viernes, 24 de febrero de 2012

María de la Fuente, rebélate ahora contra el Capital


Obra: María de la Fuente
Autor: Camilo Castelo Branco
Editorial: Aguilar, SA. de Ediciones
Madrid - 1955

'¡Cállese, padre, por honra de Dios, si cree en él!'. Así acaba la obra. Con esta exclamación. Harto el autor de estrujar el cerebro contra las sandeces e ignorancias del padre Casimiro. 'Cansado, lleno de tedio... - en palabras del autor- ... por haber prostituido su atención en esas 120 páginas (donde) se siente la delicuescencia del cerebro, se jadea en el pútrido aire de los viejos detritus; se agoniza, por falta de aire, en ese laberinto de necedades. Hay ahí páginas de cruenta ignorancia y osadía, tan absurdas en un hombre nacido en este siglo, que al terminar la lectura, me abruma la tristeza de quien sale de un manicomio y ha oido declamaciones místicas mezcladas con injurias'. De ahí su exclamación: '¡Cállese, padre, por honra de Dios, si cree en él!'. Tenga un poco de condescendencia, de misericordia. Intente ser tolerante. No insulte a diestro y siniestro. 'Sed piadoso - en desesperada súplica de Jorys-Karl Huysmans- con el cristiano que duda, con el incrédulo que desea creer, con el forzado de la vida que embarcó en su galera, en la oscuridad de la noche, debajo de un firmamento en el que se apagaron los consoladores fanales de la esperanza'.

¿Quién es ese padre Casimiro que a Camilo Castelo Branco, el gran escritor portugues, le saca de sus casillas? Bien. Veamos: el padre Casimiro es Casimiro José Vieira: Sacerdote del Miño, nacido en 1817 y muerto en 1895, uno de los líderes de la guerrilla denominada María de la Fuente. Publicó un informe sobre sus actividades de guerra al frente de un grupo de campesinos, bajo el título Notas sobre la Historia de la Revolución del Miño, en 1846, o María de la Fuente (1883). La Obra es considerada importante documento histórico para el estudio de dicha revuelta. Documento que sale muy mal parado en la pluma del autor lusitano. 

Antes de seguir adelante con el contenido de María de la Fuente tendríais que convenid conmigo en que traer a colación ahora a Camilo Castelo Branco no es lo mas corriente que digamos. Lo normal, lo lógico, sería reseñar algo actual y relacionado con la corrupción, la crisis, el paro, los desahucios, la represión de los estudiantes valencianos... algo por ahí. Pero siguiendo con lo lógico, con lo normal, llegaríamos a la conclusión de que mas que escribir lo lógico, lo normal sería salir a la calle, ocupar fábricas, talleres, ayuntamientos... poner barricadas al avance de las fuerzas del orden, lanzar cócteles molotov para que esas fuerzas armadas sintieran en su propia carne la caricia del fuego, proclamar la República... Mas eso no lo vamos a hacer y por lo que podemos colegir, desde este rincón, no van a producirse esas movilizaciones. Al menos con el ímpetu de lo ocurrido en Grecia. A pesar de las duras normas puestas por este gobierno de derechas. 

De la misma manera que tampoco hemos visto izarse al pueblo portugués. ¿Será porque a pesar de ignorarnos, ambos pueblos, mutuamente, tenemos mucho en común? De lo que si estoy seguro es de que vivimos de espaldas a un vecino que tenemos puerta con puerta. Ni sabemos nada de él y además lo menospreciamos. Hasta ahora ha sido así. Poco se ha avanzado en conocimiento mutuo. De modo que ya que no vamos a ir con el coctel molotof en ristre esgrimamos, como los estudiantes de Valencia, el libro a fin de hermanarnos. Con Portugal. Puede que algún día, después de esa fraternidad, nos alcemos ambos contra el Capital

Dicho esto volvamos a María de la Fuente. Surge a raiz de visitar al escritor el padre Sena Freitas que le habla del padre Casimiro. Lo que provoca el interés de Castelo Branco.  Le pregunta si aun vive. Y es que en su juventud el escritor portugues fue miguelista y se enroló en las huestes de los rebeldes del Miño en el mismo bando del padre. 'En la legión formidablemente estúpida del general escocés Reinaldo Macdonell'. Allá por 1846. Han pasado ya casi 40 años. El padre Sena Freitas le habló de la existencia de un libro escrito por el padre Casimiro que habla de esa revolución. Y le atrae con la magia de la nostalgía. Se lo pide y se lo dejó. 

Y del comentario de ese libro trata esta obra. La editorial la publica junto con la 'Novela de un hombre rico'. Aunque María de la Fuente no es una novela sino todo un fresco de la historia de Portugal. Por ella aparecen un sinnúmero de personajes y personajillos. Siendo cuatro los mas importantes: María de la Fuente, el padre Casimiro, Macdonell y un español carlista Santiago García y Mendoza

La obra está atravesada de principio a fin de una ironía que hace que nos aflore a los labios una sonrisa muy a menudo. Sin esas nostálgicas ironía no hubiéramos aguantado esas necedades. Pero estando, como están, salpimentadas con el risueño cachondeo de Don Camilo nos hemos pasado unos buenos ratos. 

Por ejemplo: cuando el padre Casimiro le escribe a un rey recomendándole para el ejército un arma inventada por él, la roçadoura que, en palabras del padre, 'es la misma hoz de podar las vides pero con punta aguda en la dirección de las costillas'. Añade 'puede espetar al caballo por el pecho, o cortarle las patas, las quijadas o las riendas'. El escritor apunta: 'afirmar que estos consejos respiran mansedumbre de Jesús, me parece temeridad'. Ya antes recuerda, como para indicar la solemne estupidez de la proposición, que tal carta coincidió con la aparición del Fusil Mauser, de la carabina Chassepot, de la espingarda de aguja, de la pistola Werder, de la espingarda Remington, de la Springfield y la Enfiel Snider y la ametralladora. 'Todos métodos de matar muy abreviados para uso de la Humanidad'.

Con ocasión de una batalla con fuego granizado en el que no cayó ningún guerrillero del padre Casimiro 'porque Dios los protegía', mas como tampoco hubo bajas en el ejército 'es de creer que Dios se mantuvo entre ambos partidos con honrada imparcialidad', ironiza nuestro escritor.

De entre las situaciones ciertamente cómicas esta la de la puta, según el bueno de Casimiro, que le encontró su revolver y se lo guardó entre las faldas. El escritor se escojona a reir diciendo mas o menos: 'la mujer encuentra la pistola en la calle, entre el barro, y tiene una inspiración de que es del padre y se la guarda'.

Es digno de reseñar cuando nuestro renombrado padre, después de tener que atravesar un río descalzo, se fue para su casa 'a fin de tomar un caldo de gallina bien caliente para sudar'. Apunta a continuación Don Camilo: 'aquí el estilo decae, siendo la prosa deslavazada, como corresponde a una situación anormal de dos guerreros acatarrados, estornudando, con las narices obturadas, bajo los cobertores'.

De las huestes rebeldes, desde el jefe para abajo, sale toda una galería de seres en pos de un puesto en el que medrar de por vida: 'El padre Luis y fray José de la Gracia querían ser obispos; el abad de Boaças (hermano del capitán mayor Luis de Amaral Semblano, de Nespereira) quería ser capellán mayor del rey; el dueño de la casa se contentaba con ser correo mayor del reino'. Otro se contentaba con ser 'director de las aduanas de Lisboa y que el pícaro de de su cuñado tuviese el mismo cargo en las de Oporto'.

Del Macdonell dice: 'El escocés tenía en su cuarto cierto número de garrafas escogidas y cuando hacia las diez salía de su habitación, ya venía con el contenido de una de ellas dentro de su cuerpo y mas colorado que un tomate maduro'.

La Revuelta del Miño tuvo por heroina a una tal María de la Fuente. Aunque Castelo Branco arranca su escrito con estas preguntas: '¿Ha sido María de la Fuente personificación fantástica de una colectividad de amazonas con zuecos? ¿O realmente existió en cuerpo -y no diremos en alma, pero si en guadaña arrasadora- una virago revolucionaria, con esos nombres y apellidos?'. E indaga. Halla varías. Casi todas trigueñas, desenvueltas, de mediana estatura, robustas, hartas de vino, groseras de trato, fáciles en lanzar palabras obscenas, seguidoras de misioneros, de cerrados y sacristías, cantando la canción del absolutismo 'El rey llegó', dando vivas a don Miguel y a la santa religión y periódicamente entregando niños al hospicio. 

