miércoles, 18 de enero de 2012

El Padre de Husein o la inmersión en el olvido (5)


--- Viene del post anterior

E)

Atravesó la rotonda y siguió caminando hasta donde terminaba el asfaltado de la calle. A esta la atravesaba un camino de tierra que, torciendo a la derecha, llegaba hasta un parque flanqueado a derecha por el convento de los monjes de San Tunante; a izquierda se elevaba el Risco San Tuno. Le llamó la atención el vuelo de los buitres sobre el cielo azul quienes, moviéndose lentamente en círculos. Irían a darse algún festín de carne putrefacta. O lo que les saliera a su vista de ojos carroñeros.

Cuando bajó la vista del cielo al suelo vio con repugnancia, entre sorprendido y miedoso, una rata que salía del prado. Su andadura espantó a un potrillo, quien descansaba echado en tierra y levantándose, relinchando de miedo, corrió a galope tendido fuera de la vista del roedor. Él miraba al bicharraco. Paralizado por el asco y el temor. La rata, a sus ojos subjetivos, se hacía mas gorda y el rabo se alargaba y se alargaba... 

Camina parándose de trecho en trecho, levanta el hocico puntiagudo moviéndolo a un lado y a otro. Olía algo. Parpadeó, queriéndosela quitar de la vista. Pero ahí seguía. Mirándolo. De repente la rata se decide por fin a llegar hasta él y se pune a roerle un zapato. Eso no podía consentirlo. Por mas miedo que sentía. Algo tendría que hacer. 

No se movió del sitio al haber oído decir que las ratas pueden llegar a saltar hasta la garganta de uno y morderle. En un arranque de acción agarró con fuerza el cayado y se lo jincó en la misma barriga del repugnante roedor entre grititos de dolor del animal. 

Con asco y odio le dio una patada y lo envió, latiendo aun, de regreso al prado.

-Toma, para que no vuelvas a quebrarme la música del agua cantando en la cascada.

Allí debió de morir ya que al poco dejó de convulsionar.

Impresionado y todavía con el pulso latiéndole a cien por hora en sus venas se metió en el susodicho camino de tierra encaminándose hacia el parque. Anduvo unos pasos y sin saber por qué volvió a mirar la rata muerta. Lo que vio le erizó los pelos y un estremecimiento, como un calambrazo, recorrió todo su cuerpo: varias ratas estaban zampándose a la muerta. 

-¡Lo que hubieran hecho conmigo si me pillan desarmado!

(Seguirá) ---

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