martes, 26 de agosto de 2008

Un caso casi criminal en la Monarquía Borbónica

TIERRA DEL VINO
La extraña muerte de Manuel Prieto Un concejal de Fuentespreadas fallece tras tardar una hora en llegar una ambulancia con sólo el conductor y el camillero, sin médico ni enfermera





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Pilar Andrés, la viuda del concejal Manuel Prieto, relata los dramáticos hechos que llevaron a la muerte de su marido Foto S. R.
MULTIMEDIA
S. RAMOS. Fuentespreadas.- El pueblo de Fuentespreadas vive conmocionado por la noticia del fallecimiento del concejal del PP Manuel Prieto Díaz, a la edad de 50 años y en unas circunstancias que revelan un funcionamiento supuestamente no demasiado eficaz de los servicios sanitarios, a juzgar por lo que relata con indignación y tremendo dolor su viuda Pilar Andrés.
Pero lo cierto es que entre el día 2 de mayo, cuando Manuel empieza a sentirse mal, hasta la madrugada del 8 cuando llega muerto al hospital en una ambulancia del 112, «que tardó una hora desde el aviso y aparece sin médico y enfermera», nadie parece acertar con el diagnóstico de neumonía que acabó con su vida tal y como apunta la autopsia realizada, que confirma igualmente su fallecimiento en casa.
Circunstancias como que una médico del centro de salud de Corrales no sepa ir a Fuentespreadas, que el 112 tarde un hora en llegar a ese pueblo, donde apareció sin médico y enfermera o que recoja a ambos a medio camino denotan que todavía hay mucho que mejorar para que la población rural tenga asegurada una asistencia sanitaria mínimamente digna.
Manuel Prieto era diabético, cuenta su viuda Pilar Andrés, y el 2 de mayo, después de cenar comienza a encontrase mal. Llaman al centro de salud de Corrales, y está de guardia el médico de su pueblo, quien conoce el caso, piensa en una bajada de azúcar y da instrucciones al paciente para recuperarse. Incluso se acercó con la enfermera hasta el domicilio y comprobaron que estaba un poco mejor. El domingo por la tarde le sube la fiebre y el lunes acude al médico de cabecera quien le diagnostica «una gripe vírica» y le receta Gelocatil, ordenándole volver a los dos días si la temperatura continúa alta.
Es precisamente lo que sucede y el miércoles Manuel acude a consulta al pueblo, donde «le observan mucosidad en la garganta». El enfermo por su parte le relata al médico que tiene náuseas y no puede comer. El galeno le administra Cidine, Motosol y Gelocatil para la fiebre y repite la secuencia anterior «si en dos días no le remite, que vuelva». Por la noche la fiebre se mantenía, por lo que Pilar llama al centro de salud de Corrales y la doctora de guardia le recomienda aumentar la dosis de Gelocatil y añadir Nolotil. Dos horas después la situación es la misma, por lo que vuelve a llamar a la doctora de guardia en el Centro de Salud de Corrales para comunicarle que «mi marido tiene dificultad para respirar. Le pido que venga a casa porque se asfixia y me contesta que no sabe venir, cuando Fuentespreadas es una de las localidades adscritas al centro de salud». La facultativa le propone que se acerquen hasta el consultorio, pero Pilar le responde que su marido está muy mal. Ante esta situación la respuesta de la médico dejó todavía más atónita a la demandante «me dijo que sólo sabía venir a Santa Clara de Avedillo y me ofrecí a irla a buscar a la entrada de ese pueblo». Entre tanto el paciente «sigue empeorando» y pocos minutos después la médico de guardia de Corrales llama «diciendo que no puede venir porque le ha salido otra urgencia. Yo le dije, mi marido se asfixia, ¿entonces, qué hago, llamo al 112?, y me contestó "pues sí, mejor, porque llegará antes que yo". ¿Cómo va a llegar antes que usted si Corrales está a doce kilómetros y Zamora a 28?. Pero no me hizo caso».
Si hasta aquí la historia es cuando menos rocambolesca, en las siguientes horas adquiriría tintes dramáticos. Pilar reclama al 112: «Pedí que vinieran porque mi marido se estaba asfixiando y me pasaron con un sanitario para tranquilizarme. Al rato insisto por que tardan mucho y me contestan que van por Santa Clara. Sigo hablando con el sanitario del 112, le digo que mi marido se muere, dejo el teléfono para atenderlo y cuando lo vuelvo a coger habían colgado».
Cuando llega el 112, aproximadamente una hora después, «mi gran sorpresa es que vienen sólo el conductor y el camillero, no hay médico ni enfermera. Yo lo que necesitaba era médico y enfermera, no un vehículo, porque para eso lo podía haber llevado yo a Zamora». El relato de Pilar sigue deparando tremendas sorpresas. «Lo meten en la ambulancia para trasladarlo a Zamora. El conductor nos dice que vayamos delante en nuestro coche para indicarle el camino, pero perdemos de vista a la ambulancia, que llega 15 minutos más tarde que nosotros al hospital, y al llegar nos comunicaron que había muerto». Curiosamente, la ambulancia, que había salido sólo con conductor y camillero, traía ya al médico y la enfermera. «Cuando llegábamos ya muy cerca de Zamora, pasó otra ambulancia en dirección contraria con las sirenas, de ese vehículo salió el médico y la enfermera para incorporarse al 112 en el que viajaba mi marido ya difunto». La autopsia reveló posteriormente que Manuel estaba muerto ya antes de salir de su casa en Fuentespreadas.
El relato de los hechos ha generado indignación generalizada en el pueblo, cuyos vecinos se preguntan qué clase de atención sanitaria están recibiendo, y sobre todo, cómo es posible que el 112 «tarde una hora ante una gravísima urgencia, se presente sin asistencia sanitaria y lo recoja luego a mitad de camino».
El Ayuntamiento por su parte ha mantenido durante tres día las banderas oficiales a media asta en señal de duelo y durante el próximo pleno la corporación guardará un minuto de silencio en su recuerdo.

(Tomado del diario la Opinión de Zamora)