Nicolás González Varela: 'Negro brasileño leproso', sueño político-filosófico de Spinoza -B
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“Los hombres son enemigos por naturaleza.
Pues, para mí, el máximo enemigo
es aquel que tengo más que temer
y del que debo guardarme más.”
(Baruch Spinoza, ‘Tractatus politicus’,
1677)
“No hay nada más terrible
que un Estamento bárbaro de esclavos
que haya aprendido a considerar
su existencia como una injusticia.”
(Friedrich
Nietzsche, ‘Die Geburt die Trägedie’, XVIII, 1872)
“Los pueblos modernos de Europa no han
hecho más
que encubrir la Esclavitud en sus
propios países
y la han impuesto en el Nuevo Mundo.”
(Karl Marx, ‘Misère de la philosophie’,
1846)
“El Sueño es absolutamente
egocéntrico.”
(Sigmund Freud, ‘Die Traumdeutung’,
1900)
“Sirva de ejemplo la ciudad de Amsterdam, la cual experimenta los frutos
de esta libertas en su gran progreso y en la admiración de todas las naciones.
Pues en este Estado tan floreciente (florentissima Republica) y en esta ciudad
tan distinguida (urbe praestantissima) viven en la máxima concordia todos los
hombres de cualquier nación y secta: y para que confíen a otro sus bienes, sólo
procuran averiguar si es rico o pobre, y si acostumbra a actuar de buena fe o
con engaño…”[1] La utopía concretada, la única libera Republica es para Spinoza
exclusivamente Amsterdam, amada y
venerada metrópoli, la nueva Atenas de Occidente. El alma burguesa de la
Republiek der Zeven Verenigde Nederlanden,[2] era en la mitad del siglo XVII la
sede estratégica mundial del negocio de trata de esclavos, los viles contratos
mercantiles de venta y entrega de esclavos africanos se elaboraban en ella y en
ella tenían sus oficinas la mayor parte de las nuevas multinacionales
esclavistas europeas.[3] Además de ser el gran centro del Capital, del
transporte marítimo moderno y de la primera banca pública capitalista,[4]
Amsterdam fue la gran factoría de Europa occidental; a ella llegaban todos los
productos necesarios gracias al intercambio combinado y desigual generado por
el comercio de esclavos: telas y paños de muchas naciones, oro, armas, perlas,
cobre, hierro, brandy, tabaco y muchas otras materias primas. Amsterdam, era la
principal ciudad de las Provincias Unidas, una “Federación muy descentralizada
de siete miniestados-provincias, que a su vez eran federaciones
descentralizadas de ciudades y pueblos.”[5] Los barcos de esclavos procedentes
de países extranjeros, sobre todo de Inglaterra, ponían como fin de travesía
Amsterdam con el fin de adquirir mercancías para el comercio africano. Era una
Mecca del nuevo Republicanismo comercial. Unos años antes, su maestro Descartes
se había sorprendido del extendido materialismo y el fervor por la ganancia, el
nuevo Esprit capitalista que imperaba en la ciudad: “En esta gran ciudad
(Amsterdam) en que me encuentro, como todo el mundo está ocupado en el comercio
excepto yo, cada cual se halla tan atento a su provecho que bien podría
permanecer aquí toda mi vida sin ser jamás visto por nadie.”[6] Spinoza le recordaba a sus lectores la enorme
suerte de hallarse en una ciudad-estado como Amsterdam en plena libertas
integra; tanto él como sus contemporáneos poseían “la rara dicha de vivir en
una República, donde se concede a todo el mundo plena libertad para opinar y
rendir culto a Dios según su propio juicio, y donde la libertas es lo más
apreciado y lo más dulce (dulcius)…”.[7] Nos resulta extraño que la libertad
que se goza en la mercantilista Amsterdam le resulte a Spinoza dulcius, dulce,
pero veremos que es una exacta concordancia ideológica con la visión del primer
Liberalismo, el llamado Doux Commerce. Viviendo en ella, Spinoza ha tenido una
pesadilla, que le ha conmovido de tal manera que se la confiesa a uno de sus
corresponsales y compañero de militancia liberal, el comerciante Peter Balling.
Una imagen queda retenida, por la fuerza de la imaginación, en su retina:
cujusdam nigri et scabiosi Brasiliani quem nunquam antea videram, la de un
negro y leproso brasileño que jamás había visto antes. Lexicográficamente en el
lenguaje culto spinoziano (utiliza sintomáticamente no el holandés vulgar sino
el latín de las elites burguesas) primero es un miembro de una raza: “Negro”
(nigri); en segundo lugar la aparición tiene una nacionalidad definida o al
menos una territorialidad concreta, es “brasileño” (Brasiliani); en tercer
lugar es un esclavo decadente, ¿qué otra cosa podría imaginarse de un negro,
sea esclavo, sea liberto, en territorio de un Brasil colonial?, identificable
con un enfermedad repugnante: la Lepra (scabiosi). ¿A quién remite este
fantasma spinoziano? Se podría identificar al nigri et scabiosi Brasiliani con
el enemigo público número uno de Holanda (y del futuro comercial de la WIC en
la América portuguesa conquistada) en aquella coyuntura: el esclavo negro
rebelde liberto Henrique Dias, Herói da Restauração de Pernambuco, líder de una
revuelta contra los holandeses en la ciudad de Pernambuco, Brasil, entre 1645 y
1648, una guerra defensiva llamada paradójicamente Guerra da Luz Divina,
liderada por los dueños de las plantaciones, católicos, a los que
inmediatamente apoyó Portugal.[8] Dias es, con más de ciento cincuenta años de
anticipación, un líder negro popular con la capacidad política y militar de un
Toussaint L’Ouverture, el liberador de Haití. Dias fue comentado en la prensa
holandesa de la época, ya que era la primera vez que aparecía en el campo de
batalla una ejército formado por ¡negros! (esclavos y libertos) y que un
general ¡de color!, iletrado y sin formación militar, derrotaba a dos exitosos
comandantes holandeses, entre ellos el mítico Count Maurice of Nassau y luego
el Count Sigismond, entrenados en las mejores escuelas militares europeas y que
habían doblegado a expediciones militares de España y Francia en Flandes. Dias
tenía el título popular de “Governador dos crioulos, pretos e mulatos do
Brasil”, es decir de la base popular trabajadora y esclavista de la colonia, os
pretos e pardos. Hasta qué punto era una
guerra intercolonial, racial y social, que los regimientos militares de Dias
eran llamados por la administración portuguesa Terço da Gente Preta, tercios de
la gente negra.
Finalmente gracias a tropas como las de
Dias, los portugueses reocuparon la región en 1654, expulsando a todos los
holandeses incluidos los hebreos dedicados al comercio colonial (controlaban el
50% del comercio de azúcar y el ignominioso tráfico de esclavos como
accionistas en la WIC). Ya un viajero holandés, Johan Nieuhoff, veterano
empleado de la WIC, señalaba que “entre los habitantes libres de Brasil en
1640, los judios fueron los más considerable en el número, sobresalen en el
control del tráfico comercial por sobre los demás; adquirieron ingenios de
azúcar, y construyeron casas señoriales en la ciudad de Recife.”[9] La zona
industrial de Pernambuco podía considerarse, en el comercio mundial de azúcar
de la época, su principal polo productor, que contaba con más de 160 enormes
plantaciones-ingenios.[10] Los holandeses además habían acelerado a través de
reformas logísticas, inversión e innovación tecnológica, el tejido productivo
de los antiguos amos portugueses.[11] Todas las Provincias Unidas, en especial
Holanda, quedaron conmovidas por esta guerra colonial perdida, pero en especial
Amsterdam (cuyo papel fue central en la explotación del norte de Brasil).
Spinoza quedó doblemente afectado y confundido: por los negocios de su padre y
tío en la sucursal que tenían en Pernambuco y por la expulsión de Brasil de su
antiguo maestro de doctrina judía, el rabino cabalista Isaac Aboab de Fonseca.
Paradójicamente Fonseca luego se transformaría en el enemigo número uno de
Spinoza y será el que leerá en público el Cherem que lo expulsaba de la
congregación judía de Amsterdam. Dias era de alguna manera, un enemigo de su
enemigo, enemigo de los hebreos (un símbolo odioso de una Portugal católica y
papista), enemigo de los intereses de la propia familia de Spinoza y enemigo de
su elogiada Amsterdam (su Oceana utópica); era la condensación perfecta del
fantasmagórico cujusdam nigri & scabiosi Brasiliani. Después de la
catástrofe de 1654 los judíos holandeses que fueron expulsados por los
portugueses se instalaron o bien en el Caribe inglés, como Gabriel, el hermano
de Spinoza en Jamaica, o su hermana Rebecca en Curaçao, o bien en una nueva
ciudad llamada New Amsterdam (la futura New York). Extrañamente, la involución
no era una dinámica puramente europea: Brasil sería, luego de su independencia,
la última nación en América en abolir la Esclavitud en 1888. Para cerrar la
larga y amarga derrota económica, algunos destacados comerciantes y empresarios
judíos, muy conocidos en el milieu comercial de Amsterdam, capturados en la
reconquista de Brasil, fueron quemados públicamente en la misma Lisboa en un
auto da fe en 1647.[12]
Es interesante la afirmación de Spinoza que “jamás había visto con
anterioridad” al negro brasileño de su delirium tremens. Eso significa que
Spinoza ya había visto en Holanda esclavos negros africanos llegados de Brasil,
pero no a ese individuo de color en particular. Cosa nada sorprendente. Los
esclavos negros, llamados despectivamente Zwarten, Negers o incluso Moren
(moros), no eran para nada ajenos o extraños al ambiente doméstico holandés de
la época. Además de los datos comerciales, económicos y financieros
relacionados con la Esclavitud, el Arte holandés de la época, la cultura visual
flamenca, la imaginería popular, nos provee claras evidencias de los esclavos
en la vida cotidiana en la época de Spinoza. Por otro lado fue en Holanda, en
especial en Amberes, donde nació el primer mercado capitalista de arte: los
muebles de diseño y los cuadros eran un modelo prometedor para la inversión y
su posterior reventa; en otras palabras, la especulación con obras de arte y
más específicamente con la pintura salió a la luz por primera vez en la época
dorada de la república comercial holandesa.[13] La pintura para decorar los
hogares burgueses se hizo por primera vez popular, así como sus temas y tópoi.
Son evidentes en la estética del doux commerce los puntos de vista calvinistas
que se expresan en pocas palabras: sobriedad, austeridad y moderación. El lujo
exagerado, ya sea en forma de joyas, telas exóticas o algún objeto de costosa
fabricación, conducía a la impureza del Alma. Daremos algunos ejemplos del
período. La pintura nacional también, como la Filosofía de Spinoza, tendía hacía
el Naturalismo realista; si aquel atacaba a los filósofos “que no conciben a
los hombres tal como son, sino como le gustarían que fuesen”,[14] el Arte en un
asombroso paralelismo, en fraternal emulación de metas y medios de expresión,
repitió la fórmula. Como en su Etica, los pintores plasman las acciones y los
apetitos humanos “como si estuviesen considerando líneas, planos o
cuerpos.”[15] El realismo práctico y la Natura son los temas del Arte y las
formas imaginadas por el artista no salen de su propia mente, sino permanecen
unidas a la Naturaleza.
Podemos empezar por el pintor Peter Paul
Rubens y su estudio al óleo de un esclavo negro titulado Estudio sobre la
cabeza de un hombre negro (1640), donde en unos maravillosos sketchs se retrata
en cuatro posiciones diversas la figura de un esclavo negro vestido a la
europea. Otro ejemplo es el cuadro Cabeza de un hombrenegro (¿1620?) del pintor
Anthony van Dyck, en el cual aparece un esclavo negro, ataviado para el
trabajo, con su lengua afuera, un aro en la oreja, pareciendo extenuado o
agitado. Incluso en el cuadro Silenio borracho ayudado porlos sátiros (1620),
uno de los sátiros, a la derecha de la tela, es claramente el torso de un negro
con rasgos africanos, muy similar al del estudio anterior. Van Dyck hizo el retrato de una dama de clase
alta muy significativo, Henrietta de Lorraine (1634), en el cual la distinguida
mujer descansa su mano derecha sobre un niño-esclavo negro, vestido de
sirviente, que le ofrece una fuente de frutas exóticas. El pintor Peter Lely
tiene un retrato muy similar, seguramente estaba de moda el formato entre las
clases pudientes holandesas, titulado Elizabeth Murray, condesa de Dysart
(1651), en la cual esta vez el joven esclavo negro, vestido de siervo y con
pendiente, le ofrece una fuente con ofrendas frutales, en papel cortesano y
sumiso. Hay una pintura al óleo de Frans Hals “El Viejo”, Retrato de una
familia holandesa (1648),[16] quien además pintó el mejor retrato que existe de
Descartes,[17] donde se plasma a un joven esclavo negro, como parte del
bucólico universo de una familia feliz y opulenta, con un paisaje flamenco
naturalista típico de fondo. Otro destacado pintor de la época, hablamos nada
menos que de Harmenszoon van Rijn Rembrandt, pintó el óleo titulado Dosnegros
(1659), considerada por los expertos uno de sus mejores trabajos, en el cual
aparecen dos esclavos usados de sirvientes, por sus ropas, en actitud de
sumisión. Para finalizar un cuadro, que aunque más tardío, nos acerca a nuestro
tema: se trata de un retrato homónimo del comerciante Jan Pranger retratado por
Frans van der Mijn en 1742. Pranger está vestido con una chaqueta llamativa, de
color rojo brillante, con mangas muy anchas con puños bordados y un chaleco
largo que lleva el mismo motivo; en su cabeza un sombrero de tres picos; su
peluca empolvada –rastros de polvo pueden ser vistos en su chaqueta– tiene una
larga trenza, y una espada de empuñadura de oro a su izquierda; se encuentra de
pie con seguridad junto a una mesa que está cubierta con una tela verde que
lleva unas raras iniciales: GWC (Geoctrooieerde Westindische Compagnie).
Detrás, un joven esclavo negro, vestido como sirviente, en actitud de sumisión
permanece expectante. Pranger es el director general de la multinacional
holandesa en Ghana, África, la ignominiosa “Compañía de las Indias
Occidentales”, que comerciaba y cotizaba principalmente en azúcar, oro y
esclavos. El período en el que el comercio de esclavos representaba la mayor
parte de la riqueza y el poder holandés en el Atlántico dio lugar a la
producción de la mayor categoría de pinturas con negros como complementos a
pintorescos retratos de grupos e individuos de las familias burguesas
holandesas. Según Blakely, este tipo de arte, en el que se enmarca el retrato
luminoso de un aristócrata o un comerciante con el trasfondo sombrío de un
negro, se produjo en los Países Bajos, más que en cualquier otra parte de
Europa. Estos retratos fueron pensados principalmente “para proyectar el Poder
y el prestigio provocado por el nuevo Comercio”, el doux commerce de Montesquieu, Steuart y
Adam Smith, para celebrar los logros y dejar un registro duradero para la
posteridad. Elegantes damas de las altas clases holandesas, acompañadas de sus
títulos nobiliarios, posaban espléndidas
con su corderito, su perro, o su exótico esclavo negro como mascota de
moda.[18] Y lo mismo puede decirse de la presencia del esclavo negro en la
cultura popular holandesa: desde el folklore pasando por la heráldica hasta las
fiestas religiosas.
Es interesante la específica mención de
Spinoza, un poco más adelante en la misma carta, ya que utiliza el sinónimo de
“Etíope” (Æthiopis) para describir el negro brasileño de su ensoñación. Spinoza
le ha sumado al color racial, a la territorialidad y a la enfermedad (Sarna) un
lugar natal es decir: una genealogía que queda negada ad eternum en el Contrato
esclavista. ¿Por qué etíope?[19] En su diario de viajero colonialista
Itinerario (1596) el rico comerciante holandés Jan Huyghen Van Linschoten,
llamado el “Marco Polo holandés”, contemporáneo de Spinoza, comenta que los
esclavos del África oriental, vagamente la zona de la Etiopía actual, tenían
una gran demanda entre los europeos “porque son los más fuertes, y hacen el
trabajo más sucio y duro, [parece que este tipo de africanos] existen sólo para
que se los utilice.”[20] Esta percepción podría haberse intensificado por el
uso de esclavos africanos por los colonos portugueses en el siglo XVI, que
valoraban los autóctonos de esa región por sobre el resto. Los esclavos procedentes
de Etiopía eran los más buscados y valorados, tanto por su fuerza como por su
estatura, y ellos fueron los más demandados tanto por los portugueses (que
fueron aliados de los reinos etíopes cristianos que pelaban contra los
musulmanes) como por los holandeses en sus explotaciones de azúcar en Brasil.
La esclavitud era normal en Etiopía, tanto para el trabajo forzoso en las minas
de oro, en el ámbito doméstico como en el trueque con mercaderes islámicos u
occidentales. Los esclavos pasaban de Etiopía a la costa oeste de África, un
“Asiento de Negros”[21] en Angola, Guinea o Kaffraria (Sud-África) les
embarcaba rumbo al norte de Brasil o al Caribe, es decir: el tipo de esclavo
negro, ideal, fuerte pero peligroso era el denominado genéricamente como “etíope”,
desde la época de los romanos. ¿Spinoza conocía las subjerarquías raciales que
conformaban la racionalidad esclavista holandesa? Hay otra referencia
inquietante en el delirio spinoziano: al esclavo negro (clasificación racial
por color), brasileño (nacionalidad enemiga), etíope (subjerarquía
intra-racial) se le suma el que está poseído por una enfermedad terrible:
scabiosi, o sea la Lepra. Las costras en la piel negra hacen hincapié en la
fealdad absoluta y la enfermedad mortal de la persona, que aparece para
recordarle un fracaso individual y nacional. Conocida por sus lesiones cutáneas
desfigurantes desde la Antigüedad (la forma más severa produce grandes nódulos
desfigurantes, o bultos) y un debilitante daño a los centros nervios, la Lepra,
denominada en sus inicios “Elefanciasis” y en la medicina moderna “Enfermedad
de Hansen”. Es una enfermedad infecciosa de nula transmisibilidad cuando está
debidamente tratada. No tiene nada de extraordinario que se extendiera, desde
su origen epidémico en el Este de África, como una plaga por el mundo conocido
gracias al intenso comercio de esclavos, al Colonialismo. Documentos históricos
y médicos escritos entre el siglo XVI y XVII demuestran que la Lepra, llamada
por los esclavistas con los simpáticos términos de Coca-Bay, Lazarino, Joint
Evil o King’s Evil, era altamente prevalente en los esclavos africanos en las
Indias Occidentales holandesas, y también en el breve período de ocupación del
norte de Brasil. El concepto social-racista de la Lepra se reconstruyó
alejándolo de la Teología, pero considerándosela por los europeos como una
“Aflicción” exclusiva de gente considerada inferior, Untermenschen,
específicamente de la población negra que vivía en las colonias europeas. El
Racismo médico llegó a sostener “científicamente” que los blancos eran inmunes
a la Lepra, o sea que las “Sub-personas” tenían enfermedades infecciosas
exclusivas de su raza inferior, de su insuperable Ontología.[22] La Lepra fue
históricamente incurable, mutilante y vergonzosa. Se establecieron leyes
represivas, se prohibió la presencia en público de esclavos leprosos, se les
perseguía y secuestraba para internarlos en establecimientos terroríficos (o
naves aisladas), y además se le cobraba una fuerte multa a sus amos si se les
descubría ante un público europeo.[23] Es decir que la Lepra era considerada
desde el siglo XV como “la” enfermedad de los esclavos negros.[24] Además, en
el contexto de un pensador como Spinoza, gran hermeneuta de las escrituras
teológicas tanto judías como cristianas, la Lepra tiene evidentes connotaciones
religiosas y resonancias bíblicas, ya que se consideraba un justo castigo
divino.[25]
Aquí finaliza lo que podemos exhaustivamente deducir del sueño de
Spinoza y las condiciones existenciales, “egocéntricas”, de las que puede
interpretarse tanto su significado como el material pasivo que lo generó. El
sueño, la figura de la mediación del negro brasileño leproso, como veremos, es
perfectamente coherente, y tiene una connexio lógica con la propia filosofía
política spinoziana, incluso con la madura, con su Tractatus politicus. Lo
cierto es que llama la atención esta curiosa paradoja materialista: que los
liberales holandeses del siglo XVI-XVII tuvieran como un gran orgullo nacional
el conseguir la máxima libertas para su pueblo y llegar un clima de tolerancia
en la Patria sin igual en Europa, mientras que al mismo tiempo forzaban al
trabajo a cientos de miles de esclavos negros y asiáticos en sus dominios de
ultramar, a miles de nigri et scabiosi sclavus. La “Maxon-Dixon Line”[26] en
Holanda estaba trazada en algún punto del Océano Atlántico, no en su propio
territorio, pero también profundamente perfilada en la entraña de la teoría
política del naciente Republicanismo comercial. ¿Las contradicciones
irresueltas al nivel de la Teoría finalmente reaparecerán como restos diurnos a
un nivel más profundo del delirio, la fantasía, la imaginación y en la
escritura de Spinoza?
La Filosofía política liberal clásica (Hobbes, Grocio, Pufendorf,
Spinoza, Locke, Rousseau, Kant) nace, como una Minerva, armada con la idea de
Pacto y de Contrato (o sea: suma de voluntades, obligación, consentimiento y
representación). La idea es muy intuitiva y sencilla. Todos somos conscientes
de la idea de un “contrato”, un acuerdo entre dos o más personas para hacer
algo. El “Contrato social” simplemente extiende esta idea del Derecho privado.