Lo que dio impulso a esa revuelta 'fue la manada de lobas, crapulosas y desmelenadas, convulsas por el espíritu de las tabernas y de las sacristías'. Y termina clavando su dardo con estas palabras: 'los poetas vagorosos a lo Ossian, de la calle de Las Flores, de aquel tiempo. cerebros bizantinos, transformaban a aquellas maritornes encostradas de estiercol en Dianas de ágiles y bellas piernas, de cabelleras ondulosas enguirnaldadas de flores, con pulseras de oro en los brazos alabastrinos, con las aletas de la nariz trémulas de cólera, irrumpiendo de sus bosques con los venablos tras los jenízaros. Así es como las idealizó también probablemente el divino Garret'.

Garret, Almeida Garret, el divino como lo define Castelo Branco, y Oliveira Martins, y Guerra Junqueiro, y algunos mas, son otros insignes personalidades portuguesas a los que cita y que nosotros habíamos visto citadas por Unamuno

Por eso escribimos mas arriba que era este libro todo un fresco del Portugal del siglo XIX. Masones, labriegos, curas, frailes, liberales, absolutistas. Y el padre Casimiro escribiendo de todo sin saber de nada insultando a todos los que no piensan como él: liberales, masones sobre todo; al respecto tiene que decir: 'Los epítetos que usa para adjetivar variadamente a los masones  -variedad necesaria a la belleza de la composición- tienen esta dulzura apostólica: rateros, ladrones, impios, salteadores, incendiarios, asesinos y salteadores de colosales proporciones. Pio IX que había sido masón y, con seguridad no fue salteador ni impio debió de resentirse de la insolencia con que el portugués le descargaba indirectamente calumnias'. 

De cuando en cuando tiene que desviarse de la ironía y recurrir a su memoria para reconvenir al ignorante padre y con toda paciencia ponerle ejemplos de liberales y masones y hasta obispos generosos que murieron casi pobres para mostrarle que no tiene razón. Pero al final harto el autor de estrujar el cerebro contra las sandeces e ignorancias del padre Casimiro y como desesperado de lograr éxito en sus reconvenciones exclama eso que decíamos al principio: '¡Cállese, padre, por honra de Dios, si cree en él!'. 

viernes, 17 de febrero de 2012

José Mª Amigo: Cazando letras cobro 'Onitsha' de Le Clezio

Título: Onitsha
Autor: J.M.G. Le Clezio
Tusquets Editores
Barcelona, 2008


El libro que acabo de leer es de J.M.G. Le Clezio, Premio Nobel de 2008 al cual no había leído. Es mas, ¡qué vergüenza!, ni había oído hablar de él.

Sin embargo, un camarada de anhelos y esperanzas de allende los mares, me lo ha dado a conocer. Desde su blog 'Cazando letras' (http://letrasyespacios.blogcindario.com/) hizo una reseña de una de sus obras y me interesó.

Este camarada es siempre muy alentador en los juicios sobre mis escritos. Le pasa lo mismo que a otro amigo, también creo que de anhelos y esperanzas, natural de mi pueblo, Antonio Tejedor (http://lagartosquebrada.blogspot.com/) que, así mismo, es muy generoso con las redacciones que hago. Tienen mucho en común ambos: son profesores. Buenos pedagogos que siempre encuentran algo positivo en el alumno. 

Seguro que si se conocieran llegarían a ser amigos. Como mínimo.

El libro se titula 'Onitsha'. Onitsha es una población nigeriana. Es decir trata, en buena parte de la novela, sobre ese rincón africano. Por eso la he leído. Por eso me interesó el personaje. Por su imbricación con Africa. No por ser Premio Nobel. En modo alguno por el oropel. Es mas: me tiran para atrás todos esos galardonados. Debe ser envidia cochina.

Pero vuelvo a 'Onitsha'. Para eso tengo que embarcarme con Fintan Allen y su  madre, la italiana Maou, en un navío que parte de Burdeos y atravesando el estuario de la Gironda se adentra en el mar rumbo a Africa. Tengo que descubrir mis miedos y esperanzas. Contemplo la vida que bulle en torno del barco y dentro de él. Por mis ojos el mar se adueña de todo y se traga la tierra gala. Van apareciendo las islas Azores, las islas Canarias, Dakar (visitamos la isla Goree y nos angustiamos con los esclavos aherrojados en mazmorras hacinados en el fuerte de esta isla senegalesa), Freetown, Monrovia, Takoradi, Cotonú... Hasta que, remontando la desembocadura del río Niger, se llega a Onitsha. Allí nos recibe Geofroy Allen padre de Fintan y esposo de Maou, la italiana. Es un inglés que trabaja en la United Africa a quien el hijo, que se resiste a llamarlo padre, no conoce aun. Y su esposa ha tenido cierto trato, pero no ha convivido con él, maritalmente, mas que algunos días de vacaciones.

