A Carmelo Soria, el español nieto del urbanista Arturo Soria, lo empaparon de alcohol, lo metieron en un coche y lo tiraron por un acantilado. Pero antes, en la casa de Townley, mercenario yanqui al servicio de la dictadura de Pinocho, 'después de horas de tormento, sus captores le colocaron sobre las escaleras, y mientras unos le sujetaban la cabeza, otros le aplastaron el pecho hasta lograr una doble fractura de la columna vertebral que le produjo la muerte'.
Una muerte atroz (de la que no ha disfrutado el Pinocho) peor de lo imaginado por Riunosuka Akutagawa. Así era el Pinocho que saludaron, entre otros: La Tacher, El Borbón Juan Carlos y Juan Pablo II, el Papa de la secta católica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario