Libro: El África de Thomas Sankara
Autor. Carlo Batá
Editorial: Txalaparta
Año: 2011
La mayor parte de los españoles sabemos poco de África. La asociamos a esclavos, niños desnutridos, moscas, pateras... pobreza por doquier. Y ahora, de pronto, nos encontramos con revueltas en Túnez, Egipto y otros países. Y, ante la visión de arrojo, valentía, decisión de estos africanos, nuestra percepción se derrumba. Mas aun costará tiempo que se vayan del todo los escombros; quedarán por ahí bien visibles; se dirá por ejemplo:
-Esos son árabes. Casi blancos. Mediterráneos al fin. Europeos del sur.
Sin embargo se introducirá en las personas, poco a poco, la idea de que si esto ha surgido es porque no todo en África eran hambres, niños con la barriga abultada etc., etc., etc., sino también hombres y mujeres que trabajan y piensan en como solucionar sus hambres, malnutriciones, enfermedades, analfabetismos, sequías...
De vez en cuando, es cierto, veíamos sobresalir a algún africano v. gr.: a Kofi Annan, Secretario General de la ONU y pocos más sin darle importancia. Cuando Wole Soyinka, el nigeriano, ganó el Premio Nobel de literatura, oímos hablar a la envidia, por boca de un escritor español, ya muerto, muy leído por la derecha franquista, despreciando lo que ignoraba, según nos enseñó Machado (D. Antonio), diciendo algo así como:
-¡Qué mierda de premio! ¡Si nadie conoce a ese escritor!
En fin...
Para ayudarnos a conocer esa otra África: la de los emprendedores, revolucionarios, arrojados, decididos y valientes, la de los que han ido sembrando de ideas el desierto y la selva, las sabana y los valles, para desembocar en estas sublevaciones, está este libro cuyo título particulariza el continente africano: 'El Africa de Thomas Sankara'. ¿Quién es ese Sankara que el rótulo menciona? A lo largo de 213 páginas se nos va perfilando este personaje que 'nació el 21 de diciembre de 1949 en Yako, entre Kaya y Ouahigouya, en el reino mossi de Yatenga, en la parte septentrional de la colonia francesa del Alto Volta', que fue presidente de esa colonia, rebautizada por él como Burkina Faso o tierra de los hombres dignos u honestos.
El libro consta de 8 capítulos con un prólogo, una introducción, un epílogo y 6 anexos, que sirven para completar la mayor parte de los capítulos, escritos por personalidades italianas.
Cada página que pasamos leyéndolo nos acerca, un poco más, a este personaje, lo hace más interesante, hasta convertirlo en excepcional, gigantesco casi, por lo sencillo y humilde; y sobre todo porque no sucumbe a la desesperación, a la impotencia, ante la inmensidad de los problemas que tiene que salvar para avanzar con su pueblo en pos de la resolución de los mismos.
Nosotros sabíamos algo de él. Recordábamos lo que René Dumont, al principio del primer capítulo del libro 'En favor de África, yo acuso', decía: 'Alto Volta no es un país "en vías de desarrollo", sino un país "en vías de destrucción"; cita con asterisco que rezaba a pie de página: 'Título del informe enviado al jefe de Estado de Burkina Faso, Capitan Thomas Sankara, como recensión del estudio que nos había pedido'. Esto nos mostró la presencia de un hombre preocupadísimo por su patria y contradecía las opiniones vertidas por unos burkineses, que se decían marxistas leninistas, a los que conocimos en un campamento internacional en la sierra madrileña, hace años.
Aunque el libro de Carlo Batá no es una biografía personal de Sankara, sino una exposición de su pensamiento político, en el primer capítulo hace un repaso de sus peripecias vitales: infancia, paso por establecimientos escolares hasta ingresar en la carrera militar a los 17 años 'en la École Militaire Preparatoire de Kadiogo, única posibilidasd de seguir los estudios para un joven proveniente de familia no pudiente'. De allí lo trasladan a la Académie Militaire de Antsirabe, en Madagascar. Estando en la isla africana escribe en su diario: 'Un militar sin formación política no es más que un criminal en potencia'. A continuación pasa a Pau (Francia), a Rabat (Marruecos) para regresar a su patria en 1974 nombrándole jefe de una unidad en el conflicto entre Alto Volta y Malí. Y ya está casi en la cumbre pues le atorgan el mando de la división de paracaidistas del Centre National d'Entraînement Comandos de la ciudad de Pô donde conoce a Jerry Rawling que luego sería Presidente de Ghana. En 1981, tras ser ascendido a capitán, le mandan a la capital del estado y el presidente Saye Zerbo le nombra secretario de Estado para la Información. El gobierno en el que participa anula el derecho de huelga y detiene al secretario de la confederación sindical lo que provoca la dimisión de Sankara quien declara en la televisión:
-No puedo contribuir a servir los intereses de una minoría.
'Lo detienen y encarcelan en Dèdougou donde le espera un tribunal militar'. Los acontecimientos se precipitan: golpe de estado, derrocamiento del presidente, nombramiento de otro, Sankara recupera la libertad y es elegido jefe de gobierno.
Y es en el gobierno donde brilla con todo su esplendor, donde se agiganta su estatura solucionando problemas casi insolubles: el analfabetismo, la sequía, las enfermedades... la defensa del medio ambiente que en su país es vital, pues el desierto avanza y hay que pararle los pies 'reverdeciendo el desierto' que es casi como ponerle puertas al campo; desde ese puesto se ven con más claridad las necesidades del pueblo burkinés.
El de Sankara es un gobierno revolucionario que 'llegó al poder gracias a una alienza entre exponentes de la revuelta popular contra los gobiernos corruptos y un grupo de jóvenes militares coordinados por él'. Sabe que se debe a su pueblo y el 90% son campesinos indigentes 'arruinados por las tradiciones feudales y los restos del colonialismo, la inclemencia del clima y los privilegios de una ciudad voraz'. Este presidente rebelde está a favor del desarme mundial, de la independencia político-económica frente al imperialismo y el capitalismo. Es además el presidente más pobre del mundo, pues 'no podemos ser dirigentes ricos de un país pobre'. Lo que tiene es: 'unos libros, una motocicleta y una pequeña casa que sigue pagando a crédito'. Para demostrarlo es firme contra abusos y robos. Y cuando contempla en sanidad, o educación, por ejemplo, que el 80% del presupuesto se lo lleva el funcionariado, se pregunta:
-¿De donde sacar el dinero para las reformas?... ¡Ah, mira, pues que se arrasquen los bolsillos esos prilegiados! La mayoría de mis paisanos no tiene de qué comer. Y el estómago no espera.
Y sacando de allí, de aquí y de acá consigue abastecer de agua y comida a los habitantes de su naciön: '10 litros de agua y 2 comidas para todos los burkineses'.
Pero para lograrlo ha tenido que abolir los privilegios de los jefes tradicionales y enfrentarse a la burguesía urbana, en el interior; y en el exterior enemistarse con las superpotencias, las multinacionales... Es decir: se ha granjeado muchos enemigos y poderosos.
Si, es cierto que se han construido pequeños diques, acueductos, pozos; que se ha frenado el desierto, que se ha prohibido el corte abusivo de leña; que su capital ha creado un famoso festival de cine; y se han edificado muchas salas de cine; y escuelas, y hospitales; que se ha iniciado la construción de un ferrocarril para que llegue hasta las minas de manganeso, cosa que el Banco Mundial no quería. Como es cierto que no se ha conocido otro presidente como él que viaje en un turismo, que coma dos veces al día, que se abstenga de carne y bebidas multinacionales; presidente que lucha por las mujeres, por no pagar la deuda externa, por la autodeterminación palestina, contra el aparheid sudafricano, contra la invasión soviética de Afganistán, y contra la invasión yanqui de Granada, a favor de la Nicaragua sandinista, de la revolución cubana, admirador del CHE... Todo eso es cierto.
Mas los enemigos le han echado el ojo y se confabulan para pararle los pies. Los poderosos del mundo no podían dejar que su ejemplo se propagara. Y estaba escrito. El lo había vaticinado:
-No llegaré a viejo.
El 15 de octubre de 1987 era asesinado por un grupo de soldados a las órdenes de su compañero de gobierno y amigo Campoaré. De estos amigos está el infierno lleno. Por cierto, este traidor estaba casado con una hija de Félix Houphouët-Boigny.presidente de Costa de Marfil que fue un títere de Francia. Muy probablemente no estaría lejos del asesinato el colonialismo francés. Lo enterraron clandestinamente por miedo a la reacción popular. Que no se produjo. Y en el poder sigue este traidor que clausuró todos los planes, se compró un avión potente para sus traslados, cortando de ese modo la línea revolucionaria de ahorro. Pero la sangre derramada aun lo persigue: hoy mismo tenía que llegar a Abidjan en Costa de Marfil y las agencias informan que ha suprimido el viaje porque lo esperaban manifestantes protestando de su llegada con retratos de Sankara.
El libro plantea una cuestión -y con esto terminamos-: ¿Por qué no se levantó el pueblo burkinés protestando por su muerte?. Algo debió hacer mal en esos cuatro años. Pero el autor no responde a su pregunta. Si a otras muchas, de candente actualidad.
José Mª Anigo Zamorano