martes, 24 de enero de 2012

El Padre de Husein o... (segunda parte) - y H -


H)

El Padre de Husein, herido en la cara al resbalarse de la helada piedra, miró en derredor. La niebla lo envolvía todo por el aire. En la tierra la nieve cubre cada metro a los que la vista alcanzaba. Se puso a andar sin ninguna orientación. A veces tropezaba y caía y se volvía a levantar porque si. La niebla y la nieve lo cubren por fuera y por dentro. Camina sendero abajo. Quizás por inercia. Pero podría haberlo hecho sendero arriba. Como un zombi. Sin que nada entorpezca ese caminar porque en su mente nada impresiona. Es todo blanco. O grisáceo. No camina nadie. Tan solo un ser sin serlo. Sombra entre la niebla y la nieve. Es un decir. 

Y así hubiera seguido eternamente hasta que, salidas unas imágenes de no se sabe donde, se ve acompañado de un antiguo amigo muerto y otro amigo músico; salen de una escuela coránica; se dirigen hasta un bar que está cerrado; por lo que él propone sustituirlo por el Bar La Plaza; de su pueblo; mas el amigo muerto no está de acuerdo y apunta hacia el Bar Leon que está cerca de la medina pero lejos de donde se hallan; por cierto, el citado bar se ve a lo lejos, entre negrillos; hay que pasar unos arroyos; están helados; y el campo alrededor nevado; no le gusta al Padre de Husein ese local porque es de gitanos; de hecho, entre una chopera, se podía distinguir, al lado del bar, una carabana... 

En fin su animadversión no convence a los otros y allí se fueron; en su mano lleva, como algo muy valioso, un vaso lleno de vinagre, para purificar el ambiente; cubre la boca del vaso un cendal que tenía escrito un poema; uno de los arroyos forma, en esa parte de su curso, un lago; mas allá se ve al arroyo hundirse en una cascada; de la caida del agua se forma una niebla que lo cubre todo; el lago claro está helado; en la orilla cogieron una barca; reman sus compañeros; la verdad es que con solo tocar el hielo con los remos el barco se desliza; mientras él les recita el poema del cendal; llegan a la otra orilla; sus compañeros le dicen que espere allí; ellos irán a ver si es un establecimiento respetable.

Al poco una niña gitana le viene a comunicar que puede pasar al bar; está lleno de gente; sobre todo niños; lo trataron muy bien; el local tiene el suelo de barro; un niño se le acercó; un niño conocido al que saluda llamándolo por su nombre; esto le extraña a él mismo, a sus compañeros y todos los presentes que lo miran asombrados; pues nunca se acuerda de los nombres; están en una mesa bebiendo; se acerca otro conocido; muerto hacia tiempo; había sido director de una banda; lo saluda y le presenta al amigo muerto y al amigo músico; el director de la banda y el músico se pusieron a tararear una canción que conocían; y disputaron sobre una nota musical; uno decía que era sol y el otro que no, que era mi.

Llega en esto el final del recreo de la escuela coránica y tienen que marcharse; el Padre de Husein busca su vaso de vinagre -por cierto no lo necesita pues de cuando en cuando riegan el suelo con vinagre para tener el local limpio y aseado-  y no  lo encuentra; lo que le parece normal estando, como están, en un bar de gitanos; los compañeron se han ido; fue a salir detrás de ellos cuando ve el vaso de vinagre que está donde lo había dejado: en la mesa en la que se sentaron; el camino de regreso en barco fue muy alegre y ya en la orilla, antes de emprender la vuelta al pueblo, le dice a sus compañeros que esperen un poco; nada mas que unos segundos; iba a realizar la ceremonia de despedida; consiste en rociar el barquito con vinagre de su vaso, colocar el vaso de cristal en el centro de navío, taparlo con el cendal del poema impreso en hermosa letra arábiga y empujar la embarcación hacia la cascada mientras recita el poema otra vez; tan bien calcula el tiempo que el barco está llegando a la cascada cuando recita la última estrofa:

-Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... en que levamos anclas para jamás volver... Un día en que...
  
Se interrumpen de golpe las palabras y las imágenes huyen espantadas por una intromisión. 

Alguien decía:

-Papá, ¿qué haces por estos andurriales? ¿Te habías perdido?
-El barco se va...
-Y tu, papá, te vienes conmigo. Es la hora de comer.
-Si. A comer. ¿Tú quién eres?
-Husein, tu hijo -le contestó riéndose.
-¿Husein?
-Si, soy yo, Husein -siguió riéndose- ¿No me conoce?
-¿Y quien es Husein?

Epiloguillo

Pasado un tiempo llegaron los padres del novio de Axxia. Se llevaron a la novia y al Padre de Husein. Tenían que preparar la boda. Husein se quedó. Siguió trabajando de panadero, aunque cuando se casó su hermana fue a la boda. 

Por él sabemos que su padre, al principio de llegar a su aldea marroquí, pareció mejorar de su alzeimer. Iba por el campo y volvía alegre a casa. Se quedaba contemplando su casa a medio hacer. 

Luego su enfermedad se agravó. Y un día por la mañana, que desgracia, un día soleado de primavera, se fue de casa y no volvió. Lo encontraron por casualidad tiempo después a orillas de un arroyo. Había muerto. Tenía una mano dentro del agua. Y parecía sonreir.

Fin

No hay comentarios: