miércoles, 28 de enero de 2009

Aimé Césaire: Un grito de alegría, dos traducciones

'Un grito de alegría, dos traducciones'. Así hemos titulado este trozo, este texto, del poema de Aimé Césaire 'Cuaderno de un retorno al país natal' (cahier d'un retour au pays natal-en francés en el original-). Este trozo, este texto, según Senghor, es capital para la comprensión del poeta de la Martinica, porque opone el espíritu de la civilización negro-africana al espíritu de Occidente.
De estas dos versiones, de estas dos traducciones, la primera es de la prestigiosa escritora cubana Lydia Cabrera, de la otra se nos olvidó anotar el nombre del traductor de una obra de Leopol Sedar Senghor de donde la tomamos. Posiblemente sea de Julian Marcos. Si no recordamos mal así se llamaba el traductor de algunas obras de Senghor. Pero no estamos seguros.
He aquí las dos traducciones:

¡oh! luz amiga
¡oh! fresca fuente de luz
los que no han inventado ni la pólvora ni la brújula
los que jamás supiero domeñar ni el vapor ni la electricidad
los que no exploraron los mares y el cielo
mas sin ellos la tierra no sería la tierra
corcova tanto más benéfica que la tierra desierta,
más que tierra
silo donde se preserva y madura lo que tiene de más tierra la tierra
mi negrura no es una piedra, su sordera abalanzada contra
el clamor del día,
mi negrura no es una mancha de agua muerta en el ojo
muerto de la tierra
mi negrura no es una torre ni una catedral
se hunde en la carne roja del suelo
se hunde en la carne ardiente del cielo
perfora la postración opaca con su paciencia recta
¡Eia por el Kailcedrato real!
¡Eia por los que no inventaron nada
por los que jamás han explorado nada
por los que jamás han domeñado nada
mas no se abandonan sorprendidos a la esencia de todas las cosas
ignorando la superficie, poseídos por el movimiento de todas las
cosas
despreocupados de dominar, pero jugando el juego del mundo
en verdad los hijos con más años del mundo
aire fraternal de todos los soplos del mundo
lechos sin acequias de todas las aguas del mundo
chispa del fuego sagrado del mundo
¡carne de la carne del mundo palpitando con el mismo palpitar del mundo!


_-_-_

¡oh! luz amiga
¡oh! fresca fuente de la luz
los que no han inventado ni la pólvora ni la brújula
los que nunca han sabido domeñar ni el vapor ni la electricidad
los que no exploraron los mares ni el cielo
pero sin los cuales la tierra no sería la tierra
gibosidad más bienhechora que la tierra desierta,
ante todo la tierra
silo donde se almacena y madura lo que la tierra tiene de más
terreno
mi negritud no es una piedra, su sordera se precipita contra
el clamor del día
mi negritud no es una nube de agua muerta sobre el ojo
muerto de la tierra
mi negritud no es una torre ni una catedral
y se sumerge en la carne roja del suelo
se sumerge en la carne ardiente del cielo
horada la postración opaca de su enorme paciencia
¡Brindemos por el Kailcedrat real!
¡Brindemos por aquellos que nunca han inventado nada!
por aquellos que nunca han explorado nada
por aquellos que nunca han domeñado nada
pero que se abandonan, como poseidos, a esencia de todo
ignorantes de las superficies pero poseídos por el movimiento de todas las
cosas
sin pensar en domeñar, pero jugando el juego del mundo.
Son los verdaderos primogénitos del mundo
agitados por todos los vientos del mundo
zanja de desagüe de todas las aguas del mundo
chispa del fuego sagrado del mundo
carne de la carne del mundo palpitante del movimiento mismo del mundo!

1 comentario:

Ángela dijo...

¡Brindemos por aquellos que nunca han inventado nada y dejémosles en paz!

Un beso, Talín