-Calma - se dice - de aquí hay que salir airoso como sea.
El aire si que lo tiene claro; es un aire preclaro. Adivina la razón no comprendida. Porfía siempre interiormente. Volver atrás no puede.
-Por fin has llegado sin pellejo y maltratado; y, como el aire que te acompaña, merced a las ráfagas, zarandeado.
-Me metí con la esperanza de un nuevo amanecer.
-Pero has llegado por tortuosa vereda.
-Si, como todos los pobres comedores de manzanas -todos soy yo- los tronchados por el hacha del verdugo; me veo en situación angustiosa -como siempre- mirando las amapolas de la orilla como un órgano genital siniestro.
-¡Ya! ... lo que querías era arrendar un camino de viejísimos anhelos; bueno, arrendar lo que se dice arrendar, no, porque no tienes un duro; deseabas eso si un consuelo a pesar del aviso de los taludes que siempre se elevaron a tu paso con mirada indiferente.
Fue en septiembre en Puebla de Alcocer.
Fue en septiembre y... Si, si, para qué buscar otro mes y otro pueblo donde morirse de asco: en septiembre y en Puebla de Alcocer, nido de águilas, puede uno morir, con esa digna repugnancia o con ese repulsivo orgullo, como se quiera decir, sin que a los demás les importe nada; como en otro sitio cualquiera.
(Esa es la localidad natal de D. Eusebio García Luengo en el nordeste de Badajoz y a nadie de sus habitantes le va a importar un comino si muere o no; además, siendo como es, paraíso de águilas, la muerte es bienvenida porque alimenta sus estómagos vacíos y sirve de entrenamiento a sus garras para, valga la redundancia, desgarrar con más tino y economía de movimientos)
*Del articulo "Septiembre" de Eusebio García Luengo - ABC (anuario/almanaque) 1 de enero de 1956
José Mª Amigo Zamorano: 8 de agosto de 1996
(homenaje a Eusebio García Luengo)