viernes, 9 de marzo de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Siguiendo a Omar Khayyam 4


4.
¡Amigos!, ¡alimentadme con vino, con vino tinto de momento!, ¡haced lo posible para que sea bueno!, ¡que se transforme en suave y rutilante rubí el ámbar luminoso de mi rostro!; pues así, con esa aureola, mi paseo, mis paseos, serán como un baluarte inexpugnable, contra el que se estrellarán todas las flechas venenosas del egoísmo, de la vileza, de la cerrazón...; en resumen: toda la podredumbre del mundo.

¡Ah!... y que cuando muera se me lave con vino, frotándome bien, para que llegue su aroma hasta el último resquicio, hasta el mas escondido vericueto de mi cuerpo; así, con esta vaharada que saldrá por todos los poros de mi cuerpo, ni se acercarán a rezarme todos esos seudomísticos, meapilas e hipócritas que tanto hacen sufrir al inocente...; permanecerá, por lo cual, puro, el barro de mi cuerpo, para modelar, una vez más, otra copa de vino.

¡Ah!, por último, y ya no os molesto mas, que no se os olvide además, que sea construido mi ataúd, con tablas de madera... pero madera de las cepas de la vid.


José Mª Amigo Zamorano: Siguiendo a Omar Khayyam 3


3.
Tu y yo, -suponemos que alguno más- para qué negarlo, desconocemos el Misterio -quizá por ignorancia- que encierra lo eterno; pero con todo y con eso -no sabemos por qué- quizá por intuición, o soñación, o imaginación; o por esa soñada imaginación intuitiva... no nos gusta nada, no vamos a negar lo evidente; hemos tocado la piel de lo que a nosotros nos parece que debería ser la puerta del Misterio, con la potencia de nuestra pobre o rica imaginación, y nos ha parecido un pozo oscuro sin fondo y lleno de cadáveres, como fosas o zanjas de los campos de concentración nazis. Eso sí, creemos saber -de ilusión también se vive-, que detrás de ese Secretísimo Velo, sin duda alguna, algo de tí y de mí, se debe de haber dicho.
Cuando éste velo se descorra, en un negro fogonazo de tétrico y gélido silencio, entonces, tú y yo, comprenderemos, por desgracia y de repente, como Sócrates, que no sabíamos nada, que todo, absolutamente todo, lo ignorábamos.
Lo que he dicho se refiere sólo a ese, más que dudoso, Mundo Ignoto y no a las pequeñas cosas de la tierra como el Vino...