viernes, 26 de marzo de 2010

Canción de la lora proletaria (*)

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(*) Canción popular, de ritmo alegre, muy cantada por los revolucionarios de Colombia y uno de los símbolos de la lucha guerrillera, de honda tradición y arraigo en aquel país.

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Una vez vide una lora
y esa lora me decía:
¿tuavía los siguen jodiendo?
Yo le dije que tuavía.

Antón la lora me dijo:
¿Pa que se dejan joder?
Si se juntan pa peliala
naiden los va a detener.

Larai lai larai larai lai la

Y güena razón tenía
pos es la mera verdá
que cuando el pueblo se junta
naiden más lo explotará

Y asina como el maicito
hay que echarle agua y abono
también a los que nos joden
hay que echarles palo y plomo

Larai lai larai larai lai la

Y es que hasta los animales
tan cansaos de tanta jodas
y por esos los fusilan
como hicieron con la lora

Quizque por ser subversiva
y enseñar la gente a mal
por darnos malos consejos
cuando nos veía pasar

Larai lai larai larai lai la

Alguien que oyó los balazos
dijo que fue un militar
d'esos que l'están pagando
pa venirnos a matar.

Que la lora al verse herida
le gritó al uniformao:
Siendo que vusté es del pueblo
¿por qué está del otro lao?

Larai lai larai larai lai la

Y ya pa tiro e morirse
y ni un aliento tener
´dizque seguía repitiendo:
¿Pa qué se dejan joder?

Son vustedes los que han hecho
tu'eso que por ahí se ve.
Antón eso no es del rico
sino que so es de vusté.

Larai lai larai larai lai la

Deben de juntarse tuitos
obreros y campesinos
porque si quieren ser libres
pu'ahí es donde va el camino.

Con el proletario al frente
con el campesino al lao
con la guerrilla avanzando
y con el pueblo organizao.

Larai lai larai larai lai la

http://www.youtube.com/watch?v=nKT96M8Lz5M
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(Canción y texto aclaratorio tomados del libro 'Cantos de combate y vida'; ediciones JOVEN GUARDIA; JCE (M-L); C/ Arenal nº 1, 4º 1-28013, Madrid; el año de edición no lo vemos; aunque en lápiz aparece 'Irun 1986'; ignoramos si esa será una fecha correcta, pero podría ser aproximada, el lugar ya se lee que es Madrid)

domingo, 14 de marzo de 2010

Stalin, a los cincuenta y siete años de su muerte

Tomado de: http://www.pceml.info/

http://www.pceml.info/2010/03/14/57%c2%ba-stalin/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+pceml%2Fgeneral+%28PCE+%28m-l%29+-+%C3%9Altimas+Noticias%29
El 5 de marzo de 1953 murió Iosif Visariónovich Dzhugashvili, conocido mundialmente con el sobrenombre de Stalin. Su persona y su gestión política entre 1929, año en que se impuso sobre sus adversarios políticos, y el año de su fallecimiento, han merecido los peores calificativos. No ha quedado ni una sola parcela de su gobierno que no haya sido juzgada con los términos más duros y la más absoluta de las descalificaciones. Desde la ayuda a la España republicana durante la Guerra Civil hasta el Pacto Germano-Soviético, pasando por los planes quinquenales y la colectivización de la agricultura, todo es considerado como una política pérfida y criminal fruto de una personalidad sádica y paranoica. Desde la extrema derecha hasta el anarquismo, pasando por socialistas, trotskistas y liberales, difícilmente se encontrará un personaje histórico que concite el odio de sectores políticos tan diversos, unidos todos ellos en identificar a Hitler y Stalin bajo la etiqueta del totalitarismo, absurdo concepto teórico que sirve para amalgamar el fascismo y el comunismo y condenar al unísono dos sistemas políticos, económicos y sociales absolutamente antagónicos.

Convertidos en jueces, la mayoría de historiadores académicos, acompañados de la historiografía militante trotskista, interpretan la política de Stalin como una sucesión de crímenes, abominables represiones y traiciones al movimiento obrero, repitiendo libro tras libro las mismas cantinelas forjadas en los años de la Guerra Fría, ajenos a las aportaciones de historiadores como Grover Furr, Ludo Martens o Víctor Zemskov y a la documentación de los archivos soviéticos, que rebajan drásticamente las cifras de la represión de 1936-1938 y desmienten las elucubraciones fantásticas sobre la hambruna de Ucrania. Escribiendo al dictado de la burguesía y plagiándose unos a otros, estos historiadores con anteojeras son la antítesis de lo que debe ser un científico social, cuya primera obligación es atenerse a los datos objetivos

El estudio de cualquier período histórico nunca puede darse por cerrado; por el contrario, el análisis de nuevas fuentes documentales o el desarrollo de novedosos enfoques interpretativos cambia necesariamente nuestra visión del pasado, volviendo obsoletas o simplemente erróneas las interpretaciones sustentadas hasta ese momento. Un historiador que ignore los hechos objetivos para seguir manteniendo modelos que encajen con sus prejuicios ideológicos, deja de ser historiador para convertirse en un historietógrafo o, sencillamente, en un panfletista al estilo de Pío Moa o César Vidal.