El África que encontramos, que se nos ofrece a la vista, no es el continente que imaginábamos, o que se ofrece al común de los mortales, con elefantes, ciervos, chacales, leones o cebras... pastando en la sabana, sino un campo sembrado de ñames y otro cultivos. La vida transcurre sin misterios entre el río, la pesca, las termitas con sus altos termiteros, el estudio en casa, las reuniones en el club; el club de los blancos, donde los hombres hablan mal de los negros y las mujeres se quejan de sus criadas negras. Y todo ello sin conocer a los habitantes de Onitsha, sin saber de sus anhelos, de sus esperanzas, solo tienen ante si el ordeno y mando. Y eso choca en la italiana Maou. Se comprende esa resistencia de ella a seguir con las costumbres de esa minoría. No ha tenido tiempo para aborregarse y tirar por tierra su sentido común, su humanidad universal. No ha sido domeñada. 

Y se enfrenta al maltrato a los negros. Una escena: se desarrolla en el club cuando unos negros, encadenados, están construyéndole una piscina a uno de los jefes blancos. 

"De pronto, Maou se levantó, y con un temblor de cólera en la voz, con el cómico acento franco-italiano que le salía en inglés, dijo:
-¡Hay que darles de comer y beber!; miren a esa pobre gente, ¡tienen hambre y sed! -Dijo 'fellow', como en pidgin.
Se hizo un silencio estupefacto durante un interminable minuto, la miraban, vueltas hacia ella, todas las caras de los invitados, y comprobó que el mismo Geoffroy la consideraba con estupor, ruborizado, con las comisuras de los labios alicaidas y los puños crispados encima de la mesa.
Gerald Simpson fue el primero en volver de su asombro, y se limitó a decir con aplomo:
-Ah si, muy cierto, supongo...
Llamó al boy y le trasmitió unas órdenes. En un instante, los guardias pusieron a los forzados fuera del alcance de la vista, detrás de la casa. . el D.O. añadió, mirando a Maou con ironía:
-Bueno, así está mejor, ¿no es cierto? Hacían un condenado ruido, ahora podremos estar todos un poco mas tranquilos."

Por esta y otras roceduras Geoffroy no vuelve a llevar a su mujer al club. Ella se vierte en otros conocimientos, como son: el de los habitantes del pueblo, los comerciantes del mercadillo, su hijo, la criada negra, la observación de la atmósfera... 

Su marido, aunque le molestó las salida de tono de su esposa, lo olvida pues su mente está ocupada en fantasiosos deseos de viajar a Egipto y Sudán en pos de las huellas de Meroe, el último reino negro del Nilo

(Por cierto, no es una elucubración del escritor sino que recoge las interpretaciones de numerosos historiadores que sostienen que las civilizaciones del Oeste africano proceden de la época faraónica. El senegalés Cheikh Anta Diop indagó y ahondó en este terreno. El escritor no lo cita, cosa que hace con otros africanistas: Leo Frobenius, Amaury Talbot, Nachtingal, Bart o Hasan Ibn Mohamed a-Wasan al-Fasi, mas conocido por Leon El Africano. Me informo por ahí de que J.M.G. Le Clezio -parece que es su estilo- suele engarzar con temas históricos sus relatos. Aquí se descubren tres: el Egipto Antiguo, el final del Imperio Británico y la Guerra de Biafra)

Decía que la esposa diversifica sus amistades y Fintan por su parte, como un niño cualquiera, se mete pronto en el ambiente, logrando hacerse amigo de los niños del pueblo, sobre todo de Bony. Y así, madre e hijo, poco a poco, se incorporan al entorno y llegan a quererlo. Geoffroy Allen se va separando del club y de la minoría blanca lo que concita enemistades. Los blancos presionan a la compañía para que lo echen. Y lo consiguen. Por lo que tenemos que abandonar Africa y regresar a Europa.

