sábado, 8 de noviembre de 2008

Obama, Quevedo y negros en boda

Obama se desinfla de manera escandalosa y a pasos agigantados para algunos ilusos soñadores. Los medios de comunicación nos informan de que ha nombrado a dos judíos para sus capitanes de abordo. De abordaje al pueblo palestino. Por esa parte los esclavos ya pueden buscar otro gladiador que este le ha resultado rana.

Y hablando de negros. Cuando estudiábamos historia aquí en España no aparecía la esclavitud por parte alguna. La esclavitud de los negros. La trata de esclavos. Pero aquí estuvo y unos pocos se enriquecieron. Entre ellos los monarcas. Lo hicieron en nombre de la familia cristiana separando padres de hijos y maridos de esposas. Pero eso... aparecía como cosa del sur de los Estados Unidos. Ya saben 'Lo que el viento se llevó'. Y el 'Si, buana'.

Pero existió y la literatura clásica lo refleja desde Sancho Panza en El Quijote que quería hacerse rico vendiendo negros hasta Rodrigo de Reinosa y otros muchos. Entre ellos Quevedo que tiene esta boda de negros que les trasladamos.

BODA DE NEGROS

Vi, debe de haber tres días,
en las gradas de San Pedro,
una tenebrosa boda,
porque era toda de negros.

Parecía matrimonio
concertando en el infierno,
negro esposo y negra esposa,
y negro acompañamiento.

Sospecho yo que acostados

parecerán sus dos cuerpos,
junto el uno con el otro
algodones y tintero.

Hundíase de estornudos

la calle por do volvieron,
que una boda semejante
hace dar más que un pimiento.

Iban los dos de las manos,

como pudieran dos cuervos;
otros dicen como grajos,
porque a grajos van oliendo.

Con humos van de vengarse,

que siempre van de humos llenos,
de los que por afrentarlos,
hacen los labios traseros.

Iba afeitada la novia

todo el tapetado gesto,
con hollín y con carbón,
y con tinta de sombreros.

Tan pobres son que una blanca

no se halla entre todos ellos,
y por tener un cornado
casaron a este moreno.

Él se llamaba Tomé,

y ella Francisca del Puerto,
ella esclava y él esclavo,
que quiere hincársele en medio.

Llegaron al negro patio,

donde está el negro aposento,
en donde la negra boda
ha de tener negro efecto.

Era una caballeriza,

y estaban todos inquietos,
que los abrasaban pulgas
por perrengues o por perros.

A la mesa se sentaron,

donde también les pusieron
negros manteles y platos,
negra sopa y manjar negro.

Echólos la bendición

un negro veintidoseno,
con un rostro de azabache
y manos de terciopelo.

Diéronles el vino tinto,

pan entre mulato y prieto,
carbonada hubo, por ser
tizones los que comieron.

Hubo jetas en la mesa,

y en la boca de los dueños,
y hongos, por ser la boda
de hongos, según sospecho.

Trujeron muchas morcillas,

y hubo algunos que, de miedo,
no las comieron pensando
se comían a si mesmos.

Cuál por morder el mondongo

se atarazaba algún dedo,
pues sólo diferenciaban
en la uña de lo negro.

Mas cuando llegó el tocino

hubo grandes sentimientos,
y pringados con pringadas
un rato se enternecieron.

Acabaron de comer,

y entró un ministro guineo,
para darles agua manos
con un coco y un caldero.

Por toalla trujo al hombro

las bayetas de un entierro.
Laváronse, y quedó el agua
para ensuciar todo un reino.

Negros dellos se sentaron

sobre unos negros asientos,
y negras voces cantaron
también denegridos versos.

Negra es la ventura

de aquel casado,
cuya novia es negra,
y el dote en blanco.

*

Pero esos negros miserables no tienen nada que ver con este Obama que el gran capital ha puesto ahí de monigote para lavar su cara de negrero.

Que ustedes lo disfruten.

El poema de Quevedo. Que todo hay que decirlo.