miércoles, 15 de noviembre de 2006

José Mª Amigo Zamorano: Golpean mis labios las palabras

Golpean mis labios las palabras



Todas las palabras, dentro de mi, golpean mis labios.

Dije que hallé un antílope, pero... ¡que va!... lo que encontré fue un hormiguero...

Aseguré que más valía morir que vivir en deshonor...

Luego, cuando tuve hambre -a pesar de dios que prohibe comer mono- me zampé hasta un mandril.

También dije, que velé por dios; y me preguntaron:

--"¿Crees, acaso, que está muerto, como el mandril que te zampaste?"

Dije, manifesté, declaré... Y todas las palabras golpearon mis labios.

Sin embargo, ¡qué vergüenza!, el poderoso cocodrilo no se atreve a medirse en la sabana con el búfalo...

Y no obstante se queda tranquilo y silencioso a la orilla del río...

Y... ¿qué decir de ese mismo río?...

Se va, y corre, y llega, y sin decir palabra, pone su cuello bajo la raíz que impide el libre discurrir de sus aguas y la arranca de cuajo...

Y de ella... ¿qué decir de ella?...

Se dispone a satisfacer su más íntimo deseo femenino: embellece con antimonio los párpados; se coloca un ceñidor de amuletos a la cintura...

Y, saliendo al campo, con el pecho al descubierto, sin abrir la boca, casi como el río, se va, y corre, y llega, y arranca de cuajo la raíz de su deseo...

Pero a mi..., ¡qué vergüenza!... las palabras, me golpean los labios.

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