lunes, 31 de mayo de 2010

Guillermo Guzmán: El Papa Benedicto IV x IV no es Cristiano ni Messi (as), ni es la mano de Dios

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(Desde Barcelona, Venezuela. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

tomado de: http://cultural.argenpress.info/2010/05/el-papa-benedicto-iv-x-iv-no-es.html

Todo el mundo sabe que Dios es argentino, que juega al futbol y que, por añadidura, mete goles hasta con las manos. Pero, inclusive, la verdad tiene contradicciones, no es de otra manera, la unidad suele ser un agregado de diversidad, y aun cuando se tratare de una unidad suprema, con mayor razón habría de evidenciarse el convergente afloro de la diversidad; sólo que en tal caso, lo diverso comulga con el todo y determina que éste sea algo más que la suma de las partes. La verdad en sí, tiene partes y cuando uno se aferra a solo una de esas partes, se puede decir, de la persona, que ésta está parcializada. Conceder mayor o menor importancia a determinada parte de la realidad, es arbitrario de cada quien.
Mas, nunca falta un impostor que pretenda jugar nada más y nada menos que con la bolita del mundo, craso error. Dios tiene seguidores y detractores a causa de la virtuosa gambeta y de la efedrina maliciosa. El escritor Eduardo Galeano -pese a que es uruguayo- por ejemplo, dijo que Dios cometió el pecado de ser el mejor. Pero el también escritor italo-argentino Marcelo Colussi, dijo que la efedrina es un disparate; no obstante, a ambos parece seducirles un golazo de taquito o de chilena y, hasta con las manos, eventualmente. ¿Por qué no?
Para Galeano, el gol es el orgasmo del futbol y, para Colussi, el celibato es humanamente imposible. De ahí que sea inferible que un cura no debe golear, aunque juegue al futbol, porque siendo célibe, es que ha renunciado al sexo pero como ello es imposible, lo que se llega es a una aporía.
De sendos ensayos, “La sexualidad de los curas” (Colusssi) y “El futbol a sol y sombra” (Galeano), se desprende que durante la Inquisición, el alto clero fue responsable de cinco millones de crímenes. Colussi pone en evidencia la mala conducta de varios Papas.
Por su parte, Galeano declara expresamente sentirse mendigo del buen futbol, tal como un niño jugaría con la pelota a semejanza de un gato con el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin reloj ni juez.
Quiso decir, además, que la profesionalización del futbol prostituyó su ejercicio.
Colussi, por otra parte, precisa que a partir del Siglo V -al igual que sucedió con el futbol moderno- el sacerdocio se profesionalizó y desde entonces la decadencia se acentuó vertiginosamente.
La decadencia del futbol y la decadencia del sacerdocio parecen tener parte de su origen en el mercantilismo. ¡Valga el símil!

Dice Galeano que “A veces el ídolo no cae entero y a veces cuando se rompe, la gente devora sus pedazos”.
Parafrasear a Galeano y a Colussi, nos conduce derechito hacia el ultramontano Papa Benedicto IV x IV y, naturalmente, a todo El Vaticano, que conjuntamente con el emporio militar norteamericano, conforma una temible dupla, enemiga del mundo entero, inclusive, enemiga del propio pueblo norteamericano.
Benedicto se hace la vista gorda ante las tropelías del clero contra los niños del mundo. Sus indisimuladas cabriolas para tratar de ocultar su culpabilidad, lo ponen en el caso del ídolo que cae hecho pedazos.
La pederastia es peor que un crimen. Salvar al Vaticano es difícil porque se trata de una institución que está amarrada a un submundo pervertido. Es imaginable suponer la cantidad de droga que corre dentro del clero, cuanto dinero mal habido, porque, que yo sepa, El Vaticano no tiene una sola hectárea sembrada de arroz ni de frijoles ni de uvas, se trata de un “Estado Holgazán”, que consume exquisiteces que no produce.
¿Es acaso la hora de derogar a Dios o a los charlatanes que hablan en su nombre? ¿Qué es Dios? ¿Quién lo ha visto? ¿Es Dios un producto social? ¿A dónde vamos a llegar por ese camino? ¿El Dios de las élites o los dioses del pueblo? ¿El Dios de los ilustrados -valga la minoría celestial- es contrapuesto al Dios de los ignorantes -que somos- o no? ¿La verdad única -y la unicidad de Dios-  está en sí misma o acaso es un derivado del Dios de los ilustrados? ¿Está la verdad, dentro o fuera de los dioses? ¿O, acaso, dentro o fuera de las cosas concretas, donde anda la verdad? ¿Tiene razón Evo -el del pueblo boliviano- al sugerirle al tal Benedicto, que derogue el celibato ficticio? ¿Es bueno o malo comer pollo de granjas? ¿Es bhueno pheghar Phiphí khon khokhó?-(la “h” es muda)-¿Ah?

