Con el rostro iluminado por una sonrisa nos comunicó Isabel Escudero la salida de un nuevo libro de poesías, suyo, titulado 'Fiat Umbra', que la Editorial Pre-Textos acababa de sacar al mercado. Estaba muy alegre. Y con razón: no a todos le publica una editorial tan prestigiosa.
Conocemos, un poco, a Isabel Escudero. Su poesía. Su empeño poético. Su laborar cantando. 'Coser y cantar' se rotuló uno de sus libros. Su lucha por la lectura en voz alta de la poesía. De modo que nos hemos dejado llevar por la caricia de las palabras. Por su rima. Su ritmo. Su cadencia. Por su música: 'Traca de trinos / trizan / la copa del pino'. Pasamos la vista por sus versos leves, ligeros, como lo hacemos, caminando, con las florecillas del sendero, dejándonos llevar por la belleza de su colorido. Sin detenernos a meditar en cada copla. Sin preocuparnos por los detalles. Sin pormenorizar su contenido. En una primera lectura.
Igualmente dejamos que nuestro oído capte los trinos, deleitándonos con la música sin pararnos a meditar en las diferencias de uno y otro canto. Que solo la música nos lleve. Sin importarnos saber el pico que modula esa canción que acompaña nuestro alegre caminar: 'Canta la alondra; / quien la escuche, a ella / ¡qué le importa!'. Henchidos de gozo por todo lo que existe.
Aun 'No sé si debo / hacer ver a los otros / lo que yo veo'. Duda Isabel y con razón, dándose cuenta de que cada uno tiene su 'cadaunada' que le nace, que le brota, de lo que ha vivido, de su historia personal, pequeña pero historia al fin y al cabo. Y es suya y es nuestra. Hay quien le emociona la vista del oleaje de los campos de trigos, cebadas y avenas, enrojecidos de amapolas, ondulados por el viento. Pero a otros no les dice nada, acostumbrados, como están, a las oleadas de vehículos ritmadas por el sonidos de los cláxones, cogidos de la mano de su abuelo por las tascas del barrio de su urbe. 'En el espejo / la verdad se mira: / Si me parezco mentira'. Podemos preguntarnos: ¿Verdad o mentira? Y eso... qué mas da. Para unos es verdad absoluta porque es su vida y la reivindica. Y nadie, ni nada, va a distorsionar su poética leve, alegre, firme, su andar erecto por la vida. Y si algo le sale al paso con afán agresivo o feo lo neutraliza embelleciéndolo: 'Hermosura: / el sol sacando diamantes / de la basura'.
Muchos de los que lean el 'Fiat umbra' de Isabel Escudero, sentirán, como hemos sentido nosotros, una inundación de luz, claridad y alegría. Y, a pesar del título, sentirán un rejuvenecimiento. Ahora y en la hora de sus muertes. Notarán la primavera, aunque sea en el otoño o en el ocaso de sus vidas. Ahora y en la hora. Presente. La muerte. La muerte siempre presente. Pero no en danza macabra, en fúnebre cortejo, como en las 'Coplas a la muerte de su padre' de Jorge Manrique, sino con una cierta serenidad y con sonrisa, con la risa irónica de Pepe Bergamín, de quién cita unos versos de su último libro titulado, no por casualidad, 'Esperando la mano de nieve': 'Me estoy muriendo cada día / desde hace muchísimo tiempo; / no sé si desde que nací / soy un muerto de nacimiento'.
Esa reflexión irónica, casi a las puertas de la muerte, ilumina la vida y la muerte de los demás. Es como un bálsamo. Tranquiliza: 'Aquel aro de mi niñez / me va llevando / tras él'. Como tranquiliza la aceptación de la muerte como algo natural. Sin traumas. Para ello hay que irse preparando poco a poco: 'Cae la nieve / sobre el anciano: / cuando todo está escrito, / página en blanco'. Nombrándola. Citándola como cita el torero al toro. Mirándose al espejo de los ojos del toro. E ir contando de cuando en cuando las arrugas que el tiempo marca: 'A mis sesenta / aquí frente al mar: / olas que vienen y van'. Son como las llamadas de atención de la fugacidad del tiempo. De que él se va, primero con pasos de plomo y luego con pasos de pluma. De todo ello tratan también los versos de la poetisa de Quintana de la Serena (Badajoz)
Las citas nos indican, ya de paso, que la autora no ha variado su poesía; sigue siendo el proverbio, la copla, los haikus... estrofas de pocos versos... fogonazos, chispazos, bocaditos, pasteles pequeños... Cita a Machado (D. Antonio), muy admirado por la poetisa, a Bergamín (D. José), a Chicho Sánchez Ferlosio, o poetas japoneses cultivadores del haiku como Yosa Buson y Hobayashi Issa.
En las 190 páginas del libro, efectivamente, los deslumbramientos de esos chispazos o fogonazos son continuos desde el primero: 'Guadaña de luna / tiembla en el agua: / ¿de qué duda?' hasta el último: Mas por más atrás que miro, / no me acuerdo / de haber nacido'. Está dividido el libro en seis partes, anteponiéndole un soneto de D. Antonio Machado y una larga cita de D. Agustín García Calvo 'compañero de mis días' y terminando, 'a modo de epílogo', con el 'Elogio del Ciprés' de Horacio, en versión rítmica del ya mentado D. Agustín García Calvo.
En su reseña del diario ABC el profesor de literatura de la Universidad de Salamanca, García Jambrina, termina diciendo: 'Un oasis, en fin, de fresca tinta en medio de la aburrida pedantería literaria. Una canción que cuando suena, es de todos, porque, en verdad, no es de nadie. Ya lo dice la copla: 'Para que no sea del todo / mía, con tinta robada escribo /
la poesía.'Pues eso... qué vamos a decir nosotros si ya lo dice el profesor...
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