Disponemos ya de un material lo suficientemente sólido que permite replantear la mayoría de juicios emitidos sobre Stalin e iniciar una nueva aproximación a su personalidad y a su acción política. La figura de Stalin no necesita hagiografías absurdas ni alabanzas desmesuradas. Se trata de algo tan sencillo como hacer historia de forma rigurosa y científica. Sin negar los errores, su política de planificación económica y colectivización agraria convirtió a la URSS en diez años en la segunda potencia industrial del mundo, erradicó el analfabetismo, y puso la base técnica y científica que permitió a la Unión Soviética vencer a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. La victoria sobre Hitler, con el inmenso sacrificio de 27 millones de ciudadanos soviéticos muertos en la contienda, salvó al género humano de la barbarie fascista. Eso es una realidad y, sin duda, muy brillante.

Los millones de trabajadores que admiraban a Stalin en los años treinta, ¿estaban completamente manipulados y padecían una profunda ignorancia? ¿Alguien con un poco de sentido común puede creer que los habitantes de la URSS vivían aterrorizados y trabajaban únicamente por temor a la policía política? ¿Los comunistas gobernaban exclusivamente por la fuerza? Estas patrañas urdidas en su momento por Robert Conquest, difundidas con el generoso apoyo económico de la CIA por fundaciones pretendidamente culturales y repetidas en nuestro país por cuentistas como César Vidal, Pío Moa y Ricardo de la Cierva, sin olvidar a catedráticos con pedigrí académico, como Antonio Elorza, no solo pretenden difamar la figura de Stalin. Detrás de la satanización de Stalin hay un objetivo más ambicioso: la criminalización del comunismo. La burguesía libra una incasable guerra ideológica cuyo objetivo es desarmar política e ideológicamente a la clase obrera y apartarla de las posiciones revolucionarias, sembrando la confusión y la desorientación entre los trabajadores. Elementos fundamentales de esa estrategia son la identificación entre fascismo y comunismo y la representación de Stalin como un dictador sangriento.

Hoy se emplea habitualmente el término estalinista como un insulto, pero conviene no olvidar que esos estalinistas hoy tan denostados se enfrentaron al fascismo en los años treinta, defendieron Madrid ante las tropas de Franco, lucharon en la resistencia contra la ocupación nazi, vencieron en Stalingrado y llegaron a Berlín en 1945. Lo que la burguesía no perdona a Stalin es haber elevado a la URSS al rango de potencia mundial y haber demostrado que el socialismo no es una utopía. Los comunistas nos sentimos orgullosos de esos hechos. No entendemos a aquellos que se pretenden comunistas y repudian a Stalin. El antiestalinismo es sencillamente una forma de anticomunismo, por más que se disfrace con ropajes “progres” y pretenda distinguir entre comunistas puros, pero ingenuamente idealistas, y el malvado Stalin. No es una casualidad que los abanderados del antiestalinismo hayan terminado en su inmensa mayoría en las filas de la derecha más rancia y reaccionaria. En el quincuagésimo séptimo aniversario de su muerte, nosotros asumimos la obra de Stalin y su legado como parte fundamental de la historia del comunismo y del movimiento obrero mundial, y defendemos públicamente su inmensa talla de estadista y revolucionario.
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Dibujo: Stalin visto por Picasso

viernes, 12 de marzo de 2010

Luz Marina Acosta /*/: Te respondo en la madrugada

Luz Marina Acosta /*/: Te respondo en la madrugada



Vi tu cara risueña o seria
preguntándome si te recordaba
y desperté en la madrugada
a contestarte, Muchachito de 10 años,
Maestro en caza de garrobos,
con lazo de mecate y varita,
tiradora al cuello, a quien
a quien me tocó enseñar las primeras letras.
No te olvido. Cómo olvidarte
si el último día que te vi
venías desbocado, enceguecido
por la historia, habías recorrido
12 Km. para salvarnos, para decirnos:
'A mi mamá la agarró la guardia,
yo la vi desde una camioneta'.
Te importaron más los clandestinos que tu madre.
Hace ya 7 años de esto en Telica.
Has de estar vivo y a tus 17
seguramente serán uno de nuestros
mejores guardafronteras.
Pero si estas muerto; sí caíste en algún
combate y quisiste interrumpir mi sueño
para recordarme que debemos de estar vigilantes
ahora que amenazan a nuestra Revolución,
sigue muriéndote o durmiendo tranquilo,
Miguelito, que NO PASARAN,
NO INTERVENDRÁN en tu sueño.

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Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año VI. Número 16, abril de 1986.