El libro, que tiene mucho de experiencia personal (leer biografía:  http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Marie_Gustave_Le_Cl%C3%A9zio) consta de cuatro capítulos: 1. Un largo viaje; 2. Onitsha; 3 Aro Chuku; 4. Lejos de Onitsha; y dentro de ella hay un relato de las ensoñaciones de Geoffrey, del que ya he hablado, sobre el último reino negro de Meroe, cuya páginas aparecen en columnas mas estrechas, una especia de narración dentro de la narración, técnica que se utiliza a veces y que, por ejemplo, la incorporó -que recordemos- Conrad en la famosísima novela 'El corazón de las tinieblas'. El desarrollo de la obra viene a mostrarnos el presente con ligeras incursiones al pasado que muestran al lector los puntos ignorados de la biografía de los personajes. Estas rememoraciones se colocan en la narración aprovechando cualquier acontecimiento que las suscita. Es decir: como nos viene a la memoria a cualquiera de nosotros: real como la vida misma; como me llegan a mi recuerdos de mi niñez leyendo las correrías de Fintan.

En las 254 páginas y con letra que no es pequeña se tratan varios temas: recuerdos de la infancia, opresión colonial del imperialismo, racismo,  explotación y maltrato de los negros, los inicios de la sublevación y el final del imperio. Principalmente. Los asuntos mas políticos e históricos aparecen sin apenas relieve, para mostrar que, en el día a día, los personajes no tienen conciencia de lo que representan, de las consecuencias políticas o históricas de lo que hacen; y menos de intuir la imparable desaparición imperial. Todos, menos el personaje de Sabine Rodes que posee conciencia clara de los hechos o posturas que perjudican el dominio del imperio británico sobre los paises coloniales africanos y vislumbra el final. 

A Maou le dice:

-Somos colonizadores, no bienhechores de la humanidad. ¿Se le ha ocurrido pensar lo que pasaría si los ingleses, a los que tan abiertamente desprecia, retiraran sus cañones y sus fusiles?

Al final de la novela se revela que es "oficial de la Orden del Imperio Británico". Y precisamente con estas palabras termina el libro de Le Clezio.  

viernes, 10 de febrero de 2012

José Mª Amigo: Descubriendo a Nancy Morejón


Libro: Peñalver 51
Autora: Nancy Morajón
Editorial: Fundación Sinsonte
Zamora, 2009

Peñalver 51. Así se titula este libro de Nancy Morejón. Poetisa cubana. Supimos de esta escritora por una revista que, en tiempos de la llamada Revolución Sandinista, publicaba el Ministerio de Cultura, por aquel entonces comandado por el gran poeta Ernesto Cardenal. Revista cuyo papel aspero y un tanto arrugado parecía ese que se dice de estraza. Llevaba una cuerdecilla para sujetar las páginas. Revista que nos regaló un amigo, un camarada, quien, con una delegación del partido en el que antaño militábamos, acudió a solidarizarse con aquel gobierno revolucionario. 'Poesía Libre' se rotulaba. Revista entrañable. Algunos de cuyos números aun conservamos. El tema de la poesía de Nancy, que mencionábamos mas arriba, era la esclavitud.

Bueno, pues mira por donde, hace poco tiempo, la editorial zamorana Fundación Sinsonte ha publicado este librito. 2009 fue el año. Lo hemos leido varias veces, pues no es facil hacerse con el decir poético de otras latitudes así de repente. No, no es fácil hallarse a gusto con un nuevo estilo. Uno se hace a unas sonoridades y cuando otros acordes arriban al oído a veces raspa el timpano. Ocurre muy a menudo. Pasa como con el vino: se hace a uno y luego cuando nos dan de otras viñas no nos gusta. Contaba un antiguo camarada que, estando en la cárcel condenado por la dictadura franquista, fue a la biblioteca y allí tenían el libro de Marcel Proust 'En busca del tiempo perdido'. De él le habían dicho que no había quien se lo tragara. Efectivamente, comenzó a leerlo y varias veces estuvo a punto de abandonarlo. Pero siguió erre que erre y antes de la mitad del libro consiguió hacerse a su modo de decir terminando por gustarle. Recordamos nosotros a un compañero que era tan aficionado al chiquiteo, es decir a tomar vinos por las tabernas en cuandrilla, y tanto se hizo al vino peleón que cuando, por un azar, alguien pedía un buen vino de Rioja o de Toro o de Ribera del Duero prefería el vino corriente de los bares. Así nos pasó a nosotros con la poetisa cubana: tardamos en cogerle el gusto.