Quizás el hombre quiso saber de donde provino él y, hacia donde se dirige y, en esa dicotomía, al no poder hallar respuesta alguna, convincente, se cansó, y para no seguir indagando -puesto que estaba cansado- inventó una justificación a la que puso nombre. Y, se echo a la flojera a la deriva, como a nadar en un océano oscuro.
Y esa idea de un Dios único se convirtió en un negocio muy rentable para muchos zánganos.
La verdad de un Dios, tanto como de otras verdades asumidas como absolutas, no son algo inmutable en la conciencia del hombre, no se trata de algo definitivo y para siempre sino que se trata de algo que suele estar, sempiternamente, en proceso de ser, pero el dogma cerrado en cada religión, obstaculiza la comprensión del mundo y su devenir.
La “Minoría Celestial” vaticana se cuece en su propia entelequia, trata de acaparar a un Dios del que no hay evidencias pero que le sirve a ella, para obtener dinero y poder, es por lo que perece aplastada bajo el peso de sus propias triquiñuelas.
En cambio, el pueblo llano, crea sus propios dioses, dioses a los que deroga de vez en cuando y los va sustituyendo. Esta visión de un Dios tangible es mucho más cercana, al menos.
Colussi -por obvia razón- tiene un pie en Italia y otro en Argentina, por lo que es factible que él sepa de dioses y de papas, por igual; Galeano, por otra parte, es uruguayo, es decir, no argentino pero casi, y sin embargo, de alguna manera se reconoce en los dioses del pueblo, sean éstos de adentro o de afuera del coto propio, luego, es de suponer que éste sepa más de “Dios”-del que anda cerca-  que del Papa impostor, que está más lejos.
Y juntando las distintas visiones del pueblo podríamos llegar a un sincretismo perfecto, por útil.
La unicidad de un Dios Supremo ha sido un gran negocio para todas las iglesias, al menos acá en Occidente. Con el descalabro del Vaticano, sus escombros pudieran servir de basamento para, encima de ellos, edificar una moderna visión de dioses cercanos. El alto clero se pavonea como un elenco de modelos de alta costura, en vez de esforzarse en imitar a Jesús, El Cristo.
El Papa Benedicto (4x4) no es Cristiano ni es Messi -as-, tampoco es “La Mano de Dios” pero, quiere jugar con todos, como al futbol. De día y de noche, al sol y a las sombras, conspira contra la pelota grande.
Pero, cuando se oculta, El Sol no deja de alumbrar ni La Tierra deja de girar a su alrededor. Galileo pagó los platos rotos por advertir que era así; otros como Copérnico -antes de Galileo- y Chávez -después, ahora mismo acá en Venezuela -son condenados por el solo hecho de pujar por un mundo que cambia de modelo.
¿Pero, hay diosas también?
¿Diosas de Plaza de Mayo son verdaderas Madres de la Patria Grande? ¿Dios puede ser -no sólo argentino- cubano, o haitiano, por ejemplo?