado, por correo electrónico, el último de sus libros: 'El Alijar jara en flor', número 36 de la colección 'el toro de granito' que dirige mi buen amigo el poeta Jacinto Herrero Esteban.
Me dice que lo presentó, aquí, en Las Navas, en el nuevo local que ha inaugurado la Caja de Ahorros de Ávila hace pocos días.
Tengo que decir que cuando me lo envió yo no tenía el 'ordenata' porque se me había estropeado. Pero, con las ganas de leer lo que había escrito, me fui a sacarlo a un ciber. Un poco caro me salió. Y más cuando me acerqué a la exposición de pintura que se exhibe en ese local de la Caja que he mencionado más arriba. Y es que allí estaba, a la venta, el libro de Urbano. Seguro que a los diose no les gustaron mis maldiciones: valía casi un tercio menos de lo que me había costado en el ciber. En fin... lo que escribí, antaño, fue lo siguiente:
"Un hermoso libro de poemas, de pasta marrón, en papel verjurado, ha entrado en esta biblioteca. Su autor: Urbano Blanco Cea. Su título: Lágrimas de ciego. Del que se han impreso 500 y éste es el número 20. Número 20 que, en nuestra biblioteca, se ha transformado en 12.563.
Amigo Urbano, acabo, como quien dice, de llegar a tu pueblo, no te conozco de nada, no sé quién eres, pero quiero comunicarte que con este número 12.563 ya estás en esta biblioteca, ya has cumplido "emocionado el sueño de figurar en su catálogo".
Que lo sepan todos los naveros. Que lo sepan los pinos y los robles. Que este pregón vaya de risco en risco. Y lo oiga hasta Magalia.
Los maestros que te enseñaron a leer sentirán con orgullo que su semilla germinó.
Los mecenas que han invertido en sueños saben que tienen una realidad tangible.
Las Navas del Marqués debe saber que tiene, si no un poeta, si un "diletante escribidor". Por sus poemas se pasean, como por un jardín florido, los románticos, junto a Machado y Lorca.
Sobre tus versos, "buenos o malos" o "buenos y malos" que tú ya sabes que "de todo hay en la viña del Señor", levita un espíritu romántico y también machadiano y lorquiano.
Si te digo que no vas con la moda, que no se hacen los poemas, hoy en día, así, no te descubro nada: en tu "exordio" nos aclaras que has hecho lo que te gusta, que se es feliz haciendo lo que se quiere.
Te animo a que sigas en esa línea de sinceridad. Sabes que, a veces, como dice Goethe, "nuestros hechos nos amargan la existencia". De modo que, siendo siempre uno mismo, es una manera, como otra cualquiera, de no amargarnos la existencia.
Yo suelo decir, de los álbumes de fotos, que son semejantes a panteones donde vamos guardando nuestras muertes sucesivas. Así los libros en las bibliotecas. Así el tuyo. Pero, al menos, se guarda en un lugar cálido. Y entrañable para ti. Y no en los gélidos frigoríficos que son esos panteones donde yacen, descansando de su arduo y duro trabajo a pico y pala, príncipes y monarcas, como en El Escorial. Tu fragmento de vida podrá, así, ser hojeado o leído en esta Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués: "tu pueblo amado", "tu hogar".
Y como deseo que lo conozcan... ¡todos!... ¡que lo sepan todos!... lo repito, bien en alto, para que mi voz llegue hasta el ganadero que está echándole forraje a su ganado, hasta el barrendero que recoge incesante las hojas caídas del otoño, hasta el obrero que va a Madrid por la mañana temprano, hasta el ama de casa colocando la loza en la alacena, hasta el cabrero de rostro curtido por los aires helados de los altos... ¿queda alguno?... ¡ah, si! ¡quedan, quedan!: el bancario, el maestro, el oficinista, el camarero, el librero... ¡Oidlo bien!: ¡Las Navas del Marqués tiene un diletante escribidor!. ¡Se llama Urbano Blanco Cea!."
Amigo Urbano, acabo, como quien dice, de llegar a tu pueblo, no te conozco de nada, no sé quién eres, pero quiero comunicarte que con este número 12.563 ya estás en esta biblioteca, ya has cumplido "emocionado el sueño de figurar en su catálogo".
Que lo sepan todos los naveros. Que lo sepan los pinos y los robles. Que este pregón vaya de risco en risco. Y lo oiga hasta Magalia.