Spinoza define así la ficción constitucional: “si consideramos que los humanos
sin mutua ayuda viven en la mayor de las miserias y sin posibilidad de cultivar
su razón... veremos con toda claridad que, para vivir en seguridad y de la
mejor manera posible, tuvieron que ponerse de acuerdo de mancomún, y, en
consecuencia, llevar a efecto, el que el derecho que cada uno por naturaleza
tenía a todo, lo tuviesen ahora colectivamente, y que en adelante ya no se
determinase (ese derecho) por la fuerza y la codicia de cada cual, sino
conjuntamente por el Poder y la Voluntad de todos. Éste, sin embargo, hubiera
sido un intento inútil si no hubieran querido seguir más que lo que el apetito
les dictase, y de esa manera tuvieron que estatuir un Pacto (pactum) entre sí
con toda firmeza el dirigirse en todos los asuntos por el dictamen exclusivo de
la Razón...”[27] La gran virtud (ideológica) de la teoría tradicional del
Communi Consenso[28] fue la de proporcionar respuestas aparentemente sencillas,
tanto a cuestiones de hecho sobre los orígenes y el funcionamiento del Estado,
como sobre cuestiones normativas acerca de la justificación de las estructuras
socioeconómicas y la obligación con respecto a las instituciones políticas. Por
otra parte, el Contrat era muy versátil, dependiendo de cómo los teóricos de
diferentes puntos de vista sobre el estado de naturaleza, la motivación humana,
las personas, los derechos y las libertades (original y devenida), los detalles
particulares del contrato y el carácter del gobierno (obligaciones y derechos)
que resulta de todo ello. Si pensamos en los seres humanos, partiendo de un
hipotético (no-histórico) “Estado de Naturaleza”, sugiere que, a continuación,
podemos decidir la creación de la sociedad civil y de la sociedad política (Res
publica, Estado).
Para Grocio, Pufendorf y Spinoza, el “Estado de Naturaleza” (Status
naturae), ya sea histórico o hipotético, es una condición social regulada por
la Ley moral de Dios. El holandés Grocio es enfático en que el Contrat, que
establece la sociedad civil, constituye una comunidad jurídica en consonancia
con la sociabilidad natural del hombre, en la que coincide Spinoza, en
consonancia con el reconocimiento mutuo y la protección de sus derechos
morales. La obligación de mantener los acuerdos (como subraya Spinoza) no es
una consecuencia automática de vivir en la sociedad civil, sino más bien el
corolario necesario en virtud de la Ley natural de nuestra racionalidad y sociabilidad: “El Hombre es una animal
social” dirá Spinoza siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Francisco
Suárez.[29] Tanto en Grocio, Pufendorf y Spinoza se identifican dos
obligaciones naturales que nos predisponen a instituir una sociedad política y
la soberanía unitaria. Tenemos en primer término un deber-servicio para con
Dios en virtud de la Ley natural de auto-preservación (conatus) y (en la medida
en que sea compatible con esto), la preservación de los demás, los otros. Son
importantes, en el contexto spinoziano, las controversias religiosas del siglo
XVI que dieron lugar a numerosos tratados por los hugonotes, como Hotman, Beza
y Mornay, y el radical calvinista Buchanan, en los cuales básicamente el consentimiento
y el contrato en relación con la comunidad y su gobernante se invocan en
diversos grados para reclamar la libertad de opinión y de culto religioso
(libertas academica, libertas philosophandi, libertas docendi),[30] slogans
comerciales-liberales que se hicieron famosos en Europa gracias a Descartes
(quién los acuñó conceptualmente). Spinoza, cartesiano crítico, coincide en
todos estos puntos en común señalando que “la Libertad de filosofar y de decir
lo que pensamos, que quiero defenderla por todos los medios, pues por aquí, en
razón de la excesiva autoridad e insolencia de los predicadores, se elimina sin
más y se establecen teorías de la resistencia y la desobediencia civil basadas
en gran medida a partir de un Derecho contractual implícito con Dios.”[31] No
es que estos teóricos eruditos hayan ignorado por completo la historia de
opresión social y racial (servidumbre oriental, expropiación nativos
americanos, la esclavitud africana, trabajo infantil, etc), sino que la han
conceptualizado de una manera engañosa, que deja intacta la Weltanschauung de
la corriente dominante de la ideología política. El trabajo forzado, el Racismo
y el Esclavismo no son considerados problemáticamente al nivel teórico y
político de la nueva ideología del republicanismo comercial, sino como
“prejuicios precapitalistas”, la resaca pre-moderna, sub-productos
accidentales. Es posible y de manera racional, representar como una democracia
más o menos liberal, más o menos igualitaria a una nación en el que la mayor
parte de su población (no solo los de color sino los trabajadores manuales, los
pobres y los extranjeros) estaba excluida y subordinada, ya sea esclavizada,
expropiada, segregada, marginada o privada de la igualdad de oportunidades
socio-económicas. Es decir: se trata de silenciar que la mayoría de la sociedad
civil sufría una “Muerte Social”. Y lo que hace que esta hazaña de evasión
ideológica sea posible es, pero en una mínima parte, el desconocimiento de los
hechos, pero la clave es el mapa del terreno conceptual dominante, compartido y
venerado, en el cual los hechos están privados de su propio significado. Esta
historia de la dominación no se enmarca, como debiera ser, en el cuadro general
de un sistema de supremacía del europeo propietario, en el que muchos ciudadanos
son superiores a otros. Y a su vez, las creencias que justifican y sostienen
estas reglas de dominación, que se filtran en la propia Filosofía, no se ven
como una ideología de la dominación burguesa, sino son subestimadas y degradas a la condición de “accidente”,
“prejuicio”, “irracionalidad” o “desviaciones”. La exclusión basada en Raza,
Sexo y Clase no representa una lacunae, una “laguna teórica” en una Filosofía
política liberal correcta, ni las inclusiones privilegiadas de ciertos
ciudadanos por su propiedad y riqueza simplemente “contradicciones externas”
del credo democrático. Esta lógica de inclusión y exclusión del Capitalismo
forma una figura inseparable, interdependiente y el trasfondo mismo de la
institución del Esclavismo. El Racismo en sus múltiples variantes es la
tradición dominante en el Capitalismo, ayer y hoy, y el Classical
republicanism, Republicanismo comercial, el igualitarismo liberal, como vemos,
ha tenido una inflexión teórica racial-clasista desde su nacimiento histórico.
El contexto material para el Racismo es el expansionismo europeo moderno, o
sea: la aparición del fenómeno del Imperialismo. El Liberalismo es
“contemporáneo” con el Colonialism, a pesar que esta relación intrínseca y
necesaria apenas ha sido considerada por los teóricos políticos modernos o la
industria académica. En realidad estos aspectos han sido denegados o
silenciados, y mientras que el Liberalismo se autointerpreta como una teoría de
la auto-conciencia universalista y cosmopolita “transhistórica-transcultural-transracial”,
en realidad ha estado sellada de manera indeleble, de manera exotérica o
esotérica, explícita o implícita, por la exclusión política sistemática y
sostenida de diversos grupos y tipos de personas, por la “Muerte Social”. La
auténtica historia política de Europa en el siglo XVII no se encuentra tanto en
Europa, como en América, África y Asia. [32]
Lo que tenemos, entonces, es una teoría que fundamenta el gobierno
aparentemente en el consentimiento popular de las personas tomadas como iguales.
