miércoles, 18 de enero de 2012

El Padre de Husein o la inmersión en el olvido (4)


---Viene del post anterior
D)
Lo recordaba porque un vecino, al fondo, paseaba con dos perros enormes. Que se pusieron a correr en su dirección ladrando como fieras hasta que el amo los llamó. Y por los prados  se veían, echados al sol, vacas, cabras,  caballos...

La urbanización, 'Pradera de los Monjes', se halla situada en la parte norte del pueblo. A las afueras. Antes fue pradera. Pradera de un convento. De ahí el nombre. La propiedad la ostentaron, antaño, los monjes de ese convento. Ahora prado, monjes y arroyo han desaparecido. En su lugar se levantan casas adosadas. Que, justo, cuando las estaban edificando reventó la 'burbuja inmobiliaria'. 


No es raro, por tanto, ver chalés sin vender. Otros, numerosos, ya comprados, están de nuevo en venta. Los letreros aparecen por doquier. Y con la explosión de la crisis capitalista algunas farolas se cayeron, cajetines de tomas de luz están arrancadas; cables enteros de cobre han sido robados por manos anónimas, aquí y allá se ven, levantadas, losetas de las aceras, con el peligro de tropezar al andar. 

Todo ello lo sabía el caminante. No tenía por qué fijarse en ello. Salía a pasear. Nada mas. 

Después que la rata lo cabreara despertándolo de su arrobamiento incipiente contemplando el fluir el agua, dudó si seguir su paseo o irse a casa. Decidió continuar su paseo. Se  desvió de la cascada hacia la derecha donde se abría una calle empinada. Calle a medias, pues por la parte derecha había casas, todas sin vender, con acera, silencio y soledad; y por la izquierda, sin acera, prados donde vacas y caballos se habían declarado en huelga de hambre. Obligados por la sequía. Llevaba, mas de 50 días sin llover y los prados estaban rechisecos, agostados. Los animales se acercaban, mansamente. Relinchaban, mugían. Imploraban alimento y lo seguían tras de la cerca de alambre. 

Casi al final, una rotonda. 


En el centro habían colocado un enorme predrusco. Feo, marrón claro, escatológico. Sin gracia alguna. Por no decir horrible. Al diseñador de la urbanización, por lo que se ve, le debió parecer de perlas ponerle a las rotondas -todas tenían la mierda pedregosa- esos adornos. 


Piedras deformes. Trepadas por roedores. Escondrijo de escorpiones.


Suponemos que baratas. Hay muchas por todas partes. 


¿Habrán hecho negocio con ellas encareciendo las casas?

(Seguirá)---

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