Responsable: Julio Valle-Castillo

Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)


/*/ Poetisa nicaragüense

lunes, 8 de marzo de 2010

Iswe Letu: Cojones del siglo XXI


Leímos en la red, a propósito de que mañana (por hoy) era el Día de la Mujer Trabajadora, un recordatorio de dos mujeres, militantes del FRAP y miembros del PCE (m-l), condenadas a muerte por la dictadura franquista, Concha Tristán y María Jesús Dasca: "Hoy, uno de los vocales del sangriento tribunal militar que dictó cinco arbitrarias penas de muerte, el entonces capitán de ingenieros José Miguel de la Calle, es Teniente General – la máxima graduación a la que puede aspirar un militar – y ha sido nombrado en 2008 por la Ministra de Guerra, Carmen Chacón, como Jefe del Mando Logístico del Ejército de Tierra, en el circulo de confianza de la ministra." Para los que no lo sepan, lo del tribunal militar y las cinco penas de muerte se refiere al año 1975 cuando la dictadura fascista, que daba sus últimas bocadas, presidida por el general Francisco Franco, juzgó sin garantía procesal alguna, en la más absoluta indefensión, a militantes antifascistas. Ahora, un partido que estaba entonces ilegalizado por esa dictadura, el PSOE, es el que eleva a miembros represores de la dictadura pasada. En vez de condenarlos. ¡Manda cojones!

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"En una dimensión, la del poder militar, EEUU se yergue completamente solo. Y Obama está imponiendo niveles históricos con su presupuesto militar. Casi la mitad del deficit estadounidense se debe al gasto militar, intocable en el sistema político." Esto nos dice Noam Chomsky en un artículo titulado 'El poder que nadie ha elegido'. No se olvide que Barak Obama, presidente de USA, curiosa y esperpénticamente ha sido nombrado Premio Nobel de la Paz en estos principios del siglo XXI. Este homenaje de Estocolmo a un presidente que incrementa, de ese modo, el presupuesto para gastos militares y recibe el premio con unas palabras defendiendo la guerra llevaría a los campesinos de nuestro pueblo zamorano de Fuentespreadas a exclamar: ¡Tiene cojones la cosa! Pues eso: la cosa tiene sus cojones de verdad. Aunque, dicho lo cual, la verdad sea dicha, nos quedamos sin resolver nada, pero el gustazo de decirlo nadie nos lo quita. Ya cuando fue elegido por sus ciudadanos yanquis escribimos un artículo al que rotulamos, más o menos, 'Obama, esperanza vana'. Quizá no sean esas las palabras exactas, pero algo muy similar. Y creemos que dimos en el mismo centro de la diana.

lunes, 1 de marzo de 2010

Muerte prematura de Carlos Montemayor


La muerte prematura de Carlos Montemayor, acaecida la madrugada de ayer en esta capital, trasciende el ámbito de lo personal: se trata de una grave pérdida para el país en varias de sus dimensiones, y deja una ausencia irremediable en uno de los peores momentos de México.
Al ensayista, tenor, literato, traductor, investigador, lingüista, articulista, promotor cultural y luchador por la justicia social, los derechos humanos y las culturas indígenas, se le echará de menos en los terrenos correspondientes, en todos los cuales dejó obra trascendente. Fue, a su manera, un espíritu renacentista actuante entre los siglos XX y XXI.

Destacan, en particular, su labor de rescate, difusión y fortalecimiento de la literatura en lenguas indígenas; su fusión de virtudes académicas y narrativas, que cuajó en la novela Guerra en el paraíso–en la que plasmó parte de la historia de las organizaciones político-militares que, en los años 70 del siglo pasado, pretendieron transformar la realidad nacional por medio de las armas–, y su papel en la disuelta Comisión de Intermediación entre el gobierno federal y el Ejército Popular Revolucionario (EPR), al lado de Miguel Ángel Granados Chapa, Samuel Ruiz, Juan de Dios Hernández Monge, Enrique González Ruiz, Rosario Ibarra de Piedra y Gilberto López y Rivas.

Montemayor, además de investigador, erudito, creador literario e intérprete operístico, era un hombre consciente de las lacerantes injusticias que padecen desde siempre las mayorías depauperadas y que se han profundizado y extendido en forma alarmante en las tres más recientes décadas, como resultado de la implantación del modelo económico neoliberal y de la pérdida de rumbo por el grupo que detenta el poder público. Esa conciencia lo hizo mantenerse en contacto inmediato con las luchas sociales que han sido la expresión de las mayorías depredadas y las minorías oprimidas ante el avance de los intereses privatizadores, la descomposición institucional y los amagos autoritarios y antidemocráticos.

El Montemayor articulista honró estas páginas con sus escritos. Para La Jornada, su muerte es la pérdida irreparable de un amigo y de un colaborador excepcional, y este diario expresa solidaridad y afecto a sus familiares.

En el México de hoy, el poder político en todos sus niveles se ejerce con ineptitud, faccionalismo y patrimonialismo en grados nunca vistos, y se hace presente el riesgo de que este proceder termine por generar estallidos sociales e ingobernabilidad. En esta circunstancia, la comprensión y la acción de Carlos Montemayor resultaban agudamente necesarias. Al país va a hacerle mucha falta su pasión social y su rigor analítico, su creatividad y su serenidad, su independencia y su compromiso. Se nos ha muerto un imprescindible.
 
Foto: Carlos Montemayor