Pero el contrato material y real, efectivo, aunque basado en la tradición del
contrato social que ha sido central en la teoría política occidental, no es un
contrato entre todo el mundo (“Nosotros el Pueblo”, como rezan los proemios
constitucionales), sino sólo entre las personas que cuentan, las personas que
realmente son personas, las personas que pueden considerarse libres (“Nosotros
los europeos propietarios”, por ejemplo). Por lo tanto, es un contrato
excluyente, excepcionalista, discriminatorio y eminentemente clasista-racial.
La igualdad formal final asegura y enmascara una desigualdad real y material.
La Filosofía práctica del Liberalismo se asienta sobre un no-Contrato, o un
pseudo-Contrato, que funge como relación entre realidades segregadas. El
Iluminismo nace con esa fuerte dicotomización, lleva la marca estratégica de
este doble vínculo normativo, que lentamente reemplaza a la inservible
dicotomía religiosa (cristianos-infieles) de la Edad Media cuyas desventajas
eran evidentes a nivel ideológico. Raza
y propiedad (Clase) empiezan a ser los marcadores formales que indican
categorías de Untermenschen, Sub-personas, Nicht-Genien[33] o Humanoides,
entidades o mónadas ya no totalmente humanas, muchas identificadas con la
definición racial, pero no exclusivamente. En la idea de Untermenschen se
fusionaba de manera generalizada clase, raza, religión, nacionalidad: un
“Nosotros" (equivalente a blanco-europeo-libre qua propietario) y “Ellos”
(negro, no-europeo-pagano-esclavo no libre qua propietario). Esto se logra de
una manera única en la relación esclavista-excluyente: la definición como una
persona socialmente muerta. Alejados de todos los “Derechos del Hombre” dejan
de pertenecer por motu propio a cualquier orden social legítimo. Todos los esclavos
(directos e indirectos) experimentan una auténtica excomunión laica, un Cherem
burgués. El objetivo de esta distinción ontológica “Nosotros-Ellos” era en un
principio clasista y religioso, más adelante racial. La Esclavitud fue el
cautiverio para muchos de los perdedores en una suerte de concurso de Poder.
Los esclavos eran ya infieles, ya paganos. La marca distintiva del estado de
Esclavitud no es la pérdida de la libertad formal (política o civil), como en
el caso de los no-propietarios, mujeres y extranjeros en la Europa del siglo
XVII, como veremos, sino la perpetuidad y el carácter casi absoluto de esa
pérdida, ya sea voluntaria o involuntaria. Una exclusión durante vita. El
salvajismo y la aparente extrañeza de los negros africanos, auténticos alienus,
reforzadas por las actitudes tradicionales y el contexto de los primeros
contactos, fueron los componentes más importantes en el sentido de la
différance (en cuanto a posponer el reconocimiento y al mismo tiempo
diferenciar), que proporcionó el margen mental, absolutamente necesario para la
colocación de los europeos en la cubierta del barco de esclavos y al negro con
grilletes en la bodega. La misma différance que se incorporó como presupuesto
no explícito en la alta teoría política como referencia a la alteridad. Si la
mano de obra nacional era de alguna manera una casta de Outsiders, foránea,
extranjera e invisible, el esclavo lo era pero dos veces. El Liberalismo
clásico desarrollará, aparte del Contrat clásico y paradigmático para su espacio vital interior, un Contrato
expropiador para su espacio imperial, un
Contrato colonial y finalmente un Contrato esclavista. Todos ellos presuponen
como norma fundamental la absoluta legitimación de la subordinación y la
“muerte social” de amplias mayorías, todos ellos se afirman sobre la injusticia
“natural” de enteras categorías de personas.
El contrato social clásico es, ante todo, una hipótesis ético-política
en su naturaleza, pero también es eminentemente materialista, plena de un
pragmatismo cínico, económica en el sentido de sus fundamentos últimos, al
punto que el “Estado de Naturaleza” es el molde para asegurar un entorno
estable para la apropiación industriosa y racional del mundo, para generar
cadenas de propiedad, con seguridad y estabilidad. Europa, sin embargo, no fue
el único espacio político-económico en asociar Cultura, Civilización y Esclavitud. El surgimiento del Islam fue
posible gracias a la institución de la Esclavitud, pues sin ella las primeras elites
árabes simplemente no habrían sido capaces de explotar la mano de obra
calificada y no calificada, que es esencial para su supervivencia y expansión
militar. Aún más que los estados occidentales, el mundo islámico dependía de
esclavos para la realización de importantes funciones administrativas,
militares y culturales. Las sociedades orientales son inusuales desde este
punto de vista histórico, ya que en comparación con Europa tiene una ratio
relativamente baja entre períodos históricos de alta civilización y el
surgimiento del trabajo esclavo forzado. En el mundo europeo (el de Spinoza, el
del Iluminismo) la paradoja de los Untermenschen se complica por otro enigma
histórico. La Esclavitud no sólo se asocia con el desarrollo de las economías
avanzadas, en nuestro caso las Provincias Unidas, sino también con la aparición
de altos ideales y creencias más profundamente apreciados y unánimes en la
tradición occidental. La idea de la Libertad y el concepto de Propiedad surgen
íntimamente ligados con el auge de la Esclavitud, su némesis, su antítesis. Los
grandes pensadores, nuestras vacas sagradas (con notables y sintomáticas
excepciones) no sólo daban por natural y asentada la institución de la
Esclavitud sans phrase, sino que subrayaban su necesidad como forma de vida. Al
hacerlo, ellos no eran culpables de algún desliz insondable de la Lógica
filosófica, sino mostraban un candor
admirable desde nuestro cinismo posmoderno. Marx decía como cuestión del método
materialista, practicando la Ideologiekritik a los economistas vulgares, que el
pensamiento en torno a las forma de la vida humana (ergo: el análisis
científico de las mismas), “toma un camino opuesto al seguido por el desarrollo
real”, histórico y material. Comienza siempre post festum, después del
acontecimiento y, por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del
proceso de desarrollo. Las formas poseen ya “la fijeza propia de las formas
naturales de la vida social (Festigkeit von Naturformen), antes de que los
hombres procuren dilucidar, no el carácter histórico de esas formas (que ya
cuentan para ellos como algo inmutable) sino su contenido.” Marx las llama
“formas dementes” (verrückten Form) que se presentan tanto en la Economía
Política como en la Filosofía política como categorías (Kategorien).
