De la India, lo reconozco, estoy pez. De sus filósofos, juristas, poetas, arquitectos, periodistas... tengo, ¡que vergüenza!, una ignorancia supina. Sé, eso sí, que está avanzando muchísimo en economía, como lo está haciendo China. Pero, pare usted de contar.
Quizá la falta de interés se deba a ese elogio contínuo por parte de un buen número de portaestandartes de la cultura que se fueron, de jóvenes como hipis, a vivir por allí y vinieran alabando, o eso decían, la serenidad de los indúes, su humildad, sencillez, sumisión, quietud, pasividad... Y a mí, en fin... que os voy a decir... que no tengas que comer, que la casa te la lleve la riada, que te humillen, y que soportes las injusticias sin asomo de rebeldía... y que esto se ponga como paradigma de nobleza... pues... como que no...
Le gustará al empresario y lo comprendo, entiendo que a los explotadores el culo se les haga gaseosa. Pero esa visión, (que puede ser falsa, es más, casi estoy seguro de que lo es) que me han transmitido no la quiero para mi pueblo.
Eso lo tengo claro.