Así comienza el poema, así despunta mi memoria. ¡Ay, Dimbokro!, recuerdo, con tu nombre, otra masacre como la del 11 de marzo del 2004 en Madrid, cuando iba ‘la ronda de las hienas alrededor de los cementerios’, según verso de David Mandessi Diop (*) en el poema ‘La agonía de las cadenas’ (*).
Los párpados, en los ojos alelados, se alzan para mirar pasar el tiempo. Las agujas del reloj marcan los segundos, inexorables. No se puede parar el tiempo, no se puede parar el tiempo de la sangre. Es ley de vida.
‘la tierra empapada de sangre y los kepis riéndose burlones’
Y, por lo visto, leído u oído en Servia o Chechenia, Palestina o Irak, por ejemplo -son sólo unos pocos ejemplos de actualidad- en serio, pero que muy en serio, no guarda ningún misterio, ¿verdad, tú, Dimbokro-Madrid?
‘y en los caminos las siniestras carretas del encono’
El tiempo pasó y el tiempo llegó cargado de historia a nuestras puertas. África escudriñada y esclavizada. África martirizada y asesinada. África horadada y expoliada. Los que hacen la historia, a su capricho, porque pueden por ahora, han azuzado a unos hombres contra otros, como a perros. Y ahora ¡qué gracia! se sorprenden por sus mordiscos.
‘medito sobre el vietnamita inclinado frente al arrozal’
Pues tendrán que ponerles bozales, atarles las patas al potro de tortura o por el contrario pedirles por favor que escojan bien los blancos. Pero lo que es fuerza moral, en su mirada de civilización occidental, está bajo mínimos: casi no pesa nada su magín. Me avergüenzo de las fechorías realizadas en nombre de dicha civilización y las condeno. Cualquier persona honesta haría lo mismo.
‘en el forzado del Congo hermano del linchado de Atlanta’
Ahora bien, ¿pertenezco, yo, a esa, que llaman, civilización occidental? Bueno, si y no: así de jesuítico: si, porque estoy encerrado en ella como el pájaro en la jaula o el prisionero en la celda de la cárcel. Soy un preso de una tal ‘civilización no sé que más’.
‘reflexiono sobre el caminar macabro del silencio’
No, en cuanto que no comulgo con sus ideales, con sus normas... por lo cual aspiro a la Libertad; quiero romper las cadenas que me tienen aherrojado, como pobre trabajador, a su muro ensangrentado.
‘cuando pasa el ala de acero sobre las risas apenas germinadas’
Como hombre, como habitante del planeta llamado Tierra, anhelo a poder caminar por él limpio de amenazas: cárceles, barreras, fronteras, religiones, intereses crematísticos…
‘Dimbokro Pulo Cóndor’
… tuercen las discusiones, los debates, hacia sus faltriqueras; como hombre ‘pobre comedor de manzanas’, según la expresión de Pablo Neruda; o como un hombre ‘desnudo como los hijos de la mar’, que decía Machado (Don Antonio)… en ambos casos soy libre como el pájaro.
‘ellos creían en las cadenas que asfixian la esperanza’
Y el ‘fautor de mi destino’, tal como le recordaba Luis Vives al eminente, pero cobardica, Don Erasmo, que dicen de Rótterdam; y puedo desligarme de los unos, occidentales y de los otros, orientales y no ser más que un hombre proletario.
‘en las miradas que se apagan bajo el sudor interminable’
Decía que podía desligarme, como hombre proletario, de los unos y de los otros. Nada original, por otra parte, puesto que eso es, precisamente, lo que han hecho muchos, cientos de miles, quizás millones, el 11 de marzo de aquella masacre.
‘sin embargo fue el sol lo que surgió de nuestra voz’
Yo no tengo culpa en el robo de otros pueblos. No he participado en las atroces matanzas cometidas en Sudáfrica, en Argelia, en Somalia, En Nigeria, en Madagascar, en Costa de Marfil… Lo juro, por lo más sagrado: por mis padres, por mis hijos, por mi esposa, por mis hermanos, por mis camaradas y mis amigos.
‘desde las sabanas a las junglas’
No he propiciado, en modo alguno, el asalto a sus riquezas. Por lo que puedo juzgar, y juzgo, el robo cometido, el asesinato perpetrado por el colonialismo y por el imperialismo feroz, a lo largo de la historia; historia de dolor, de sangres y de lágrimas que han traído los lodos de las masacres.
‘nuestras manos apretadas en el abrazo del combate’
Estoy libre de culpa y puedo tirar la primera piedra contra sus cristaleras.
‘enseñan a los que sollozan vislumbres del futuro’
‘Dimbokro Pulo Cóndor // (Madrid, 11 de marzo de 2004) ¿sientes el trajinar de la savia profunda? // es la balada de los muertos // canción que nos llevará a los vergeles de la vida’
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* (En 1950 las fuerzas colonialistas cometen la masacre de Dimbokro, Costa de Marfil)
* Del libro ‘Coups de pilon’ (París, ediciones Présence Africaine, 1956 y 1961)
* Este gran poeta nació en Burdeos (Francia) el 9 de julio de 1927, de padre senegalés y madre camerunesa. Era sobrino de Aliún Diop, fundador de la revista Présence Africaine. Murió en accidente de aviación, junto a su esposa, el 25 de agosto de 1960 en las cercanías de Dakar. Su poema más famoso se puede leer en francés y en castellano en este blog inmediatamente mas abajo.