La Esclavitud puede considerarse desde el perspectivismo burgués, aunque
suene escandaloso, una categoría socioeconómica como otra cualquiera; lo mismo
que los medios de producción, las máquinas, el crédito, etc. La Esclavitud
directa (en especial de los negros africanos) fue históricamente el pivot de la
gran industria burguesa.[34] Marx decía que la Esclavitud de los negros
africanos, la ignominiosa Negersklaverei, era un tipo de esclavitud “puramente
industrial”, que paradójicamente “desaparece” sin más y que aparentemente es
incompatible con el desarrollo normal de la sociedad burguesa, pero que, al
mismo tiempo, “presupone la existencia de la sociedad burguesa: si junto a esa
esclavitud no existieran otros estados ‘libres’ con trabajo asalariado, todas
las condiciones sociales en los estados esclavistas asumirían formas
precivilizadas.”[35] Mutatis mutandis, este principio puede aplicarse a la
superestructura ideológica de la época, tanto al Absolutismo ilustrado como al
Liberalismo comercial. La exclusión y el colonialismo se encuentran en el
corazón mismo del Liberalismo occidental y del surgimiento del capitalismo
moderno. Básicamente, y de manera brutal, esta norma no escrita declaraba que
los únicos libres y humanos sobre la Tierra eran los europeos (no todos, sino
determinados propietarios). El Liberalismo nacía como una ideología política de
las democracias Übermensch und Herrenvolks.[36] No hay anomalía ideológica en
el Liberalismo, sino simbiosis entre Liberalismo, Clasismo y Racismo. Clasismo,
Etnocentrismo y Sexismo no son una suerte de caprichos académicos que surgen en
la población filosófica como tomar mucho café, utilizar términos griegos o usar
pajarita: en realidad son sub-teorías sofisticadas, articuladas y muy
elaboradas, que sostienen y empujan creencias en la Cultura y en la experiencia
personal que nos rodea, con una forma y estructura lógica que les permite
desarrollarse y transmitirse, garantizando que siempre, en todo tiempo y lugar,
sea así. En lugar de ver estos componentes ideológicos como contradicciones
superables o “anécdotas políticas” separadas/externas de un determinado corpus
filosófico, en realidad debemos reconocerlas como formando una Totalidad
complementaria.[37]
El Background clásico del Liberalismo exige ciudadanos propietarios con
valores burgueses, el cemento de la “democracia basada en el comercio”
(Montesquieu), de la república del doux commerce. Se habla mucho en los
ideólogos y propagandistas antiaristocráticos a partir del siglo XVII de la
doucer (dulzura, suavidad, sensatez, cultura) del Comercio, como antónimo de la
violencia y la conquista: donde hay comercio hay paz y amabilidad; donde hay
paz y amabilidad hay comercio. “Comercio” tendrá un sentido “no-comercial”, de
intercambio justo y racional, interrelación sin trabas ni privilegios, de redes
basadas en la honestidad, la previsión y la libertas.[38] Encarnando esta
ideología del naciente capitalismo, existía un proverbio holandés de la época
de Spinoza muy popular que rezaba: “Jesucristo es bueno, pero comerciar es
mejor”.[39]
El doux commerce, desde Maquiavelo, se basaba en un mix ideológico de
pasiones compensadoras (ciudadano, sociedad política, ragione di stato) y la
doctrina del interés (burgués, economía, interesse), donde el comercio y el
intercambio mercantil tienen un aspecto curativo, equilibrante, positivo: el
universo moral estaría gobernado por las leyes del (auto) interés. Es casi una
regla general, dirá Montesquieu, que “donde hay costumbres apacibles existe
Comercio, y que allí donde hay Comercio hay costumbres apacibles.”, o en otra
fórmula magistral: “el Comercio… pule y suaviza (adoucit) los modos bárbaros…”.
El efecto natural del doux commerce es
la paz y la tolerancia, y genera en los hombres “una justicia estricta”, además
guarda una relación estrecha con la Constitución y sólo es posible su
despliegue histórico en una república o un “gobierno de varios”. Ya está aquí,
con todas sus consecuencias, la escisión entre bourgeois y citoyen, entre
política y economía que caracterizará como signo distintivo al Capitalismo
histórico. Spinoza coincide totalmente con esta idea de la naturaleza humana
innata: el interés, en el sentido del “amor a sí mismo”, el interesse de
Maquiavelo, el Interest van Holland de sus admirados De la Court,[40] el
inalterable sum utile spinoziano, razonable, calculable, previsible, puede
igualar y sofocar las pasiones, la irracional Libido: “Todos los hombres buscan
sin duda su propia ventaja (suum utile), pero raras veces lo hacen de acuerdo
con los dictados de la Razón sensata (sanae rationis dictamine); en la mayoría
de los casos el Apetito (libidine) es su única guía, y en sus deseos y juicios
sobre lo benéfico se ven arrastrados por el placer y sus Pasiones (animi
affectibus), y no toman en cuenta el futuro ni ninguna otra cosa. Ninguna sociedad
puede subsistir sin autoridad, y por tanto, sin leyes (absque imperio, et vi,
et consequenter legibus) que moderen y controlen el ansia de placer y los
impulsos desenfrenados.”[41] La creencia en
que el interés, la “Afección interesada” (Hume), podría constituir una
motivación motivante y realista en el comportamiento humano para modelar
estados eficaces y modernos, significaba que se había descubierto una base
materialista (científica) para un orden social superador del
teológico-absolutista: el burgués. Una forma estado donde el sum utile pudiera
verse con claridad, ser transparente y alejado de la superstitio heroico o
religiosa, alejado de las utopías socialistas o comunistas, que Spinoza
ridiculiza, a través de una potencia extrapolítica (comercio y libertad de
opinión); una forma estado que estableciera el perfecto equilibrio entre el
imperio del interés (constante, universal, obstinado) y el teatro de las
pasiones (como le llamaba Bossuet) sería muy deseable y estratégico para
cualquier nación. Los hombres, para Spinoza, no buscan otra cosa, por Natura,
que la utilidad mutua (verum hominum utile intendunt). El paradigma de la sum
utile es la acumulación, como lo reconocía Montesquieu, el imperio de la Ley de
la utilidad marginal decreciente.[42] Los políticos podrían planificar la
obligación política cooperativamente con moderación, constancia y posibilidad
de previsión (el futurible spinoziano). Al ciudadano propietario el interés no
le mentirá, ni le engañará. Y al perseguir racionalmente (es decir, anulando el
animi affectibus) nuestro interés, se genera virtud pública, es decir, ganancia
mutua en el intercambio político (equilibrio de poderes). Ejes cardinales del
doux commerce que se apoyaban en una naturaleza humana uniforme e innata: la
sociedad comercial cura los prejuicios destructores (directa e indirectamente).
Un tercer elemento que surge como subproducto no intencional de esta forma
estado del doux commerce es la duración y la estabilidad, una vieja obsesión de
Maquiavelo, subrayada sin cesar por Spinoza bajo la categoría de societas
securior: “Los (estados) moderados son estables (moderata durant).”, y la
sociedad más segura y estable, y la menos expuesta a los embates de la Fortuna,
será “aquella que esté fundada y dirigida, en mayor proporción, por
hombres sabios y vigilantes (hominibus
prudentibus, et vigilantibus).”[43] (Continuará)
__________
[1] En: Spinoza, Baruch; Tractatus
theologicus politicus, CAPUT XX, “Ostenditur, in libera Republica unicuique et
sentire, quae velit, et quae sentiat, dicere licere”, edición Gerbhardt; en
español: Tratado teológico político, Madrid, Alianza, 2003, Cap. XX, “Se
demuestra que en un Estado libre está permitido que cada uno piense lo que
quiera y diga lo que piense.”, p. 422.
[2] En el siglo XVII no se utilizaba el
término “República Holandesa” ni el de “Holanda”, sino indistintamente los
términos Vereenighde Nederlantsche Provintien (Provincias Unidas de los Países
Bajos), Vereenighde Nederlanden (Países Bajos Unidos) o Geunieerde Provincien
(Provincias Unidas) para la unión de las siete provincias independizadas de
España por el Tratado de Utrecht (1579); véase: Kossmann, E.H.; “Freedom in
seventeenth-century Dutch though and practice”, en: Israel, Jonathan I. (ed.);
The Anglo-Dutch Moment: Essays on the Glorious Revolution and its World Impact,
Cambridge University Press, Cambridge, 2003, p. 288.
