Nos tienta la
Revolución.
Somos millones. Asistimos de espectadores a una de las crisis periódicas del capitalismo, que ya mentara Marx (D. Carlos), que no hemos provocado. Así mismo, fuimos testigos, hace pocos años, de una guerra que, obviamente, no originamos. Y hasta la encontramos hermosa, con sus fuegos de artificio y todo. Eso si, nos ocultaron los cadáveres y los heridos, el dolor y el llanto. Como ahora apartan las angustias de la crisis en millones de personas que no llegan (no llegamos), apenas. a fin de mes con los dineros, que sudan (que sudamos) la gota gorda y negra para pagar las hipotecas de casa, coche, muebles... Y, encima, tienen (tenemos) que comer todos los días.
Hemos dicho que somos espectadores, porque lo somos, de las idas y venidas de los culpables de esta crisis, de los cierres o quiebras de bancos, de como unos se engullen a otros, oímos las alternativas para evitar esos sobresaltos, escuchamos, atónitos, como maniobran, descaradamente, para sacarnos (robarnos) el dinero de nuestros bolsillos, ya de por si, estilizados y exíguos, con el fin de salvarse ellos (los ricos del mundo) de una crisis que han parido. Y nos quedamos parados ante esa monumental rapiña.
Si, somos espectadores. Estamos paralizados. Y nos gustaría deciros, y decirnos, con palabras del gran poeta Aimé Cesaire: "Guardaos de cruzar los brazos en actitud del espectador, pues la vida no es un espectáculo, un mar de dolores no es un proscenio, un hombre que grita no es un oso que danza".
Nos tienta la Acción (por eso escribimos), porque, efectivamente, la crisis y su cortejo de angustias, dolores, gritos, no es una escena circense; más, para ser actores de esa Acción, necesitamos un bagaje ideológico, organización, un programa, armas... que no tenemos; aun así, lo repetimos, nos tienta la Acción, nos atrae la Revolución, nos concita la Rebelión, nos zarandea la Protesta...
De momento, solo poseemos la Rabia. Y algunas alternativas o soluciones, ante lo que se avecina, como por ejemplo: nacionalización de los bancos y grandes empresas para que, así, sus depósitos sirvan a pequeñas y medianas empresas, a los trabajadores asalariados, al pueblo en general; pero no nos quedamos ahí, sino que abogamos porque los culpables sean juzgados y castigados con cárcel, y allí se pudran.
Tenemos que reconocer, eso si, que, esto, huele a 'rancio' socialismo revolucionario, a comunismo. Pues si, abogamos por ese 'rancio' socialismo y comunismo. Rancio, claro, para ellos, para los mandamases del orbe que manejan el cotarro a su servicio y que, seguramente, agitarían estas alternativas como si se fuera cernir sobre los trabajadores el fantasma de la expropiación de toda propiedad; nada más cierto: de lo que se trataría es de que, este socialismo o comunismo, revolucionarios, les quitaría esas angustias de finales de mes, del miedo al paro, al hambre, viéndose libres de la coyunda del capital.
En fin, ha habido algunas tímidas manifestaciones de protesta en contra de ese enorme ladronicio que quieren perpetrarnos. Poca cosa. Por ahora. Tal vez, quizás, a lo mejor, se vaya extendiendo, por la aldea global (de la que nos hablan), esa tendencia revolucionaria, esa inclinación a la rebelión, esa protesta contra el poder establecido... que ahora nos tienta a nosotros.
De momento, solo somos espectadores dolientes ante esas idas y venidas de los provocadores de esta crisis. Millones de espectadores los miramos. Miles de millones. Por el contrario, ellos son unos pocos. Algo es algo. Alguna conclusión sacaremos.