Los maestros que te enseñaron a leer sentirán con orgullo que su semilla germinó.
Los mecenas que han invertido en sueños saben que tienen una realidad tangible.
Las Navas del Marqués debe saber que tiene, si no un poeta, si un "diletante escribidor". Por sus poemas se pasean, como por un jardín florido, los románticos, junto a Machado y Lorca.
Sobre tus versos, "buenos o malos" o "buenos y malos" que tú ya sabes que "de todo hay en la viña del Señor", levita un espíritu romántico y también machadiano y lorquiano.
Si te digo que no vas con la moda, que no se hacen los poemas, hoy en día, así, no te descubro nada: en tu "exordio" nos aclaras que has hecho lo que te gusta, que se es feliz haciendo lo que se quiere.
Te animo a que sigas en esa línea de sinceridad. Sabes que, a veces, como dice Goethe, "nuestros hechos nos amargan la existencia". De modo que, siendo siempre uno mismo, es una manera, como otra cualquiera, de no amargarnos la existencia.
Yo suelo decir, de los álbumes de fotos, que son semejantes a panteones donde vamos guardando nuestras muertes sucesivas. Así los libros en las bibliotecas. Así el tuyo. Pero, al menos, se guarda en un lugar cálido. Y entrañable para ti. Y no en los gélidos frigoríficos que son esos panteones donde yacen, descansando de su arduo y duro trabajo a pico y pala, príncipes y monarcas, como en El Escorial. Tu fragmento de vida podrá, así, ser hojeado o leído en esta Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués: "tu pueblo amado", "tu hogar".
Y como deseo que lo conozcan... ¡todos!... ¡que lo sepan todos!... lo repito, bien en alto, para que mi voz llegue hasta el ganadero que está echándole forraje a su ganado, hasta el barrendero que recoge incesante las hojas caídas del otoño, hasta el obrero que va a Madrid por la mañana temprano, hasta el ama de casa colocando la loza en la alacena, hasta el cabrero de rostro curtido por los aires helados de los altos... ¿queda alguno?... ¡ah, si! ¡quedan, quedan!: el bancario, el maestro, el oficinista, el camarero, el librero... ¡Oidlo bien!: ¡Las Navas del Marqués tiene un diletante escribidor!. ¡Se llama Urbano Blanco Cea!."
No sé lo que aparecería en el diario citado de todo esto que escribí. No guardo copias de eso. Soy un desastre. Pero, ahora, leído después de numerosos años, creo que poco tengo que añadir, salvo una cosa: si, Urbano escribe como se hace ahora. No hay tendencias en una dirección determinada. Eso se acabó. Ahora cada uno escribe como quiere. Como él. Y eso está muy bien.
Hacía, antes, mención de los artículos que por entonces escribí. Algunos estuvieron dedicados a esta colección, 'el toro de granito', que estuvo olvidada décadas y sus libros, abandonados o arrumbados por organismos como la Diputación, aparecían tirados por pasillos... ¡Una dejadez! Yo recordé esa desidia e hice un homenaje a la labor que, con esa colección, llevó a cabo el poeta Jacinto Herrero Esteban. Como eran muchos los poetas que incluyó, entre ellos grandísimos poetas como el nicaragüense Ernesto Cardenal o la española Carmen Conde, me dediqué a comentar solo los que eran de Ávila. Es decir, cinco a seis poetas, de los cuales había uno de Las Navas del Marqués que hoy está en Colombia como profesor destacaddo en Ciencias de la Comunicación, si mal no recuerdo. Del resto, me viene a la mente ahora un tal Moises Gómez, un abogado abulense que creo vive por la provincia de León (del que dicen que no es mal poeta y a mi no me gustó nada) y el propio Jacinto Herrero Esteban.
Parece ser que el hecho de denunciar esa dejadez no le gustó a las autoridades. Es buena señal porque quiere decir que di en el blanco. Luego se vengarían no dando un duro para las actividades que se hicieron en la Biblioteca Pública Municipal de estas Navas que dicen 'del Marqués'. Lo cierto es que se agitó el ambiente cultural abulense que estaba por aquellos años muerto y pocos después se reanudó la colección. Algo tuve que ver, para qué negarlo, en esa reanudación de la colección 'el toro de granito' que ahora ha publicado a otro navero: Urbano Blanco Cea.