[3] Entre otras funcionaban con centro
en Amsterdam hacia 1620: la Danish West India Company, la Swedish African
Company, y la Brandenburg African Company (prusiana); una famosa casa
comercial, Coymans, de Amsterdam casi monopolizaba la titularidad de “Asientos”
para la exclusiva trata de esclavos con España y sus colonias; véase el trabajo
de la historiadora Violet Barbour: Capitalism in Amsterdam in the 17th Century,
Ann Arbor, Michigan 1963.
[4] El Banco de Amsterdam se fundó en
1609 en respuesta a una petición de comerciantes importadores de telas y paños
como herramienta agresiva comercial, pero además se buscaba la unificación de
la acuñación de moneda y la sustitución del metálico por papel moneda; su rol
fue tan innovador y creativo que lo citaba como ejemplo Adam Smith y su modelo
institucional fue imitado en toda Europa; véase: Kindleberger, Charles, P.;
Historia financiera de Europa, Crítica, Barcelona, 1988, p. 66 y ss.
[5] Entre 1585 y 1622 la población de
la ciudad aumentó de 30.000 a 105.000; sus pueblos políglotas contaba con una
amplia gama de experiencia, habilidades y tecnología, con una población
estimada en 130.000 habitantes, era una de las ciudades más grandes de Europa
en la época; Nadler, Steven: Rembrandt's Jews; University of Chicago Press, Chicago,
2003, pp. 17-18.
[6]
Carta escrita a su amigo el poeta Jean-Louis Guez de Balzac, 5 de mayo
de 1631; en: Descartes, René; Oeuvres et lettres, Bibliothèque de la Pléiade,
Paris, 1953, Carta XXXIII, p. 203.
[7] En: Tractatus theologicus
politicus; PRAEFATIO; en español: Tratado teológico político, Madrid, Alianza,
2003, “Prefacio”, p.65.
[8] De Varnhagen, Francisco Adolfo;
Historia das lutas com os Hollandezes no Brazil desde 1624 a 1654, Finsterbeck,
Viena, 1871, p. 64 y ss.; véase la voz: “Henrique Dias. Ex-slave who broke the power of Holland (1605-1662)”;
en: Rogers, Joel Augustus: World's Great Men of Color, Volumen 2, Simon and
Schuster, New York, 1996, p. 171-177.
[9] Vivió nueve años en Brasil bajo el
dominio holandés; según censo de la época, en Pernambuco de casi 3000 colonos
holandeses, 1450 eran judíos o nuevos cristianos, de ellos 350 sirvieron en el
cuerpo militar colonial de la ciudad, véase: Nieuhof of Johan, Joan;
Gedenkweerdige Brasiliaense Zee-en Lant-Reise und Zee-en Lant-Reize door verscheide
Gewesten van Oostindien., de Weduwe van Jacob van Meurs, Amsterdam, 1682; en
portugués: Nieuhof, Joan; Memorável viagem maritima e terrestre ao Brasil,
Livrara Martins, Sao Paulo, 1942; y la obra de Nachman Falbel: Judeus no
Brasil: estudos e notas, Editora Humanitas, São Paulo, 2008, p. 109 y ss.
[10] “Breve discurso sobre o estado das
quatro capitanias conquistadas de Pernambuco, Itamaracá, Paraíba e Rio Grande,
situadas na parte setentrional do Brasil, escrito por João Maurício de Nassau,
Adriaen van der Dussen e M. van Ceullen. (1638)”, en: FHBH, vol. I, pp. 77-129;
y “Relatório sobre o estado das quatro capitanias conquistadas no Brasil,
apresentado pelo Senhor Adriaen van der Dussen ao Conselho dos XIX na Câmara de
Amsterdam, em 4 de abril de 1640. (1639)”, en: FHBH, vol. l, pp. 137-232.
[11] Véase el trabajo general de
Schwartz, Stuart; Segredos Internos: engenhos e escravos na sociedade colonial
1550-1835, São Paulo, Cia das Letras, 1999.
[12] Arbell,
Mordehay; The Jewish Nation of the Caribbean: The Spanish-Portuguese Jewish
Settlements in the Caribbean and the Guianas, Gefen Publishing House,
Jerusalem, 2002, p. 17.
[13] Por ejemplo, la ciudad de Scheldt
se dedicaba a la producción en serie para la exportación de pinturas y
grabados; véase: Larsen, Erik (with the collaboration of Jane P. Davidson);
Calvinistic Economy and 17th Century Dutch Art, University of Kansas
Publications, Lawrence, 1979 p. 38 y ss.
[14] Spinoza, Baruch; Tractatus
politicus; “CAPUT I. Introductio”; en español: Tratado político, Alianza,
Madrid, 1986, p. 78.
[15] Spinoza, Baruch; Etica, Pars III,
“DE ORIGINE ET NATURA AFFECTUUM. PRAEFATIO”.
[16] Puede verse en el Museo
Thyssen-Bornemisza de Madrid. Nos ofrece una evidencia visual de la presencia
de esclavos negros y mulatos en la Holanda del 1600, el libro de Allison
Blakely: Blacks in the Dutch World: The Evolution of Racial Imagery in a Modern
Society, Indiana University Press, Bloomington, 2001.
[17] Titulado: “Portrait of René
Descartes”, un óleo que se encuentra en el Louvre; representa al filósofo
probablemente menos de un año antes de su muerte, o a los cincuenta y tres años
de su edad.
[18] Existe escasa evidencia que
sugiere la presencia de los esclavos africanos y asiáticos como fuerza de
trabajo forzada en los Países Bajos desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, su
presencia era más notoria en los monstruos comerciales de Amberes y Amsterdam,
puertos mundiales con fuertes conexiones con las colonias de ultramar. Nuestra
comprensión de esta “esclavitud metropolitana” sigue siendo pobre, en parte
debido a la escasez de materiales documentales, los números no pueden haber
sido importantes, en parte porque la línea divisoria entre esclavo-siervo
aparece bastante difusa, aquí, si no de jure entonces, ciertamente, de facto.
Los esclavos se trajeron en los viajes de retorno de las colonias, generalmente
se considera una práctica ilegal. Se los colocaba bajo “Manumisión” a menudo a
su inmediato desembarco en los Países Bajos y se convertían en sirvientes
personales ad hoc, aunque sus tareas diarias sin duda difieren muy poco de
aquellos que sirven como esclavos domésticos en las colonias. Como un tema
cultural, los esclavos-niños, ocuparon un lugar destacado en las primeras obras
modernas de los burgueses ricos como puede verse en la historia de la pintura
nacional holandesa.
[19] Sobre el rol de Etiopía en el
tráfico de esclavos entre 1400 y 1600, véase: Lovejoy, Paul, E.:
Transformations in Slavery: A History of Slavery in Africa, Cambridge,
Cambridge University Press, 2011, p. 90 y ss. En Etiopía católica la única
prohibición era la de esclavizar… a cristianos.
[20] El título completo era:
Itinerario, voyage ofte schipvaert, van Ian Huygen van Linschoten naer de Oost
ofte Portugaels Indien, inhoudende een corte beschrijvinghe der selver landen
ende zeecusten...,; ahora en: Terpstra, H. (ed,), Itinerario: Voyage ofte
schipvaert van Jan Huygen van Linschoten naer Oost ofte Portugaels Indien,
1579-1592, Martinus Nijhoff, The Hague, 1955, p. 25 y ss.
[21] Monopolio sobre la caza de
esclavos de África y la América hispana que otorgaba el reino de España. La
separación de Portugal de la Corona de Castilla interrumpió el comercio de
esclavizados africanos hacia América. La guerra entre España y Portugal fue
aprovechada por los holandeses quienes dominaron el comercio que anteriormente
controlaban los portugueses, asumiendo en parte sus preferencias y conctactos.
