Memoria Histórica: las últimas mujeres condenadas a muerte por el Ejército español
A propósito del proyecto de ley sobre la Memoria Histórica y de los muchos y eficientes foros y asociaciones por la Memoria, me llama la atención el olvido (hasta los que ejercen la Memoria tienen sus olvidos, a veces harto significativos) de los últimos Consejos de Guerra sumarísimos que el Ejército español llevó adelante en vísperas ya de la muerte de su Generalísimo. Me refiero a los que tuvieron lugar en septiembre de 1975 en Madrid, Barcelona y Burgos, a consecuencia de los cuales fueron condenados a muerte once anti-fascistas y cinco de ellos asesinados mediante fusilamiento por cuadrillas voluntarias de la Guardia Civil y de la Policía Armada. Incluso muchos jóvenes peleones de hoy en día, que saben quién es Fernando Alonso, Ronaldinho o Bustamante se las trae al pairo desconocer aquéllos hechos y aquéllos nombres. Pese a todo, gracias a ellos y a muchos otros como ellos, esos chiquitos pueden hoy votar, vender sus fanzines contestatarios en la calle, manifestarse o hacer pintadas, todo ello sin que los maten a tiros en plena calle, los torturen o los encarcelen, todo lo cual fue moneda corriente en España hasta, y aun después, de la muerte de dictador.
Pero hoy queremos limitar nuestro comentario a una circunstancia, dentro de esa última barbarie del último gobierno de Franco y del único Ejército que existía y existe en España.
Apenas dos meses antes de la muerte del gran asesino, el Ejército español condenó a muerte a dos mujeres jóvenes (no he oído nada a las feministas sobre esta circunstancia) en el segundo consejo de guerra sumarísimo que tuvo lugar en la fecha indicada, en el acuartelamiento más emblemático, El Goloso, de la División más emblemática del Ejército español, la DAC (División Acorazada Brunete).
Esas dos mujeres se llamaban María Jesús Dasca, diecinueve años entonces y Concha Tristán, veintitrés años en la época. Y una vergüenza añadida para ese Ejército: Concha Tristán estaba embarazada. Tuvo a su hija meses después, en la cárcel.
Para evitar su fusilamiento, un médico íntegro y luchador donde los hubiera en su gremio, el ginecólogo Sopeña Ibáñez (varias veces detenidos por la Brigada Político Social de Franco) certificó que María Jesús también esperaba un bebé.
El gobierno de Franco, al mando del siniestro cabecilla Arias Navarro, decidió que de los once condenados, “sólo” asesinarían a cinco, todos ellos hombres.
En la posguerra fueron muchas las mujeres condenadas a muerte y un 10%, se calcula, de los fusilados fueron mujeres. Hoy, esas dignas asociaciones a las que nos hemos referido al principio, recuperan su memoria. Y nos parece excelente.
Pero las mujeres más cercanas, las últimas condenadas por el régimen franquista, que lo fueron además en consejos de guerra (por cierto, consejos de guerra, cuando se suponía que la guerra había terminado treinta y seis años antes) parece ser que molestan a algunos, quizás a los que más se beneficiaron política y económicamente con la transición a la prevista monarquía, prevista por Franco, desde luego. A los que se hicieron oportunamente monárquicos y así siguen.
Pero en kevinvazquez hay gente que no se olvida o que investiga y pregunta. Lo cual no es poco.
(texto tomado del 'blog de Kevin Vázquez. Mear fuera del tiesto')