En Peñalver 51 viene un currticulum y una foto de la escritora. Por la foto comprendimos el porqué del tema de la esclavitud. Es negra. Y la inmensa mayoría de los escritores de esta raza tiene a eso, a la esclavitud, quemándole, doliéndole. Lo expresó en verso uno de ellos así: 'Como astilla en la herida'. En Nancy Morejón, sin embargo, le inquietan muchos temas. No es monocorde. Y este libro, muestrario breve de su quehacer, es un ejemplo. La Universidad de Salamanca ha publicado buena parte de sus creaciones. Y es amplia: mas de 20 títulos. Entre ellos: 'Where the Island Sleeps Like Wing (antología bilingüe, 1985); Piedra pulida (1986); Botella al mar (antología, 1997) Elogio y paisaje (1997); Richard trajo su flauta y otros poemas (2000); La Quinta de los molinos (2000); Cuerda veloz (2002); Looking Within / Mirar adentro (2003); Antología poética 1962/2000 (2006). Es Premio Nacional de Literatura 2001, miembro del jurado del Premio Carbet del Caribe, miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua. Así mismo  premio La Corona de Oro de Macedonia, premio Rafael Alberti y la condición de Escritora Gallega Universal. La Universidad Cergy-Pontoise de París le otorgó el doctorado Honoris Causa.

Por lo que nosotros hemos podido sacar, este poemario Peñalver 51 nos deja ver o entrever la humanidad de la cubana. En los primeros poemas (que son los últimos escritos) asoman, sin cendales, las protestas como gritos iracundos contra la guerra de Irak, contra los invasores. Los pájaros heridos, sucios, muertos, las alfombras raidas, la indignación por las muertes de inmigrantes ahogados en el mar cuando, embarcados en pateras, iban a trabajar a un mundo que creían mas justo, son sus imágenes. Y todo se le vuelve negro. Negrísimo. Mas se contraresta con la alabanza y celebración de los logros de la Revolución Cubana. Luego poemas intimistas... Pero mejor que nosotros lo dice la misma autora:

"Peñalver 51 no tiene explicación como no la tiene tampoco un solo poema ni la poesía. Sin ser devota de Lautreamont, digo que la poesía no nos pertenece. Escribo poemas en cualquier circunstancia. Luego los agrupo en familias sin que me importe la marca del tiempo, puesto que en una familia conviven diversas generaciones. Los que quisieron integrar este poemario son tan entrañables como lo es para mi todavía la memoria de mis padres y el espacio de mi primera infancia en el corazón de La Habana... Hay poemas del siglo XXI, de los noventa, de los ochenta y setenta, mientras que el último data de 1964. Como el amor es la flecha que recorre mi vida este poema pone fin a una suerte de cancionaro capitalino, cubano y mío hasta la saciedad".

Para terminar queremos mostrarles un poema. Sin que ello quiera decir que tenga símbolo de preeminencia. 'Momento perpetuo' se titula:

Una mañana de pronto es una noche.
La madera del bosque es de pronto una hoja de papel.
El arroyuelo entre los valles es poco a poco
un océano profundo y azulado.
Una fragua de fuego es mañana, de noche,
una brillante fuente de cristal.

Sobre cualquier desierto grávido
sólo encuentras arenas
únicamente removidas por el viento ligero de los aires.

¿Quién te asegura que no llegará un día
el próspero aguacero?
Tanto se mueven las cosas a tu alrededor.
Hasta tu país cambió. Lo has cambiado tu misma.
No es ya la Isla en el Golfo
reverberando entre cañas
sino reverberando entre fusiles.
El Tiburón, con su espantosa lágrima,
fue arponeado para siempre en la Isla
y la Sardina acude al funeral.

La tierra de la tembladera
no es solo barro contrahecho
sino que continúa su curso,
devoradora de todo lo animado.

Ayer, a pleno sol, el hueso de la muerta
engendró yerbabuena.
Para su ensoñación mejor,
el buey apacentado
lame el estiercol de los gorriones.

Qué fría la luna.
Qué sol fosforesente.

Y el alma, ¿cambiará?
Has de cambiarla tú.
¿Será inhóspito el tránsito?
¿Habrá de ser palpable,
sin una gota de violencia?
Mientras sea la de hoy
siendo con creces la de ayer,
serás la de mañana.
Serás la misma y serás siempre,
al mismo tiempo, otra
la que vive y que muere
para vivir así.

(págians 61, 62 y 63 de 'Peñalver 51')