A pesar de que la Corona española firmó “Asientos” con los holandeses, este
período se caracterizó por el incremento de la introducción de esclavos de
contrabando a Cartagena de Indias usando la isla de Curaçao como base de
operaciones.
[22] Véase:
Gussow, Zachary: Leprosy, Racism and Public Health, social policy in chronic
disease control, Westview Press, San Francisco and London, 1989.
[23] Rod
Edmond, Leprosy And Empire: A Medical And Cultural History, Cambridge
University Press, Cambridge-New York, 2006, p. 28 y ss.
[24] Kiple,
Kenneth F.; The Caribbean Slave: A Biological History, Cambridge University
Press, Cambridge-New York, 2002, p. 136 y ss.
[25] Por ejemplo, en Deuteronomio,
libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, en el cual el discurso
con el cual Moisés se despide de su pueblo en los llanos de Moab: en 32.39 o en
24.8: “Cuídate de una infección de Lepra, para que observes diligentemente y
hagas conforme a todo lo que los sacerdotes Levitas les enseñen. Como les he
ordenado, así cuidarán de hacer.”
[26] En lenguaje popular, y
especialmente desde el llamado “Compromiso de Missouri” de 1820, se usaba la
línea Mason-Dixon simbólicamente como una frontera sociocultural que dividía el
norte de Estados Unidos con el sur esclavista. Sobre la creación de un doble
borde espacio-temporal entre Europa y el resto del Mundo, y un dúplice mercado
de trabajo, véase: Davis, Kathleen; “Sovereign Subjects, Feudal Law, and the
Writing of History,” Journal of Medieval and Early Modern Studies 36:2 (2006),
pp. 223–261.
[27] En: Tractatus theologicus
politicus, Caput XVI, “De reipublicae fundamentis; de jure uniuscujusque
naturali et civili, deque summarum potestatum jure”; en español: Tratado
teológico-político; Alianza, Madrid, 2003, p. 337-338.
[28] Es el término que utiliza Spinoza
para explicar la idea de Contrato en su obra más madura; Tractatus politicus,
II, #17.
[29] En Tractatus politicus, II, #15.
[30] Por otro lado, motto de la
principal obra de Spinoza, el Tractatus theologicus-politicus; véase el
artículo de Robert B. Sutton: “The Phrase ‘Libertas Philosophandi’”; en:
Journal of the History of Ideas, Vol. 14, No. 2, Apr., 1953, pp. 310-316.
[31] Carta a H. Oldenburg, septiembre
de 1665, Ep. LXXIX.
[32] Mehta,
Uday Singh; Liberalism and Empire: A Study in Nineteenth-Century British
Liberal Thought, University of Chicago Press, Chicago, 1999, pp. 4-5.
[33] O como les llama el gran
reaccionario Nietzsche en su exquisita retórica: Überflussen, los superfluos, o
Nicht-Genien, los No-Genios; véase nuestro trabajo sobre el Racismo sofisticado
de la filosofía práctica nietzscheana: González Varela, Nicolás; Nietzsche
contra la Democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche 1862-1872;
Montesinos, Mataró, 2010, p.
[34] Textualmente: “Die direkte
Sklaverei ist der Angelpunkt der bürgerlichen Industrie”; en: Marx, Karl; Das
Elend der Philosophie. Antwort auf
Proudhons ‘Philosophie des Elends’; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke,
Band 4, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1972, p. 132; en español:
[35] Marx, Karl, “Grundrisse der Kritik
der politischen Ökonomie (rohentwurf) 1857-1858”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band
42; Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1953, p. 167; en español: Elementos fundamentales
para la crítica de la Economía Política 1857-1858 (Grundrisse); Siglo XXI,
México, 1986, T-I, p. 159.
[36] O sea: de los Superhombres y
Pueblos superiores, base dicotómica esencial; sobre la idea véase a Pierre L.
Van der Berghe en su obra ya clásica: Race and racism: a comparative
perspective, Wiley, New York, 1967, p. 18 y ss.
[37] Sobre el tema, véase el trabajo de
Catherine Wilson: “Introduction. Social
Inequality: Rousseau in Retrospect”, en: Wilson Catherine (ed.); Civilization
and Oppression, Canadian Journal of Philosophy Supplementary Volume 25,
University of Calgary Press, Calgary, 1999, p. 18 y ss.
[38] Sobre el tema de la argumentación
político-filosófica del Capitalismo ex ante de su hegemonía completa, véase la
extraordinaria visión de economista-filósofo de Albert Hirschman en su clásica
obra: Las pasiones y los intereses. Argumentos políticos en favor del capitalismo antes de su triunfo;
FCE, México, 1978, y su respuesta a los críticos: “Opiniones contrapuestas
sobre la Sociedad de Mercado”, en: Enfoques alternativos sobre la Sociedad de
Mercado y otros ensayos recientes, FCE, México, 1989, p. 107-141.
[39] Emmer,
P.C.; “Jesus Christ Was Good but Trade was Better: An Overview of the Transit
Trade in the Dutch Antilles, 1634–1795,”; en: Engermann, Stanley, L./ Paquette,
Robert L. (Ed.) The Lesser Antilles in the Age of European Expansion,
University Press of Florida, Gainesville, 1996, pp. 206–222.
[40] La obra de se titulaba: Interest van
Holland ofte gronden van Hollands welvaren (Los intereses de Holanda o los
fundamentos de la Riqueza holandesa), fue publicada en 1662. Véase el trabajo de Arthur Weststeijn: Commercial
Republicanism in the Dutch Golden Age. The Political Thought of Johan &
Pieter de la Court, Brill, Leiden-Boston, 2012; sobre la relación entre Spinoza
y los hermanos De la Court: Blom, Hans W.; Spinoza en De la Court. Politieke wetenschap in de zeventiende eeuw,
Mededelingen vanwege het Spinozahuis, Nr. 42, Brill, Leiden, 1981. Spinoza poseía en su
biblioteca las dos obras principales de los hermanos De la Court, de Johan su
Consideratien van Staat, ofte Politike Weeg-schaal, de 1661, y de Pieter su
Politike Discoursen, handelende in Ses onderscheide Boeken van Steeden, Landen,
Oorlogen, Kerken, Regeeringen en Zeeden, de 1662.
[41] Spinoza, Baruch; Tractatus
theologicus politicus, CAPUT V, “De ratione, cur caeremoniae institutae
fuerint, et de fide historiarum, nempe, qua ratione, et quibus ea necessaria
sit”; en español: Tratado teológico-político; Alianza, Madrid, 2003, pp.
158-159.
[42] Esprit des lois; Vol. XX, p. 4; en
español: Montesquieu, Barón de; Del espíritu de las leyes, T. I, Libro XX, Cap.
III, Ediciones Orbis, Buenos Aires, 1984, p. 275-276.
[43] Spinoza, Baruch; ibidem; p. 159.;
una obsesión que comparte no solo con Maquiavelo, sino con el Nietzsche más
político y su concepto de Stabilität, condición que no cumple el estado del
doux commerce ni el bismarckiano; véase el aforismo “Veredelung durch
Entartung. 224”, en: Friedrich Nietzsche; Menschliches, Allzumenschliches I.
Ein Buch für freie Geister de 1878.
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