Hace pocos días le cogió las manos y para animarla le dijo:
-Mírame Agustina: puño en alto, compañera.
Lo hizo porque estando, como estaba, muy malita quería insuflarle ganas de vivir.
Tenía las manos finísimas, cálidas.
Lo miró y sonriéndole le contestó:
Tenía las manos finísimas, cálidas.
Lo miró y sonriéndole le contestó:
-¡Ah! eso siempre, campañero!
El '¡ah!' significaba que seguía intacta, que a sus 97 años no le habían derrotado y que solo la muerte se llevaría su antifascismo.
Luego para animarla más le quiso cantar la canción de Pedro Faura 'Puño en alto' (*) pero no pudo embargado por la emoción.
Contaba su hija Conce que últimamente deliraba acordándose de sus padres pidiéndoles perdón por no haber podido encontrar la tumba de su hermano.
Doña Agustina Alonso González, quien heredó de sus progenitores el sobrenombre de 'La Chicharra', tuvo siempre presente en su memoria a su hermano y al novio, a los que asesinaron los falangistas.
Cuando decimos 'al novio' nos referimos a su primer amor. Pues mas tarde rehizo su vida y amó de nuevo y se casó con el hombre con quien tuvo dos hijas y un hijo.
Pero al hermano y al primer novio no los olvidó: fue fiel a su recuerdo. Tanto como que, a punto de morir, aun le corroía por dentro y soñaba en ello, según contaba su hija, el no haber encontrado la tumba de su hermano. Un deber que no pudo cumplir.
Lo del novio... lo del novio fue... como decirlo... un ejemplo de la barbarie fascista, franquista, falangista... con el nombre que quieran... un ejemplo de los 36 asesinados en Moraleja del Vino (Zamora).
Un ejemplo de los 36 asesinados: lo quisieron matar en las tapias del cementerio junto a otros. Lo dieron por muerto y los asesinos fascistas se fueron. Mas solo estaba herido. Arrastrándose herido como pudo, apoyándose en las paredes de las casas, escondiéndose en las sombras de la noche, llegó hasta las traseras del corral de unos familiares, quienes lo llevaron al hospital de Zamora para que le curaran las heridas. Inútil curación. Cuando salió sano y salvo allí estaban otra vez sus asesinos para llevárselo. Y esta vez, si, lo mataron y remataron.
Un ejemplo de lo que pasó en Moraleja. Incluso un pálido ejemplo. Hubo casos en los que se ensañaron hasta el extremo de cortarle los testículos...
A todos ellos se les recuerda a la entrada del cementerio en una placa que impulsaron los socialistas del pueblo (hay que decirlo) y que pone algo así como : 'A los luchadores de la libertad y de la democracia asesinados'. Con lo que el recuerdo de su novio quedaba grabado en piedra.
Contaba ella que cuando pusieron esa placa o lápida ella estuvo presente. A pesar del miedo. Porque un hilo de miedo recorrió el pueblo. Tanto, que la mitad de los habitantes se quedó en casa acabordados y la otra mitad salió a la calle. Miedo a pesar de que ya se estaba en democracia y en libertad con esta monarquía heredada del franquismo. Democracia y libertad (todo hay que decirlo) que buena parte del pueblo español nunca se ha creído del todo.
Pero su hermano... su hermano... ¡ah, su hermano!... el hermano de Doña Agustina Alonso González... fue una espina clavada... recordado en delirios... hasta el último momento... inolvidable... Y es que la sangre es muy clamorosa.
Cuando le contestó aquello de 'Puño en alto, siempre' no se sorprendió. Aunque, para qué negarlo, se le quebró, a él, emocionado, la voz. Y es que, como estas 'Agustinas', hay pocas. Hubo una tal Agustina de Aragón. Muy nombrada. A ésta Agustina, Agustina Alonso González, solo la conocemos unos pocos. Es de Moraleja del Vino, pueblo de la provincia de Zamora. Él no la olvidará. Y cantándole muy quedo, para si, el 'Puño en alto' (1) de Pedro Faura, en la soledad de los recuerdos más entrañables, deseará que siempre esté en su memoria:
Luego para animarla más le quiso cantar la canción de Pedro Faura 'Puño en alto' (*) pero no pudo embargado por la emoción.
Contaba su hija Conce que últimamente deliraba acordándose de sus padres pidiéndoles perdón por no haber podido encontrar la tumba de su hermano.
Doña Agustina Alonso González, quien heredó de sus progenitores el sobrenombre de 'La Chicharra', tuvo siempre presente en su memoria a su hermano y al novio, a los que asesinaron los falangistas.
Cuando decimos 'al novio' nos referimos a su primer amor. Pues mas tarde rehizo su vida y amó de nuevo y se casó con el hombre con quien tuvo dos hijas y un hijo.
Pero al hermano y al primer novio no los olvidó: fue fiel a su recuerdo. Tanto como que, a punto de morir, aun le corroía por dentro y soñaba en ello, según contaba su hija, el no haber encontrado la tumba de su hermano. Un deber que no pudo cumplir.
Lo del novio... lo del novio fue... como decirlo... un ejemplo de la barbarie fascista, franquista, falangista... con el nombre que quieran... un ejemplo de los 36 asesinados en Moraleja del Vino (Zamora).
Un ejemplo de los 36 asesinados: lo quisieron matar en las tapias del cementerio junto a otros. Lo dieron por muerto y los asesinos fascistas se fueron. Mas solo estaba herido. Arrastrándose herido como pudo, apoyándose en las paredes de las casas, escondiéndose en las sombras de la noche, llegó hasta las traseras del corral de unos familiares, quienes lo llevaron al hospital de Zamora para que le curaran las heridas. Inútil curación. Cuando salió sano y salvo allí estaban otra vez sus asesinos para llevárselo. Y esta vez, si, lo mataron y remataron.
Un ejemplo de lo que pasó en Moraleja. Incluso un pálido ejemplo. Hubo casos en los que se ensañaron hasta el extremo de cortarle los testículos...
A todos ellos se les recuerda a la entrada del cementerio en una placa que impulsaron los socialistas del pueblo (hay que decirlo) y que pone algo así como : 'A los luchadores de la libertad y de la democracia asesinados'. Con lo que el recuerdo de su novio quedaba grabado en piedra.
Contaba ella que cuando pusieron esa placa o lápida ella estuvo presente. A pesar del miedo. Porque un hilo de miedo recorrió el pueblo. Tanto, que la mitad de los habitantes se quedó en casa acabordados y la otra mitad salió a la calle. Miedo a pesar de que ya se estaba en democracia y en libertad con esta monarquía heredada del franquismo. Democracia y libertad (todo hay que decirlo) que buena parte del pueblo español nunca se ha creído del todo.
Pero su hermano... su hermano... ¡ah, su hermano!... el hermano de Doña Agustina Alonso González... fue una espina clavada... recordado en delirios... hasta el último momento... inolvidable... Y es que la sangre es muy clamorosa.
Cuando le contestó aquello de 'Puño en alto, siempre' no se sorprendió. Aunque, para qué negarlo, se le quebró, a él, emocionado, la voz. Y es que, como estas 'Agustinas', hay pocas. Hubo una tal Agustina de Aragón. Muy nombrada. A ésta Agustina, Agustina Alonso González, solo la conocemos unos pocos. Es de Moraleja del Vino, pueblo de la provincia de Zamora. Él no la olvidará. Y cantándole muy quedo, para si, el 'Puño en alto' (1) de Pedro Faura, en la soledad de los recuerdos más entrañables, deseará que siempre esté en su memoria:
"Puño en alto compañeros.
Puño en alto que ya vengo
alzando alto muy alto
alzando alto y sin miedo.
Que cuando más alto esté
con más fuera caerá luego
sobre los que con su vida
matan la sangre del pueblo.
Alzando alto muy alto
compañeros que ya vengo.
Si no estuve con vosotros
fue ignorancia no fue miedo,
pero ya he sabido y siento
que yo no puedo ser libre.
Que no podemos ser libres
si libre no es todo el pueblo
Puño en alto compañeros
que ya descargarlo quiero.
Que ya ha llegado la hora
de darle lo suyo al pueblo.
Puño en alto compañeros.
Puño el alto que ya vengo.
Quiero formar con vosotros
de puños un bosque entero".
Descanse en paz Agustina. Compañera. No te olvidaremos._________
(*) Pedro Faura, militante del Frap, era pseudónimo o nombre de guerra del famoso músico Bernardo Fuster, autor de numerosas canciones entre otras la famosa 'Calle de Alcalá'. Esta canción 'Puño en alto' pertenece al albúm titulado 'Manifiesto' que publicara en la clandestinidad el Frente Revolucionario Antifascista y Patriotico (FRAP)
(1) Enlace para escuchar la canción: http://www.frap.es/faura.html