miércoles, 29 de noviembre de 2006

José Mª Amigo Zamorano: Un rojo muy señoritingo


Entran los rebeldes en el Palacio del Gobierno. Venían temblando, ateridos de frío. Miran en derredor, deslumbrados. El rojo enciende detalles que calientan el ambiente de un día que, en las afueras, estaba bajo cero: vestidos de gasa y tul, sillas tapizadas de rojo terciopelo, grandes sillones, botas y bolsos rojos, pulseras de oro, arañas de diamantes, abrigos de visón, bandejas de plata, mesas de caoba, bolsos de piel de cocodrilo...

-¡Dios mío! ¡Qué salones! Dignos de la Reina María Antonieta...

Todo, todo, todo... rinde humilde homenaje a la hambrienta sobriedad de los maestros de Oaxaca.


Entran las señoras y señores voceros del Gobierno. En los labios un toque de brillante transparencia, que no de tolerancia, deja adivinar el lápiz de labios que han usado frente al espejo. Se sientan una tras otra. Luego uno tras otro. Colocan a un lado sus bolsos. De manera que sigue creciendo la personalidad y el estilo. Y vienen cargados de sorpresas.

--Personalidad, estilo y sorpresas, pueden ser embajadores de esperanza.

--¿Confías en los bolsos rojos? Si es así es que eres un sectario del color rojo. ¡Pura estupidez! ¿No?


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